Igual no conocías la trama hasta ahora, pero es muy posible que, si eres español, te hayas topado con “la rueda” de la SGAE alguna vez en tu vida. Pones la televisión española a las tantas de la madrugada y bien sea un programa dedicado al jazz/música clásica o bien se trate de un grupo acompañando de fondo a un programa de azar o de tarot, estabas escuchando a algunos de los músicos mejor pagados del país.
“La rueda” es como se viene conociendo desde hace casi una década a una importante estafa por el cobro de derechos de autor bastante turbios. Música supuestamente original que en verdad se trata de la apropiación de canciones de dominio público a la que se le añaden cuatro arreglospara después vender las obras en nombre de testaterros y empresas editoriales, a través de las que una pequeña banda que actúa de forma semiorganizada saca réditos por la emisión de las canciones en antena.
Televisión Española, EITB, Telemadrid, Castilla La Mancha Televisión… son varias las cadenas que, ahora sí, una operación policial ha puesto en el punto de mira después de que esta mañana se detuviese a casi una veintena de los involucrados. Las detenciones son, además, un nuevo quebradero de cabeza para José Miguel Fernández Sastrón, el actual presidente de la SGAE que, según dicen, era mucho más dócil y favorable hacia los pesos pesados de este desfalco.
No es una estafa anecdótica, no al menos para la asociación antaño gestionada por Teddy Bautista: según fuentes oficiales, el 70% del dinero recaudado en 2015 por la SGAE en concepto de derechos de autor por la música en televisión (y que es, aproximadamente, el 50% del total recaudado por la entidad en cada ejercicio) correspondió a piezas emitidas en esa franja horaria que, por cierto, sólo representa el 1% de audiencia del total televisivo. Eso sí, son los minutos dorados: la franja nocturna es la mejor pagada de la televisión.
Y sí, aunque hay algunos intérpretes legítimos que se han aprovechado de esta “rueda de las televisiones” dominada por la SGAE para ceder su música a diversos intermediarios, también hay una parte importante de socios de la organización que se han dedicado a colocar sus versiones ilegítimas para forrarse.
De entre los músicos y empresarios señalados el pianista Manolo Carrasco es quien está en el epicentro de todo. Carrasco habría colocado, junto a su mujer, 1.225 composiciones musicales entre 2006 y 2015. Así lo afirmaba la acusación de Antón Reixa, el anterior y destituido presidente de la SGAE que criticó duramente “la rueda”. El que tiró de la manta.
Reixa defendía que Carrasco y compañía se habrían llevado 7.3 millones de euros por esas miles de obras. Fernando Bermúdez, Gloria Tubio, Elena Zubareva y Ana Beltrán también aparecen nombrados en todo este entramado, asignándoseles ganancias de entre millones y cuentos de miles de euros. Otro nombre: José Luis Ruperez, que según El País pasó de obtener 550.000 euros en 2005, por sus 106 obras registradas, a 25.736.577 euros en 2012 con casi 25.000.
A todos ellos menos a Ruperez se ha detenido, junto a otros 13 acusados, gracias a la reciente denuncia de 14 autores y asociaciones ante la Fiscalía.
Y aunque todo esto se conocía desde hace años, es en los últimos tiempos cuando los organismos policiales se han puesto manos a la obra. La estafa es, todo hay que decirlo, bastante chapucera. Cuando se hicieron las primeras investigaciones la policía analizó potenciales obras fraudulentas. Algunos de estos músicos simplemente entregaban al registro duplicados o fotocopias de partituras originales a las que habían añadido transcripciones de su puño y letra. Estas programaciones podían generar más ingresos para sus “creadores” que para Alejandro Sanz o Pablo Alborán.
¿Y por qué permiten esto las televisiones? Porque también están, supuestamente, en el ajo. A través de esas editoriales musicales las cadenas podían recuperar parte del dinero que pagan a la SGAE por emitir su música, ya que los autores les ceden a las televisiones hasta el 50% del beneficio de sus canciones. En El Confidencial un involucrado que se benefició del chiringuito lo explicaba: tocando música ajena detrás de una tarotista cobró “1.500 euros por dos horas, de dos a cuatro de la madrugada".
Al hablar de la rueda se suele citar a la empresa Eurodeltamusic como una de las principales insignias de esta práctica. Aunque han borrado mucha música de sus redes, hay algunos espacios donde permanecen algunas de sus obras, como esta "adaptación" de una obra de Alessandro Scarlatti hecha por Ana Beltrán:
O esta otra versión del Capricho Nº 13 de Paganini de David del Río:
En los últimos años, las televisión lucha por cerrar estas emisiones fantasma que dan pie a prácticas de dudosa legalidad. Y aunque los responsables de la SGAE han elaborado manuales de buena conducta y han intentado movilizar a la sociedad para dejar de incurrir en esta práctica, a la organización le puede el peso del chiringuito. Reixa acusó hace cuatro años al 80% del Consejo de Dirección de la SGAE de beneficiarse de la rueda.
Es difícil poner el freno: los socios con más poder y capacidad de voto son aquellos que más recaudan. Y los que más recaudan son, principalmente, los que están más pringados por este tema. Aunque la SGAE tiene 120.000 socios, sólo cuentan unos pocos.
Esto es así según Reixa, pero también según Ainara Le Gardon y David García Aristegui, autores del libro SGAE: el monopolio en decadencia que explica meridianamente su versión sobre la trama. El primer acierto del libro, el de la elección de su título, la recaudación por derechos de autor sigue, en general, cayendo bastante.