Una versión anterior de este artículo fue publicada en 2017.
En un artículo en el que describe la aversión que le da la cara de Ted Cruz, el neurólogo Richard Cytowic utiliza la expresión del alemán coloquial Backpfeifengesicht. Se trata de una combinación de dos sustantivos: Backpfeife (un tortazo) y Gesicht (cara). Ambas palabras juntas indican "una cara a la que dan ganas de darle un tortazo" (Cytowic lo llama "una cara que se merece una buena hostia" y no se queda lejos).
Una sola palabra puede bastar para expresar de forma bonita un sentimiento común y el idioma alemán cuenta con muchas de estas palabras: desde Ohrwurm ("gusano en el oído", cuando una canción es pegadiza) a Wunderkind ("niño prodigio").
¿Qué es lo que hace que el alemán pueda tener estas construcciones gramaticales?
Una cadena simple
Puede que Backpfeifengesicht acabe formando parte de ese grupo de palabras alemanas que se utilizan en otros idiomas como en inglés o español. Nombres como Weltschmerz (dolor del mundo), Zeitgeist (espíritu de la era), Blitzkrieg (guerra relámpago) o Gedankenexperiment (experimento de pensamiento).
Sin embargo, para estos cuatro ejemplos ya existen traducciones que son mucho más sencillas que traducir Backpfeifengesicht.
En realidad la estructura no difiere mucho a la del español: mientras que en alemán se juntan dos nombres para formar un término compuesto, en español solemos usar las palabras por separado. La segunda palabra del compuesto alemán es la "palabra primaria" y establece la categoría principal, mientras que la primera palabra es el "determinante" y define la subcategoría específica: Krieg significa "guerra" y Blitz "relámpago". En alemán es posible crear compuestos a partir de casi todas las partes del discurso y no solamente a partir de sustantivos, mientras que en español no es algo tan común.
Algunos ejemplos de palabras compuestas en español son telaraña, mediodía, cantamañanas o cortafuegos. La principal diferencia reside en el orden, puesto que en alemán se invierte el orden y se escribe primero el determinante y después la palabra primaria. Gedankenexperiment y "experimento de pensamiento" son conceptos claramente equivalentes y si utilizamos en español la palabra alemana aportará poco a nuestra lengua, salvo el hecho de recordarnos que fue Einstein quien acuñó este concepto.
Lo mismo ocurre con esas palabras larguísimas del alemán, como por ejemplo Donaudampfschifffahrtsgesellschaftskapitän y que se puede traducir fácilmente por: Capitán de la compañía de barcos de vapor del Danubio. El idioma alemán permite la creación de cadenas de palabras muy largas como el letrero de esta tienda que anuncia el "alquiler de máquinas pulidoras de suelos".
Palabras que expresan ideas complejas
Sin embargo, Backpfeifengesicht, es una palabra más rica que el resto de ejemplos porque el salto conceptual entre la palabra primaria "cara" y "tortazo" no es tan obvio y su combinación nos propone un nuevo significado semántico. El resultado es un nuevo concepto que solo se puede traducir con una frase extensa en español.
Otro ejemplo de palabra compuesta cuyo significado a simple vista no está tan claro (desde un punto de vista gramatical) es Sitzpinkler: "hombre que mea sentado." Este sustantivo está compuesto por las palabras Sitz ("asiento"), pinkeln ("mear") y -er (sufijo masculino equivalente a nuestro -dor). Esta palabra forma parte de una seria de definiciones para "calzonazos" entre las que se incluyen Abschiedsheuler ("hombre que llora al despedirse") y Sockenfalter ("hombre que dobla sus calcetines").
Algunas combinaciones parecen un disparate a primera vista pero pueden ser muy efectivas a la hora de explicar contradicciones. Una palabra que está muy de moda es Schadenfreude ("alegría de que le pase algo malo a otra persona"). El contraste entre "daño" o "herir" de la palabra determinante (Schaden) con la palabra primaria "alegría" (Freude) añade toda una dimensión irónica a una combinación que ya es de por sí muy rica.
Pero mi palabra favorita es Verschlimmbesserung, una construcción gramatical que no es una simple combinación de dos conceptos contradictorios, sino que también utiliza un juego de palabras del alemán para su creación. El término empieza con dos verbos: – verschlimmern ("empeorar") y verbessern ("mejorar"), combinando sus dos prefijos (ver-) y añadiendo el sufijo (-ung) que es lo que hace que sea un sustantivo. Este proceso contiene una idea que solamente se puede traducir con una frase en español: "una mejora intencionada que empeora las cosas".
Una lengua que permite las invenciones
Estos trucos que el alemán se saca de la manga permiten transmitir un concepto complejo con una sola palabra. Otro ejemplo es el sustantivo das Werdende: comienza con el verbo werden ("convertirse"), pero tras un par de manipulaciones acaba siendo un sustantivo conciso que en español requiere toda una frase larga: "aquello que está en proceso de convertirse".
Estos mecanismos pueden producir invenciones verbales mucho más compactas. En la novela de Hans-Ulrich Treichel, Tristanakkord, el protagonista recibe el encargo de asistir a un famoso compositor y cuando piensa en la fama que va a conseguir, la denomina como eine Trittbrettunsterblichkeit.
Esta acuñación está compuesta por varios elementos propios: der Tritt ("el paso") y das Brett ("la tabla"), que juntas crean das Trittbrett ("el estribo", esa especie de escalón que hay en coches y carruajes antiguos para subirse a ellos) una palabra que en alemán también tiene connotaciones metafóricas de "quedarse colgado" u "oportunista". El autor añade a Trittbrett la palabra Unsterblichkeit ("inmortalidad") y utiliza esta combinación para crear una acuñación lingüística esporádica que no aparecerá en ningún diccionario pero que cualquier alemán puede entender: Trittbrettunsterblichkeit o "la inmortalidad que se adquiere al subirse a las faldas de alguien".
Tal y como ocurre con la mayoría de los ejemplos presentados, la traducción española pierde la concisión y el humor del término alemán original.
Autor: Bruce Duncan, profesor emérito de alemán en el Dartmouth College.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
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