Una versión anterior de este artículo se publicó en 2016.
De repente el mundo se puede replegar en sí mismo tal y como vemos en Origen gracias a los avances en posproducción digital. La tecnología de captura de movimiento también permite que criaturas como las de Avatar reflejen los gestos de los actores, pareciendo seres mucho más reales. Gracias a la ciencia el cine es aún más mágico y por eso podemos disfrutar de una veraz representación de los hobbits en El Señor de los Anillos o de Hagrid en el universo de Harry Potter.
Pero, un momento, ¿estamos seguros de que eso último es así? En realidad, todo lo que implique modificaciones en el tamaño de los personajes debería hacernos recelar. Estábamos aún en tiempos de celuloide cuando vimos a la gigante de El ataque de la mujer de 50 pies. Incluso en lo 90, en Cariño he encogido a los niños, paseaba un bebé colosal por las calles de un suburbio norteamericano ignorando los efectos digitales que aún no estaban del todo asentados en la industria.
No: la perspectiva forzada es una ilusión óptica tan querida en el mundo de la fotografía como en el arquitectónico y el cinematográfico. Probablemente lo más bonito de esta técnica es que no importa cuánto hayan avanzado las tecnologías de edición digital o cuánto presupuesto cuentes para tu película. Si buscas reflejar este efecto, sólo necesitas unos buenos decorados, comprender cuáles son las lentes adecuadas para filmarlo y un poco de creatividad por tu parte.
La perspectiva forzada se usó en sus inicios sobre todo para películas de cine fantástico y bajo presupuesto. La serie B lanzó títulos como la citada El ataque de la mujer de 50 pies o King Kong. El truco de crear criaturas absurdamente grandes o pequeñas era muy llamativo para las audiencias y no requería apenas de nada de preparación. En su forma más rudimentaria, la perspectiva forzada puede hacerse utilizando un plano frontal con una superficie en la que puedan colocarse a los actores en puntos muy espaciados entre sí.
En la película Princess Nicotine, de 1909, que tenemos en el video de ahí arriba, vemos al actor cerca de la cámara y a la actriz, de tamaño reducido, bailando para el hombre sobre la mesa. La actriz en realidad estará al otro lado de la habitación, y los realizadores sólo debían cuidar no mover la cámara y reforzar la iluminación de manera que ambos personajes queden con la misma luminosidad. Este truco igual te suena de haberlo visto (o incluso hecho tú mismo)... en la torre de Pisa.
La clave: la habitación Ames
Pero la verdadera revolución de esta técnica vino de la mano de la habitación Ames. Como hemos apuntado, un factor crucial para las tomas son escenarios que permitan integrar esa diferencia de tamaño en el mismo plano sin que nos demos cuenta. Así que, en 1947, el oftalmólogo Adelbert Ames creó el Santo Grial de la perspectiva forzada.
Estas habitaciones parecen normales, cúbicas. Sin embargo, esto es un truco de perspectiva visual ya que en realidad la habitación se construye en forma trapezoidal: las paredes están inclinadas al igual que el suelo y el techo, y la esquina derecha está más cerca para el observador frontal que la esquina izquierda (o viceversa). Así que, mientras la cámara te muestra una habitación perfectamente normal, a un lado tienes a una persona que parece que mide 4 metros y en la otra a alguien a quien no dejarían pasar en la mayoría de atracciones de feria.
Este efecto se entiende mejor en este video:
Y sí, la gente de la época se lo pasó pirata jugando con esto durante un buen tiempo:
Como hemos visto, la habitación de Ames fue un concepto limitado inicialmente a un único espacio. Después de comprender la arquitectura que potenciaba esta idea, se dejaron de hacer habitaciones para hacer escenarios más elaborados. Y ahí es donde llega Peter Jackson y El Señor de los Anillos. Para tener en el mismo plano a hobbits y enanos con criaturas más grandes tuvo que jugar todo el rato con las perspectivas.
La gran contribución de la saga de Jackson (además, claro, de ayudar a que se iniciase un nuevo modelo de consumo de ocio en el que el friki es el rey y de dejar para la posteridad la imagen de Orlando Bloom en peluca rubia) fue la perspectiva forzada en movimiento. Algo que apenas se había desarrollado hasta ahora, por su complejidad, pero que el alto presupuesto y las ganas de experimentar de la producción de New Line Cinema se tomó muy en serio.
Para eso lo que Peter Jackson organizó son escenarios con efecto Ames… doble. Es decir, habitaciones con mecanismos mecánicos que se movían a la vez que lo hacía la cámara, que también iba cambiando su foco sincronizándose al dispositivo de movimiento físico. De esa forma, la perspectiva forzada seguía viéndose correcta en cámara, pero la película no perdía fluidez en cada toma en la que hubiera que filmar a dos personas de distinta estatura.
Aunque Jackson a veces también hacía trampas. No todo lo que se veía se había rodado en la misma toma, y a veces utilizaba dos escenarios. Uno para personas normales y otro con todos los objetos agigantados. Luego lo unía todo con edición digital. El resto del tiempo, aplicaba el truco más viejo del mundo, aún más viejo que la perspectiva forzado: cuando hablase Gandalf, en el contraplano la parte trasera de Frodo que veíamos no era Elijah Wood, era alguien bajito disfrazado de Frodo. Una persona bajita con peluca.
A veces, cuando estamos muy metidos en la película, podemos olvidar que la magia del cine es, a veces, algo de lo más elemental.
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