La Edad Media es un relato. Opera desde un plano psicológico y memorístico, no sobre uno histórico. Ya sea desde el punto de vista político, filosófico o social, podemos encontrar trazos de su narrativa allá donde miremos. Cuando utilizamos el adjetivo "medieval" solemos hacerlo en tono despectivo, aludiendo a prácticas bárbaras y repugnantes que sólo durante aquellos infaustos años se aceptaban comúnmente en el seno de la sociedad. Cuando pensamos en el medievo, se activa un cliché. Un meme.
Ese meme ha tenido un éxito resonante en la historia de Internet. Pensemos en la sensación que durante un tiempo causaron los infinitos cuadros del niño Jesús elaborados durante la Edad Media. Aquellos bebés deformes y casi demoníacos, interpretados a modo de ancianos en miniatura, se convirtieron en un pequeño objeto de explotación humorística. Son numerosas las cuentas de Twitter o Instagram que explotan a conciencia los animales torcidos del medievo, sus cuadros de escenas hoy cómicas, su peculiar sentido de la perspectiva y la anatomía humana.
Nosotros mismos lo hemos hecho en alguna ocasión. Reírse del medievo es fácil, siempre lo ha sido. En el camino, Internet ha llegado a amarlo y, muy a su modo, a comprenderlo. El último movimiento surgido a su vera es el mejor ejemplo de ello. Centenares de jóvenes en todo el mundo que, armados con algún instrumento de cuerda y un archivo casi infinito de samples, están revitalizando la música medieval.
Bienvenidos al bardcore.
La palabra tiene evidentes reminiscencias musicales. "Core" es un sufijo inglés muy utilizado en la genealogía pop, y hace referencia al corazón de las cosas, el elemento central a la existencia de cualquier elemento. "Bard", por su parte, significa "bardo". La fórmula sintetiza la esencia del movimiento: la música de los bardos, un género que explora los rincones del arpa, la viola da gamba y los cuernos franceses. Ritmos pausados, melodías angelicales, armonías vocales tan dulces y apelmazadas.
Pese a que YouTube está repleto de interpretaciones modernas de la música medieval, de versiones de canciones pop contemporáneas en formato bardístico, sólo durante los últimos meses ha brotado una auténtica escena internacional. El rastro originario de la misma puede ubicarse, según este artículo de The Guardian, a una creación del usuario Cornelius Link subida a la plataforma durante el mes de abril. La versión en cuestión, "Astronomia". Sí. La canción del meme de los enterradores.
Link es un ingeniero alemán de 27 años que, en pleno confinamiento y con infinidad de tiempo libre, decidió traducir uno de los éxitos más resonantes del año al lenguaje musical de la Edad Media. La canción contaba con todos los ingredientes para ser un éxito. Ausencia de interpretación vocal (con todo lo que ello implica para cualquier versión), una melodía venenosa y reconocible por media humanidad, fácilmente trasladable por sus características a una flauta de carácter medieval.
Llevando el retro a su conclusión lógica
El éxito fue inmediato "Astronomia (Medieval Style)" aglutinó centenares de miles de visitas en un puñado de semanas (hoy por encima de las 800.000) y, lo que es más importante, espoleó a numerosos creadores a versionar más y más iconos de la cultura pop en formato medieval. A principios de junio, más de un centenar de canciones bardcore se habían subido a YouTube. La conversación llegó a otras redes sociales, como Twitter y muy especialmente Reddit. El género creció por el boca a boca, como en los buenos, viejos tiempos. Solo que no en bares o salas de concierto. En Internet.
Cornelius llegó mucho más lejos con su siguiente obra, una versión de la popular "Pumped Up Kicks" de Foster The People, a día de hoy por encima de las 4 millones de visitas. Un viejo conocido de los lares medievales, ahora reivindicado tras años de relativa oscuridad, Algar The Bard, se apuntó a la rejuvenecida tendencia actualizando "Nothing Else Matters", el clásico de Metallica (más de 1 millón de visitas). Desde "Blinding Lights" de The Weekend hasta "Chandelier" de Sia, pasando por canciones de sensibilidad más minoritaria, como "Heaven Knows I'm Miserable Now", de The Smiths, la colección ha aumentado poco a poco.
