Entregado anualmente desde 1926, el Prix Renaudot es uno de los cinco más prestigiosos del circuito literario francés. Por su palmarés han circulado nombres tan reseñables como Virginie Despentes, Yasmina Reza, Pascal Bruckner, Patrick Besson, Conrad Detrez o Louis-Ferdinand Céline. Todos ellos tienen en común algo, hasta ahora, dado por hecho: sus obras fueron editadas por pequeñas, medianas o grandes editoriales. Se compraban en las librerías.
También seis de las siete novelas que aspiran a obtener el galardón este año, seleccionadas por el selecto jurado del Renaudot. Todas menos una.
¿Qué ha pasado? Que Bande de Français, del escritor francés-israelí Marco Koskas, no ha sido publicado por editorial alguna, y tampoco expuesto en los escaparates de librería alguna. En su lugar, Koskas ha recurrido a la autoedición, y se ha puesto en manos del distribuidor más poderoso del globo terráqueo: Amazon. La inclusión de su novela en la pre-selección de candidatos ha provocado un maremoto en el siempre alterado escenario de la literatura francesa.
¿Por qué? Por la publicación de una carta firmada por Melanie le Saux-Glaymann, librera que aireó su indignación en Facebook: "¿Nos van a pedir que vayamos a pagar a nuestro competidor más feroz? ¿Que le demos dinero para que nos mate? O bien le compramos el libro, o bien no lo tenemos. Es una señal muy fuerte. Están apoyando a Amazon". La misiva fue recogida por Le Figaro y por la televisión France 24, amplificando la polémica y sumando voces de otros libreros.
¿Cuál es el problema? La enconadísima disputa entre la industria tradicional, dependiente de grandes o pequeñas librerías que ponen a la venta los éxitos de las principales editoriales, y Amazon, el intermediario definitivo que empuja hacia la obsolescencia de libreras como Saux-Glaymann. Es una batalla global que manifiesta el cambio de prioridades de los consumidores (que pueden encargar tantos libros como quieran desde su casa) y que cuestiona el futuro de miles de librerías en Francia (y en otros países). La célebre portada del New Yorker, proyectada en el Renaudot.
¿Es relevante? Sí, porque hasta ahora la industria tradicional había tratado de colocar un cordón sanitario en torno a los gigantes tecnológicos que amenazan su modelo de negocio. Lo hemos visto en festivales de cine con Netflix, boicoteando sus producciones, y lo vemos en el circuito de premios literatos: hasta ahora, las editoriales habían logrado copar las estanterías. Sus obras reconocidas gozan de gran prestigio. El premio asegura visibilidad y ventas. Ahí, Amazon no tenía hueco.
De ahí que controlar el último resquicio que podían mantener las editoriales y las librerías (no el del precio, ni el de la comodidad, sino el del valor añadido) fuera tan importante. De ahí que los libreros franceses hablen de "abrir la puerta a la bestia": ahora tendrán que recurrir a Amazon para distribuir Bande de Français. Es el primer paso hacia la aspiración última de Amazon, según los libreros, "ser el último eslabón de la cadena". El monopolio.
¿Qué dice el autor? De forma paralela, hay otro elemento que ha pasado sutilmente bajo el radar: la novela trata sobre los franceses judíos que emigraron a Israel empujados por el antisemitismo de la sociedad gala. Koskas, su autor, afirma que buscó en vano una editorial que deseara trabajar con su novela: "Hablar de los judíos franceses que dejan Francia por el antisemitismo y que se instalan en Israel era un tema tabú". Por lo que no tuvo más remedio que acudir a la autoedición.
Y a partir de ahí, se topó con Amazon. La plataforma digital salvó su novela, le permitió distribuirla, darla a conocer y, en última instancia, aspirar al Renaudot que tanto atenaza ahora a los libreros franceses.
Imagen: Connie Ma/Commons
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