La parte afectada ha presentado una versión creíble y fiable de los hechos. Sus declaraciones han sido coherentes, extensas y detalladas; sin embargo, mi evaluación general es que la situación probatoria se ha debilitado tanto que ya no hay ninguna razón para continuar la investigación.
Habla Eva-Marie Persson, fiscal adjunta sueca en un documento oficial para prensa. Así, la justicia sueca archiva la última causa pendiente con este país en lo tocante a las diferentes denuncias que han pesado a lo largo de estos nueve años por abusos sexuales para Julian Assange. Suecia se desmarca del affaire Wikileaks. Tras la salida de Ecuador, ya sólo quedan Gran Bretaña, y Estados Unidos.
El origen de las denuncias y de la campaña "conspiranoica"
En agosto de 2010 Suecia ordena el arresto de Assange por dos denuncias de abusos sexuales hechas al tiempo por parte de dos mujeres que habían estado en una de sus conferencias. La fiscal retira la acusación a las pocas horas por considerar que no había motivos para sospechar del activista.
Al mes siguiente, cuando Assange ya está en Londres, otra fiscal sueca abre investigaciones preliminares por distintos tipos de delito sexual. En noviembre se envía la euroorden de búsqueda y captura, lo que desencadena la famosa solicitud de asilo de 2012 del acusado en la embajada ecuatoriana de Gran Bretaña.
Como sabemos, las acusaciones aparecieron en mitad del proceso de publicación por parte de Wikileaks de los documentos que comprometían a Estados Unidos en su guerra en Afganistán e Irak, así como muchas de sus actividades diplomáticas. También es importante señalar que la coincidencia de fechas no es en absoluto por sí misma una prueba de que se trate de una conspiración infundada contra el hacker, como ha denunciado él mismo en varias ocasiones. Assange primero negó y después confirmó haber mantenido relaciones sexuales con ambas mujeres, aunque siempre mantuvo que se trataron de hechos consensuados.
Desde los leaks Assange se convirtió en el objetivo número uno para los servicios estadounidenses. Gran Bretaña y Suecia siempre se han posicionado, dentro de la legalidad, más o menos favorables a su entrega a los estadounidenses, aunque el acusado y los suyos siempre creyeron que había más motivos para sospechar de una inequívoca extradición si estuviese en el país nórdico.
Después de las denuncias, Assange llegó a hacer declaraciones públicas como "Suecia es la Arabia Saudita del feminismo" o "caí en un nido de avispas del feminismo revolucionario", algo paradójico teniendo en cuenta que semanas antes había solicitado formalmente un permiso de trabajo y residencia (y así mantener en marcha Wikileaks) en el país nórdico por considerarlo un “país defensor de los Derechos Humanos” (su solicitud fue rechazada).
A lo largo de estos nueve años se suceden los trámites de la batalla legal al tiempo que van prescribiendo los distintos cargos por abuso sexual y obstrucción a la justicia.
El juicio mediático paralelo tampoco cesó, y los seguidores de Assange buscaron hacer sospechar de cada paso del proceso. Por ejemplo, señalando que, aunque en 2013 Suecia iba a eliminar los cargos de extradición (por ser abusivos con respecto a sus derechos humanos), el Ministerio Público de la Corona inglesa los disuadió de hacerlo, o alegando que no tendría un juicio justo porque en 2011 el propio Primer Ministro sueco, Frederik Reinfeldt, le consideró públicamente culpable. En 2016 el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Detenciones Arbitrarias consideró arbitraria la detención de Julian Assange.
Para mayo de 2017 la Fiscalía sueca retiró una serie de cargos importantes. A Assange le quedaban entonces dos procedimientos abiertos, una causa pendiente por el delito sexual más grave de la crónica y otro por la violación de la libertad condicional en Gran Bretaña. Entre 2017 y 2019 no pesaron órdenes de arresto suecas sobre el acusado. En mayo de este año se abrió de nuevo, pero al mes siguiente un tribunal sueco desechó la petición por considerarla desproporcionada.
Retirada del asilo y precipitación de los hechos
Es en mayo de 2019 cuando el caso Assange dio el vuelco más importante de estos dos lustros. El nuevo presidente de Ecuador, Lenin Moreno, considera al “huésped” del 3 de la calle Hans Cres una mala herencia recibida de su predecesor. Ecuador deniega entonces el asilo a Assange, cuya nacionalidad ya es en parte ecuatoriana, y es detenido por las autoridades británicas. Cumple cincuenta semanas de prisión en una cárcel de máxima seguridad por la violación de los términos de la fianza concedida en 2010 por la posible extradición a Suecia.
Son malas noticias para Assange, pero no las peores: ser condenado en Gran Bretaña le garantizaba meses de respiro y no ser extraditado a Suecia, donde creían que sería más fácilmente entregado. Aunque las dos denunciantes aún pueden apelar el resultado en el país nórdico, se cree que la desestimación de ayer de los tribunales suecos pone más lejos su extradición a Suecia.
La fiscal que ha llevado el caso en los últimos tiempos, la citada Persson, siempre fue firme contra Assange. En su documento de ayer reconoció que el tiempo parece haber debilitado los testimonios de las presuntas víctimas y que estos ya no son suficientes para corroborar los hechos. Se cumplen así tres veces que se cierran diligencias en Suecia contra el activista por los mismos presuntos delitos sexuales.
Un mes después es la primera vez que Estados Unidos aparece oficialmente por la vía judicial en casi una década de proceso. Aunque la estrategia de los americanos era devolverlo a su país a través de países colaboradores, en junio de 2019 se hace una solicitud de extradición formal. Washington lo acusa de conspiración y de otros 17 cargos por violar la ley de espionaje del país.
Suecia no juega, Estados Unidos y Gran Bretaña sí
El activista buscará por todos los medios ser identificado como periodista o editor (pese a no serlo formalmente) para ganar más derechos frente a las acusaciones de espionaje, y es cierto que, con las nuevas tecnologías, mucho ha cambiado el mundo de la divulgación de informaciones de gran impacto social e interés general, como demuestran casos como el de los Papeles de Panamá.
Mientras que en 2010 Donald Trump mostraba públicamente su deseo de que Assange fuese ejecutado por las filtraciones sobre Afganistán e Irak, durante la carrera presidencial se valió intensamente de las filtraciones de Wikileaks de los famosos emails de Hillary, una polémica que ocupó buena parte de la conversación pública pese a que al final no tuviese ninguna implicación legal.
Hace pocos meses su postura volvía a cambiar: de usar como arma política los correos filtrados a declarar que no sabe nada del caso y dejar todo el peso ejecutor en el fiscal general.
Oficialmente Ecuador concedió el asilo por motivos humanitarios más que políticos. Assange y su equipo alegaban que, en caso de ser extraditado a EEUU, podría enfrentarse a la pena de muerte, aún legal en algunos Estados del país y motivo de socorro para muchas naciones. Fueron dos secretarios de asuntos exteriores británicos los que aseguraron en abril a Ecuador que Assange "no sería extraditado a un país donde podría enfrentar la pena de muerte", según The Guardian en documentos oficiales que dicen haber confirmado.
Los cargos por los que se le imputa actualmente en EEUU, concretamente por el Estado de Virginia, no contemplan nada que conlleve la muerte pero sí podría ser condenado de por vida: la suma de todos los cargos dan 175 años. En febrero de 2020 la justicia británica iniciará el juicio por la solicitud de extradición de EEUU. Tres meses para otro nuevo capítulo más.
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