La escena ha crecido lo suficiente como para ganar un pequeño espacio en los medios de comunicación. En junio, I-D publicaba un escueto reportaje hablando con algunos de los protagonistas: "Definiría el Bardcore como algo ridículo y al mismo tiempo bonito", explicaba Sam Ord, otro joven de 27 años autor de la versión de los Smiths y de esta otra de Miley Cyrus ("Wrecking Ball"), "en tiempos como estos, creo que la gente simplemente busca reírse un rato, y por alguna razón interpretar canciones modernas en un estilo medieval tiene la habilidad de hacer a la gente sonreír, aunque sólo sea durante tres minutos".
Maniobras de escapismo, un ejercicio de liberación, mero hedonismo, una forma de evadirse de la cruel realidad. Y un meme autorreferencial.
Una de las figuras más prominentes y exitosas del movimiento es Hildegard von Blingin', ilustradora con un singular don para la interpretación musical. Hildegard es un pseudónimo inspirado en Santa Hildegarda de Bingen, una monja benedictina del siglo XII provista de un talento irrepetible en decenas de artes (desde la escritura hasta la filosofía, pasando por la medicina, la mística y el naturalismo). A su estela, Hildegard, el youtuber, ha subido cinco versiones, a cual más exitosa. La más estelar de todas, "Bad Romance", de Lady Gaga, que a día de hoy acumula 5 millones de visitas.
"Tras los dos primeros vídeos, decidí hacer mis propias versiones instrumentales con los instrumentos que tenía a mi alrededor y el programa gratuito Garageband. Puedes hacer muchas cosas en casa, que es lo maravilloso de componer música a día de hoy", explica en esta entrevista. El bardcore emula en muchos sentidos otra de los grandes movimientos musicales generados por Internet durante los últimos años, el lo-fi, y predecesores más remotos como el vaporwave. Hay mucho de humor autorreferencial y de composición plenamente autónoma.
Su proceso de composición es ilustrativo de cómo opera el género: "Me lo paso bien haciendo todas las piezas instrumentales y grabando las voces, pero empecé a disfrutar el proceso cuando mi familia me regaló una librería de samples medievales (Medieval Era II) para mi cumpleaños. Ofrece un increíble abanico de instrumentos, y percibí cómo las posibilidades se multiplicaban cuando comencé a añadir instrumentos como el nyckleharpa o la viola da gamba".
Lo que separa a Hildegard de otros protagonistas de la escena son dos cosas: sus ilustraciones animadas y la versión medieval de las letras; y muy especialmente la lírica, la incorporación de voces cantadas al estilo gregoriano. Es un hecho diferencial que sumado al carácter irremediablemente viral de Lady Gaga ha espoleado su perfil por encima de otros. "Quiero hacer más", confiesa, aunque no sabe cuándo. Aguarda a las musas de la inspiración. Entre sus planes, "Seven Nation Army" o Linkin Park, amén de "Nothing Else Matters", un lugar común.
De un modo un tanto inesperado, el bardcore ha dado pie a que toda una generación de jóvenes se aproxime a la música medieval con un interés genuino. ¿Con o sin rigor histórico? Según una experta en musicología pre-moderna, da igual, nuestro concepto moderno de lo que es medieval no trata tanto sobre la precisión histórica como de crear algo nuevo, algo adaptado a nuestras ansiedades e inquietudes. En ese sentido, que las letras versionen canciones pop hedonistas tampoco tiene nada de extraño: apenas hay una o dos canciones medievales que referencien a la Peste Negra.
El bardcore sigue así a otros géneros que abundan en sus referencias medievales, o más bien en una construcción personal y desligada de cualquier precisión histórica sobre la cuestión medieval.
El Metal y sus diversas variantes es el ejemplo más evidente. La obsesión del Power Metal (Manowar y un largo etcétera) con los dragones, las mazmorras y las princesas en apuros no tiene una necesaria relación temática con el contenido artístico real de la Edad Media. Como tampoco el recurso a instrumentos folclóricos del Black Metal o el Pagan Metal, preñados de construcciones nacionalistas y esencialistas antes que de un interés histórico real por las formas y composiciones medievales (aunque algunos, como Obsequiae, lo tienen). Todos los géneros llegan al medievo impulsados por sus obsesiones, y lo reformulan.
Nuestros protagonistas de 2020 no son una excepción. Las canciones incorporan en ocasiones elementos ajenos a la instrumentación histórica y moldean nuestra idea de "medieval". Porque eso no es tan importante como la gestación de una herramienta comunicativa compartida por miles de personas. De una escena, de una comunidad. Y de una forma de evadirse de un año para olvidar.