Londres es posiblemente la única ciudad del mundo donde puede existir Cereal Killer, una cafetería especializada en servir boles de leche con cereales de importación. Londres también es, con toda probabilidad, la única ciudad del mundo donde esa misma cafetería puede ser atacada por un centenar de manifestantes anti-gentrificación. Es lo que sucedió el pasado sábado, en una nueva vuelta de tuerca al debate sobre la desigualdad y la gentrificación (no sólo) en la capital británica.
La historia se remonta más allá de la apertura de una aparente inofensiva cafetería en Shoreditch. Empecemos por lo más reciente: varias decenas de personas se reunieron el pasado sábado en Brick Lane con el objetivo de protestar contra Cereal Killer y otros negocios. El motivo: poner de manifiesto su descontento con el proceso de gentifricación, a través del cual nuevos propietarios más adinerados provocan la marcha de los anteriores, con menor poder adquisitivo. O lo que es lo mismo: un conflicto de clase que se enmarca dentro del gran debate sobre la desigualdad.
Lo hicieron de forma ruidosa y vandálica. Al parecer, la protesta (bautizada como Fuck Parade) había sido organizada por el grupo anarquista Class War. Primero atacaron el local de Cereal Killer con pintadas y bombas de humo (había consumidores dentro: los dueños optaron por esconderles en el sótano). Después, continuaron su desfile por el barrio atacando otro local (el de Marsh & Parsons, una agencia inmobiliaria). En el camino, como se aprecia en este vídeo de The Guardian, pinchaban música, encendían antorchas y vestían máscaras de cerdo (#piggate in memoriam).
Los eventos del sábado se enmarcan dentro del amplio debate sobre la gentrificación y la desigualdad en Londres, en el que Ceral Killer ha tenido (de forma involuntaria) un protagonismo destacado durante el último año (involucrando incluso al alcalde de la ciudad, Boris Johnson). ¿Por qué?
¿Cuál es el problema con vender cereales?
Cereal Killer abrió el pasado 9 de diciembre. Vende cereales. Sus dueños son dos hermanos gemelos norirlandeses que visten camisas estrafalarias, se han teñido el pelo de un color de difícil catalogación y portan abundantes barbas. Un bol de cereales pequeño cuesta cuatro euros; uno grande, por encima de cinco. Ambos incluyen leche y una selección de cereales de múltiples y exóticas marcas a tu elección. Tienes otros productos de forma opcional. Puedes ver el menú aquí.
¿Cuál es exactamente el problema? Lo que representa. La tendencia. Cereal Killer es uno de los muchos establecimientos locales y minoristas abiertos por jóvenes de clase media-alta en algunos de los barrios más depauperados del centro de Londres. No es la idea más extravagante de todas cuantas se han tenido en Londres, pero sí la que ha ganado más atención (cereales, el colmo de la frivolidad). Son el ejemplo perfecto de la gentifricación: cafeterías, restaurantes y tiendas que encarecen los alquileres y provocan que las familias menos pudientes tengan que marcharse.
El debate saltó del barrio a la ciudad, y de la ciudad al plano nacional. Lo hizo cuando Channel 4, uno de los canales de televisión más vistos del país, trató de entrevistar a uno de los dueños en un reportaje. Tras una serie de preguntas amigables, el reportero inquirió a Gary Keery, uno de los hermanos, sobre si le parecía normal que un bol de cereales costara tanto dinero en un lugar donde muchos vecinos no podían pagar su precio. Keery optó por finalizar la entrevista de forma brusca.
Cereal Killer se ubica en Brick Lane, al lado del distrito de Tower Hamlets, que cuenta con un amplio porcentaje de vecinos viviendo en una precaria situación económica. El relato lo tenía todo para triunfar: hipsters de aspecto arquetípico, un barrio con importantes bolsas de pobreza y el debate sobre la escalada de precios (¿cinco libras por un bol de cereales, producto básico, cuando hay familias con problemas para llegar a fin de mes?) en Londres como telón de fondo.
Sin embargo, es posible arañar algunos matices a la historia. Primero, el que los propios hermanos Keery argumentan: ellos no son los culpables del proceso de gentifricación en el que Londres (y otras ciudades europeas y occidentales) se ha sumergido. En su mismo distrito, por ejemplo, podemos encontrar Canary Wharf, el segundo centro financiero de la ciudad construido sobre los antiguos y abandonados muelles del puerto de Londres. Rascacielos, ejecutivos, especuladores, etcétera.
"Sólo somos un pequeño negocio"
"Somos un pequeño negocio. Hay establecimientos de otras grandes cadenas en Shoreditch. Mi hermano y yo iniciamos este negocio desde la nada y estamos intentando crecer. Hemos sido identificados como el ejemplo de la gentrificación y esa no es nuestra culpa", contó Alan Keery, el otro hermano, al Evening Standard tras el ataque de Fuck Parade. Lleva parte de razón: sea justa o no su identificación como símbolo de la gentrificación, el problema de fondo no tiene tanto que ver con el proyecto de una pequeña empresa como de la especulación inmobiliaria a gran escala.
Lo cierto es que Cereal Killer y otros negocios parecidos crean puestos de trabajo y representan una alternativa local a las grandes cadenas de establecimientos. Es la defensa que hizo Boris Johnson, alcalde conservador de Londres, en diciembre del año pasado cuando decidió poner a los hermanos Keenan como ejemplo de la clase de emprendedores que necesita la ciudad.
Johnson decidió escribir a propósito de los hermanos Keegan en The Daily Telegraph tras el reportaje de Channel 4 y la respuesta que uno de ellos, Gary, escribió en la página de Facebook de Cereal Killer. En una larga carta abierta, Keegan argumentó que sus precios no son muy diferentes al de otros locales de desayuno (no lo son, tomar un café en Londres es bastante caro), que obedecen a la necesidad de pagar un alquiler altísimo (y a sus empleados) y que él y su hermano tan sólo son un comercio minorista tratando de salir adelante. Con un añadido: son de Belfast.
De una de las zonas más pobres de Belfast, con todo lo que ello implica (Irlanda del Norte es comparativamente más pobre que Inglaterra). El ruido alrededor de Cereal Killer se hizo tan grande que algunas webs lograron entrevistar a los padres de los hermanos Keegan, y descubrieron que, en efecto, la familia contaba con orígenes humildes y que el negocio que habían creado no eran tan diferente al de cualquier otro comerciante local del barrio o de la ciudad.
Entonces, ¿por qué la polémica se ha centrado alrededor de Cereal Killer, llegando en última instancia a sufrir actos vandálicos por crímenes que (suyos o no) son compartidos por otros muchos establecimientos o cadenas comerciales? Posiblemente se deba al producto que comercializan con tanto éxito (el local estaba lleno cuando fue atacado), al aspecto de los hermanos o al barrio en el que se han instalado. A la mezcla de todos los factores. Y a una exposición mediática que, de la polémica a la publicidad casi gratuita, ha terminado en vandalismo frente a su cafetería.
Imagen | Cereal Killer
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