Así quedará el mundo cuando las temperaturas hayan ascendido hasta 4º C por encima de la media

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El Acuerdo de París establecía un límite al calentamiento global: la civilización tal y como la conocemos en la actualidad podría asumir hasta un aumento máximo de las temperaturas de 2º C . Superar el umbral implicaría adentrarse en un terreno desconocido. Aquel era un acuerdo pesimista, en tanto que lo ideal sería limitar el aumento de las temperaturas durante lo que resta de siglo a tan sólo 1,5º C, una cifra más ajustada a la acordada (con fracaso) en Copenhague seis años antes.

Ahora bien, estamos muy lejos de que algo así suceda. Las emisiones, incluso en un año de paralización de la industria como 2020, se han mantenido o han bajado muy poco; y las temperaturas han seguido subiendo. En todas partes. Tanto que las actuales previsiones indican que a finales de siglo el planeta se habrá calentado entre 4º y  C. Una cifra que, como este magnífico gráfico de xkcd muestra, no tiene parangón absolutamente en ningún momento de la historia humana.

Habremos llegado a un punto de no retorno. ¿Y qué aspecto tendrá nuestro planeta para entonces?

Los científicos de todo el mundo han tratado de responderse a esta pregunta desde que certificaran que el cambio climático, pese a los obtusos negacionistas, era un hecho. En 2009 la revista New Scientist publicó un estudio-mapa en el que ponían imágenes allí donde sólo había datos. Aunque sus previsiones han demostrado ser demasiado optimistas, el modelo sirvió a Parag Khanna para elaborar un inquietante mapa sobre nuestro futuro.

Lo que la ilustración muestra es un mundo por encima de los cuatro grados centígrados. El mapa está publicado en su libro Connectography, en el que además trata diversas cuestiones sobre el futuro de la humanidad. Lo primero que salta a la vista es la inmensa cantidad de zonas naranjas o marrones que pueblan las hoy zonas templadas de la Tierra. Estados Unidos al completo, el sur de Europa y grandes lotes de regiones tradicionalmente benignas, como Argentina, partes de Australia o China pasarán a mejor vida tal y como las conocemos hoy.

Mundo Calido

Se convertirán, en esencia, en desiertos o lugares muy extremos. Tomemos el ejemplo de México, por ejemplo: el mapa calcula (y hay que recalcar esto: todo son estimaciones, en absoluto certezas) que para cuando hayamos alcanzado los cuatro grados más de la muerte nadie podrá vivir allí. Las sequías o el calor serán demasiado extremos. Sucede algo parecido con todo Estados Unidos, que se convertirá en una suerte de Arizona transcontinental. Y lo mismo con España.

El Amazonas podría desaparecer y su cuenca convertirse en un terreno inhóspito gracias a una mezcla de sequías extremas, temperaturas o humedad insoportables y grandes inundaciones que harían de la región inhabitable. En Sudamérica, de hecho, todo quedaría constreñido a la Patagonia. África y Asia casi al completo pasarían a mejor vida: la primera sería una zona desertificada en su mayor parte, y la segunda intercalaría zonas inundadas e inhabitables como el delta del Ganghes y las montañas del Himalaya Un Gobi en cada esquina, un Sáhara hecho continente.

¿Entonces no hay esperanza? No exactamente. Lo que Khanna también plantea, con lógica, es que los espacios antaño inhabitables por el frío y el hielo ahora pasarán a ser regiones templadas. Hablamos del Ártico, cuyas cifras de pérdida de hielo son año tras año más agudas. Es algo que países como Canadá o Rusia saben (y saben que les beneficia), de ahí que haya una renovada carrera por controlar las aguas árticas. Para los países antaño más fríos, el calentamiento global es también una oportunidad.

Ok, ¿pero cuánto de real hay en todo esto? Como decimos, son estimaciones, y Khanna se ha basado en unos muy concretos publicados hace años. Hay otros mapas que han tratado de explorar cómo será el mundo si las temperaturas continúan subiendo: este de 2013, por ejemplo, intenta ilustrar de forma individualizada qué sucedería con las temperaturas, las precipitaciones y las estaciones. Scientific American planteó hace tiempo otros, centrándose más en cómo crecerán las temperaturas a nivel regional antes que en sus efectos geopolíticos.

La conclusión de todos ellos, no obstante, es clara: el planeta va a cambiar irremediablemente. La cuestión es cuánto.

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