Si el estatus de los riders se ha convertido en uno de los principales conflictos laborales de nuestro tiempo se debe, en gran medida, a que ellos mismos lo han promovido. Lo que no significa que exista una opinión homogénea dentro del colectivo. Hoy mismo unas "2.000 personas", según las asociaciones convocantes, se han manifestado en diversas ciudades reivindicando su posición como "autónomos". En contra de la ley que prepara el gobierno para regularizar la situación de los repartidores.
El acto. Ha sido organizado por Repartidores Unidos y la Asociación Profesional de Repartidores Autónomos (APRA), representantes, según sus propias cuentas, de unos 2.900 trabajadores del sector (sobre un total de 30.000). Es el tercer acto de protesta que llevan a las calles durante el último año. El primero data de junio de 2020, cuando un centenar de riders se manifestaron al grito de #SíSoyAutónomo; el segundo del pasado 4 de febrero; y el tercero y último de hoy mismo.
Con apoyo. En Madrid y Barcelona las manifestaciones han estado protagonizadas por repartidores motorizados, en una estampa ya arquetípica de las protestas bajo la pandemia. En la ciudad condal la comitiva ha terminado frente a la delegación del gobierno. Todas las marchas han contado con el apoyo explícito de sus empleadores. Glovo, en concreto, ha suspendido su servicio en algunas ciudades entre las 11:00 y las 13:00, en un movimiento más próximo al cierre patronal que a la huelga. El gesto ha sido criticado por UGT.
Por qué. Las movilizaciones cobran sentido en el contexto de la disputa entre gobierno, sindicatos y patronal por la futura "Ley Rider", el borrador que prepara el Ministerio de Trabajo para regularizar la situación de los repartidores. El acuerdo es aún lejanas. La CEOE, representante de Glovo, Deliveroo y UberEats, se había mostrado reticente a aceptar una laboralización masiva de los riders, conocedora del impacto (unos €168 millones anuales) que podría tener en el modelo de negocio de las aplicaciones. Es una posición ya caduca.
Según La Información, la patronal está dispuesta a aceptar la tesis del gobierno (la sentencia del Tribunal Supremo del pasado mes de septiembre, al fin y al cabo) a cambio de flexibilizar ese paso a plantilla. Se seguiría así un modelo à la californiana: los trabajadores se considerarían por defecto "asalariados", pero empresa y repartidor tendrían margen para negociar las condiciones contractuales. Así, si un rider deseara ser autónomo podría serlo. A cambio, la app no podría establecer turnos fijos, controles, penalizaciones por rechazar pedidos y un largo etcétera.
Qué piden. Las manifestaciones de hoy vienen por aquí. APRA reivindica "legítimo derecho" de los repartidores a "elegir entre ser asalariados o autónomos", decidiendo individualmente "cuándo trabajar, dónde y cómo hacerlo y si queremos trabajar con una o con varias plataformas". Similares palabras entona Gustavo Gaviria, portavoz de las protestas en Madrid: "Buscamos ser autónomos sobre un colchón de mejoras", medidas de refuerzo que les permitieran "elegir las tarifas de manera gremial" y "evitar abusos en los vacíos legales".
Alineamiento. Sobre el papel es un planteamiento razonable. El problema es que la práctica generalizada del sector, a juicio de la jurisprudencia y como está sucediendo en otros países, es una "autonomía" falsa y forzosa. Según El Periódico, el borrador de Trabajo solventaría la dicotomía (proteger al asalariado/falso autónomo permitiendo a los autónomos voluntarios mantener su estatus) obligando a las empresas a justificar detalladamente la continuidad como autónomos de los repartidores que así lo hayan manifestado. Cumpliendo condiciones:
Los repartidores de la plataformas digitales serán considerados, por defecto, trabajadores asalariados y deberán ser las empresas las obligadas a demostrar, de manera argumentada y en cada caso, que estos pueden operar legalmente como autónomos.
Es decir, un modelo californiano. No es una posición que convenza a todo el mundo, aunque iría en sintonía con las peticiones de APRA y Repartidores Unidos. Riders X Derechos, por su parte, es radicalmente contrario a este sistema "flexible", piedra angular de la estrategia patronal para esquivar los pasos a plantilla masivos, porque reservaría a las empresas "la responsabilidad de demostrar qué trabajadores son autónomos a ojos de la ley", desprotegiendo al trabajador y abonando al campo para nuevos fraudes y abusos. "¿Por qué pensamos que no harán lo mismo frente a la nueva legislación?", plantean.
El problema. Son dos posturas encontradas dentro de un mismo colectivo de trabajadores. Nada inédito en la historia de las relaciones laborales. Conocer cuántos repartidores apoyan una u otra tesis es complejo, pero los casos judicializados ofrecen pistas: sólo en Zaragoza Glovo hace frente a una demanda de más de 300 trabajadores. Sucede que allá donde hay excesos (falsos autónomos) también hay genuinos casos de independencia y autonomía por elección. Pero que pueden terminar tragados en una batalla mucho mayor (cada cual que le asigne su importancia).
Es una batalla crítica para todos los implicados y en la que hay un enorme elefante blanco al fondo de la habitación: JustEat. Tras operar durante años con subcontratas, ha pasado a un modelo de asalariados.
Imagen: Repartidores Unidos
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