Baby Shark (doo doo doo doo doo doo): cuando una canción infantil arrasa también en bolsa

2.000 millones de visualizaciones después, "Baby Shark" (doo doo do doo do doo) es un fenómeno cultural insoslayable. Lleva dos semanas instalada cómodamente en los charts de Billboard, la principal referencia industrial para los lanzamientos musicales, y su penetración mediática sigue al alza. Ahora sus creadores aspiran a recoger las mieles del fruto: su valor se ha disparado en bolsa. Está haciendo mucho dinero.

¿Quién? La actual versión de "Baby Shark" (este vídeo) tiene derechos de autor, y la totalidad de ellos pertenece a SmartStudy, empresa surcoreana dedicada a la producción de material pedagógico bajo distintas marcas (una de ellas Pinkfong, el zorro rosa que nos da la bienvenida al inicio del vídeo). Pues bien, ¿a quién pertenece SmartStudy? El 25% de ella a una filial de Samsung (hablamos de Corea): Samsung Publishing.

¿Qué? Resultado: las acciones de Samsung Publishing se han disparado durante las últimas semanas. Como ilustra Bloomberg, su valor en bolsa ha crecido un 30% en un abrir y cerrar de ojos. Las causas son variadas, pero el timing coincide con la inaudita irrupción de "Baby Shark" en Billboard. Con anterioridad, sólo un puñado de canciones infantiles habrían logrado algo similar, y en ningún caso durante tanto tiempo.

Tiburón rentable. SmartStudy ya ha explicado que quiere exprimir al tiburón de los huevos de oro tanto tiempo como le sea posible. Tiene previsto publicar una serie de dibujos infantiles en Netflix, y podría firmar en el futuro acuerdos para el desarrollo de juegos animados junto a Amazon o a Google. Sus ingresos se han duplicado de un año para otro (cerró 2018 con beneficios superiores a los $46 millones) y su valor en bolsa ha crecido un 80%.

¿De dónde sale? El vídeo de SmartStudy apareció en YouTube en 2016, y aunque lleva dos años largos torturando a millones de padres, no ha sido hasta este otoño cuando ha reventado todas las métricas virales. La canción en sí es muy anterior: se remonta a macabras canciones de campamento y a una "singspiel" alemana popularizada por una profesora hace diez años. Desde entonces ha pululado por la red.

El éxito. Pero ha sido SmartStudy quien ha logrado convertirla en una máquina de hacer dinero. ¿Por qué? En parte por el K Pop: sus beats machacones, su irresistible coreografía, el estallido de color y alegría. Y en parte por las propias dinámicas de Internet. YouTube lleva varios años disfrutando de una viva escena de vídeos infantiles, simples y exasperantes, donde la industria tiene cada vez más y más peso.

Como respuesta, la propia comunidad de creadores está utilizando los iconos infantiles para producir vídeos truculentos y terroríficos (como Finger Family). Frente a todos ellos, he aquí el imperio de "Baby Shark".

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