En un momento en el que decimos adiós a la pandemia y llega el buen tiempo, los españoles estamos llenando las terrazas. Literalmente. Sólo hace falta acercarse a la Plaza Mayor de Madrid para visualizarlo. Y claro, con tanta gente demandando espacio en los establecimientos, se está llevando al sector a tomar medidas que no gustan a nadie. Hace algún tiempo, un usuario de LinkedIn se quejaba del trato de un bar del centro de Bilbao que había pegado un mensaje que decía: "Tiempo limitado de consumición de 30 minutos en la terraza".
Hoy hay ejemplos similares en toda España. Lo que nos lleva a un debate para reflexionar acerca de cuán legales son estas medidas y qué derechos tienen los consumidores en estas situaciones.
"¿Por aquí ya no falta nada más, no?":
¡¡¡Que sí, pesado, que ya nos vamos!!!
Cronometrando a los clientes. Hace unos días El Periódico de España lanzaba un reportaje interesantísimo sobre el fenómeno. En él se recopilaban varios casos de establecimientos con terraza en Barcelona que ya han comenzado incluso a cronometrar a los clientes: desde 40 minutos en una local de tapas a 60 en una pizzería. En otras ocasiones, los locales avisan con carteles pegados a los cristales que las estancias no pueden superar los 40 minutos. Otros incluso no permiten el acceso a parejas, solo a grupos de tres o más. Hay que rentabilizar las mesas al máximo.
En la piel de los restaurantes suena bien. Seamos sinceros, si eres dueño de un bar que está hasta arriba y no queda mucho espacio para sentar a la gente, es normal que se te pase este tipo de medidas por la cabeza. Digamos que una sola mesa se traduce en una pérdida de ingresos. Pongamos que llegan a tu local tres grupos de clientes. Por lo general, tendrían que ocupar tres mesas distintas. En cambio, si se fijan límites de tiempo, puedes usar una misma mesa y sentar a más de dos grupos de clientes en dos horas, lo que multiplica los beneficios de esa mesa.
¿Nos pueden obligar a dejar la mesa cuando acabamos de comer? Es algo complicado de contestar. El portavoz de FACUA, Rubén Sánchez, explicaba en este artículo de Cadena Ser que "una cosa es que te preavisen al reservar" y otra muy distinta que, "estando ya allí, pretendan echarte". Cree que "lo primero es excesivo”, pero que lo segundo ya le parece directamente "ilegal". Desde FACUA comentan que en casos extremos, como el de pasar 5 horas en la mesa habiendo pedido solo un café, la cuestión "podría valorarse".
El problema es precisamente ese, que "todo está sujeto a interpretaciones" porque no hay una regulación específica. Los hosteleros afirman de manera tajante que están en su derecho, que "es como la reserva del derecho de admisión en sus locales". Y la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) les da la razón: "Establecer un consumo mínimo o fijar un tiempo máximo de permanencia en la terraza es un práctica legal, siempre y cuando se le informe antes al cliente".
Lo hemos vivido con el Covid. No es la primera vez que vemos casos similares. En 2020, cuando la pandemia golpeó nuestras vidas, comunidades como Andalucía o Aragón establecieron un límite de tiempo para desayunar de 30 minutos, y para comer de 90. Se justificó esta medida como una manera de "evitar contagios", aunque era más bien una forma de sacar más rendimiento al poco aforo del que disponían. Fueron muchos los bares que pusieron en sus mesas un cartel para asegurar la rotación de clientes: "Duración máxima por consumición X minutos".
En aquel entonces, con las restricciones de nivel 3, parecía algo totalmente lógico. Pero, ahora, ¿son suficientes 30 minutos para tomarse una caña? Ahora no hay excusa alguna.
Los clientes, ¿indignados? El debate llega al ámbito internacional. En una publicación reciente en los foros de TripAdvisor, algunos usuarios mostraban su descontento ante una medida en la que, según ellos, "parece que está echando al cliente". Y no van desencaminados. Es muy complicado que todo el mundo gane en estos escenarios. Los restaurantes, al final, deben encontrar un balance: por un lado aplicar una norma sin que parezca que se presiona a los clientes y por otro que el comensal se sienta acogido y disfrute de una experiencia positiva.
El debate en España es diferente. Igual de alucinante es lo que los estadounidenses opinaban en este reportaje de The Wall Street Journal sobre los límites de tiempo en mesa. En él un cliente se posicionaba muy a favor de la política de reservas y agradecía el poder decidir lo que iba a comer antes de sentarse: "Prácticamente lo teníamos todo pensado". Hasta ahí todo bien. Pero nuestra situación es diferente: estamos en España. Y cuando hablamos de "tomar algo" en una terraza, a pocos les importa lo que haya sobre la mesa, sino el buen rato que podemos pasar charlando y disfrutando de la compañía. Algo que sí requiere más de media hora.
Imagen: GTRES
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