29 de mayo de 2018: en más de una y más de dos juntas de distintos clubs de la LFP, la Liga francesa, ese día se descorchó el champán. Recientemente en Italia Mediapro había fracasado en la gestión de los derechos de exhibición televisiva del fútbol nacional, pero el grupo audiovisual hispano-chino acabó llevándose el gato al agua en Francia. ¿A santo de qué el regocijo? Canal+, quien se había encargado de la exhibición de forma continuada desde los años ochenta, no pudo sobrepujar a su rival, que puso en la mesa 1.153 millones de euros anuales, un 60% más con respecto a lo de la temporada anterior. Lo que se acabó firmando es una cantidad no especificada entre eso y 780 millones anuales para las temporadas 2020-2024.
Las dudas sobre la viabilidad del plan surgieron desde el minuto uno desde muy distintos ámbitos, pero se hicieron oídos sordos. Con ese dinero la LFP ahora sí tendría margen, según su visión, para reinvertir en sus equipos y ponerlos en la primerísima fila europea.
Lo sucedido después por culpa de la pandemia te lo puedes imaginar, la constatación de que la Ligue 1 y 2 (primera y segunda división), al igual que tantas otras cosas, se sostenía bajo unos pilares de suma fragilidad. Sus fuentes de ingresos dependían enormemente de los abonados pero aún más de los derechos de emisión televisivos. Con los estadios cerrados al público durante más de medio año (y lo que queda) y con el final prematuro del Champions, que les impidió recibir parte de los derechos televisivos de la temporada pasada, todo el oxígeno pasó a depender del grupo del empresario catalán Jaume Roures, quien les ha fallado y a lo grande, como atestiguan las insidiosas portadas que le han dedicado en el país vecino.
Mediapro dejó de pagar sus cuotas millonarias en otoño, intentó renegociar a la baja el contrato mientras mantenía una apariencia de normalidad, pero ahora se han acogido al derecho mercantil para poner fin a la relación. Mantienen una deuda inmediata de 325 millones de euros con la LFP, y forzaron que la Liga tuviese que solicitar un préstamo de 120 millones para pagar, entre otras cosas, las nóminas de los futbolistas. Parece que, aunque será la Justicia gala la que determine los términos de la liquidación contractual, la federación está dispuesta a aceptar la rescisión de contrato sin alargar mucho el proceso para poder buscar in extremis un nuevo operador, que casi con toda seguridad será Canal+, aunque habrá que ver con qué nuevas condiciones.
La reputación del grupo mediático hispano-chino se resentirá tanto dentro como fuera de sus fronteras. No estamos simplemente ante la mala gestión de una circunstancia poco previsible como es una pandemia, sino una operación que ya era demasiado arriesgada. Prifmero ofrecieron una oferta televisiva demasiado agresiva (más barata al usuario que la que proponía Canal+) sin llegar a un número de abonados suficiente. Dichos Abonados a Téléfoot se han quedado huérfanos de cadena a partir del próximo día 23 de diciembre, pero es que aparte los 160 trabajadores de la cadena, algunos fichajes periodísticos franceses de primera línea, ahora se han quedado en la calle.
La situación en muchos clubes es, por supuesto, crítica, dejándolos al borde de la quiebra, lo que está llevando a la gente de la industria y a muchos aficionados a hablar de un posible y deseado rescate por parte del Estado de este sector privado. Pero como dicen los columnistas, ¿rescatar el fútbol francés de forma inmediata para qué? Al margen del daño que supone el darle millones de euros a un sector poco esencial mientras muchos ciudadanos pasan verdaderas miserias, las reformas que los grandes clubes están apuntando llevar a cabo a cambio del dinero no sólo no solucionan los problemas de base, sino que ahondan en un modelo elitista que distribuye de forma aún más desigual los recursos para favorecer al Paris Saint-Germain y perjudicar a los pequeños, una de las razones según los aficionados, de la decadencia del fútbol francés, ya que como sólo tienen un equipo verdaderamente bueno la Ligue está lejos de ser un espectáculo deportivo estimulante.
Sí que puede ir asumiéndose una cosa: Mediapro, los perpetradores del “atraco del siglo”, lo tendrán muy difícil para volver a sentarles a ninguna mesa de negociación.
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