Nadie, dentro o fuera de Cataluña, parece poder evadirse estos días del conflicto de magnitud creciente que amenaza con terminar con los nervios de todos los españoles en los próximos 10 días. De hecho la crisis política es tan grave que los medios extranjeros, desde el prestigioso New York Times hasta los tabloides británicos de menos a más amarillistas, están dando sus propias interpretaciones de la actuación del Gobierno central ante los catalanes.
Pero lo que estos no se esperaban es haber encontrado a uno de los aliados internacionales más chanantes posibles. Un hombre con casi 400.000 seguidores, experto en ciberseguridad y actual residente VIP de la embajada de Ecuador en Londres. Julian Assange nos está dando el mejor espectáculo de justiciero social ante un conflicto que, para cualquiera que tenga la mínima noción de lo que está pasando, sabe que le queda pelín grande.
Empezó a inicios de este mes de septiembre, posicionándose claramente del lado independentista recurriendo a símiles simbólicos un tanto desbarrados.
El establishment cultural español contra el activismo internacional
Fue ahí donde nos encontramos con el primer gran momento que el de Wikileaks le dejaría a la actualidad informativa española. Una discusión con Pérez-Reverte donde este le llamaría corto de miras, el otro plagiador y el primero respondería de nuevo aludiendo a la vida que Julian tiene que hacer desde los aseos del edificio londinense.
Pasado el choque de personalidades, Assange vuelve a mirar a la Diada dando consejos de su area of expertise: difundiendo soluciones al cierre de las páginas webs informativas de la consulta del 1-O e involucrándose personalmente en ello.
También dio recomendaciones a la Generalitat de cómo pasarse a la criptomoneda para ampliar su independencia. Advertencia: pese a los comentarios del ingeniero, puede que el Bitcoin no sea ahora mismo la solución más segura para depositar el dinero público de millones de ciudadanos.
Pero como hemos ido viendo, Assange se iba animando, tal vez imaginando un dulce porvenir retirado y viendo el sentir de la nueva Cataluña independiente desde su ático en Las Ramblas con el permiso de asilo concedido por el Govern. Durante estos días ha ido publicando más y más eslóganes y viñetas independentistas, imágenes de las manifestaciones actuales, encuestas resolutivas del conflicto y variados y minuciosos análisis del conflicto catalán a razón de 140 caracteres.
En su proceso de conversión catalanista ha aprendido incluso a odiar a Intereconomía, no dejando ni una sola fisura por la que pase un chascarrillo de la actualidad nacional sin ser convenientemente criticado. Assange ha adelantado por la demagogia a Spanish Revolution. Es, oficialmente, el que está más al otro lado del muro.
Assange Today, very botifarra
El circo terminó de explotar ayer, cuando El Mundo Today movió ficha burlándose de los últimos comentarios iluminados del activista. El noticiario satírico se imaginó, como hicimos muchos, un momento en el que Assange empezaría a decir términos aleatorios en catalán a modo de apoyo al movimiento.
Bien porque se entretiene con ello o desconociendo el origen y finalidad del medio paródico, el fundador de Wikileaks respondió con su propia cadena de términos relacionados para criticar a El Mundo Today (Assange ha borrado ya su tuit respuesta, pero aún pueden encontrarse capturas de él en otras cuentas).
Más tarde sí defendería haber aceptado la broma, aunque parecía estar todavía cabreado.
Assange, ascenso y caída
Sería largo y complicado explicar toda la deriva de Assange y su grupo. Probablemente la mayoría recordará la época dorada de Wikileaks, cuando en sus inicios ayudó a los periodistas a destapar material de corrupción y ocultación de información sensible de las guerras de Afganistán e Irak por parte del gobierno norteamericano. Poco a poco las presiones de la justicia para arrestar a Assange fueron creciendo y de ahí su difícil situación internacional, aguantando en la mentada embajada desde hace casi siete años.
También poco a poco los propios medios fueron restando su apoyo a los métodos de Wikileaks. La organización demostró quitarle importancia a que algunos inocentes perdieran el anonimato en sus papeles, aunque eso pudiese causar a personas concretas problemas políticos bastante graves, siempre y cuando el sacrificio sirviese para presentarle "la verdad" al gran público.
Finalmente, entre las acusaciones por abuso sexual que nunca se despejaron y, sobre todo, una demostración de aceptación del juego del Kremlin para hundir a un partido político norteamericano terminaron por convertirle en un agente menos querido de lo que lo fue inicialmente. Desde entonces, casi desvinculado ya de las grandes filtraciones políticas, el australiano permanece encerrado física y simbólicamente en un ostracismo que parece que cada día que pasa afecta más a su personalidad.
¿Te imaginas vivir en un puñado de metros cuadrados, sin poder salir a tomar el aire, durante un lustro? Visto todo lo anterior, probablemente tú, yo y cualquiera acabaría sentando cátedra sobre el conflicto catalán tuiteando citas de Nelson Mandela.
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