Una de las zonas más populares de la capital quedará cerrada a visitas durante parte de la tarde y la noche
La medida se adopta tras quejas de los residentes, que soportan una intensa marea de turistas a diario
Si algo está demostrando el escenario postpandemia es que para los grandes destinos turísticos hay una amenaza todavía mayor que la subida de precios, el encarecimiento del alojamiento o incluso las olas de calor extremo que amenazan con redibujar el mapa y las dinámicas del sector. El gran peligro que les acecha es morir de éxito. Ocurre en Barcelona, Venecia o Ámsterdam, ciudades en las que los vecinos dan claras muestras de su incomodidad ante la masificación. Y ocurre en Seúl, donde para atajar la marea de visitantes que asfixia uno de sus barrios más populares han decidido aplicarles una medida radical: un toque de queda.
Y no es la única estrategia que seguirán.
La esencia de Seúl. Seúl es una ciudad cosmopolita, moderna y con un impresionante skyline formado por rascacielos de hasta 550 metros, pero eso no significa que no tenga espacios en los que aflora su pasado y tradiciones. Ejemplo claro es Bukchon Hanok Village, un barrio donde es posible pasear entre las casas típicas del país, las conocidas como hanok, que remontan su historia al siglo XIV. Bukchon se extiende además por un distrito céntrico, no muy lejos del santuario real Jongmyo y los populares palacios Gyeongbokgung y Changdeokgung.
Un destino tradicional… y concurrido. Sus paisajes y atractivo han convertido a Bukchon Hanok Village en un gancho para una marea de turistas que acuden a diario a sus calles para maravillarse con los hanok. Y lo de marea en este caso se ajusta bastante a la realidad. Se calcula que cada año pasan por la zona 6,4 millones de turistas y que en 2023 se alacnzaron los 6,6 millones, incluidos tanto visitantes procedentes de otros puntos de Corea del Sur como del extranjero. En la práctica, eso se traduce en aproximadamente 18.000 visitantes diarios.
La cuestión es que en Bukchon no todo es turismo. Si el barrio mantiene su encanto es en gran medida porque allí sigue viviendo gente. Unos 6.000, según los datos que maneja la CNN. En la zona también hay comercios, posadas, tiendas de artesanía y cafeterías. La convivencia entre unos y otros no siempre es sencilla.
El diario Korea JoongAng Daily apunta que el año pasado las autoridades del distrito recibieron 202 quejas de vecinos molestos por el comportamiento de los visitantes, el jaleo, la suciedad y los vehículos mal aparcados. El problema no es nuevo. De hecho en 2018 ya se instalaron varios carteles en cuatro idiomas en los que se ruega a los visitantes que moderen el ruido durante sus excursiones.
Un paso más allá. Ahora el Gobierno local ha ido un paso más allá. O varios, según se mire. Conscientes de las fricciones entre los lugareños y la avalancha de turistas han decidido echar mano de la Ley de Promoción Turística y designar el barrio una "zona de gestión especial", la primera del país, precisa la CNN.
Quizás suene a trámite burocrático, pero la medida llegará acompañada de una serie de movimientos dirigidos a controlar el flujo de visitantes: se restringirá el paso por ciertas zonas de los buses que alquilan los turistas y se dividirá la zona en tres áreas con diferentes colores, rojo, naranja y amarillo, para que las autoridades puedan gestionar los movimientos y centrarse en las calles más concurridas. Para que el plan resulte efectivo se contempla también la aplicación de multas.
Centrando el foco. Korea JoongAng Daily precisa que la Oficina del Distrito de Jongno, al que pertenece Bukchon Hanok, ya ha movido ficha: hace días incluyó un área de 279 acres —equivalente a unas 113 hectáreas— que aparca partes de los barrios de Samcheong-dong y Gahoe-dong en una zona de "control especial".
En su peculiar código de colores, el rojo se lo ha asignado a los alrededores de Bujchon-ro 11-gil, la zona donde se localizan la mayoría de hanok y soporta la mayor presión turística. La idea es arrancar en octubre con una prueba de las nuevas normas, aunque los vecinos aún tardarán meses en verlas totalmente desplegadas. En enero prevé por ejemplo eliminar algunas paradas de bus.
Toque de queda (para turistas). La medida más drástica será otra, sin embargo. Como parte de su programa las autoridades de Seúl plantean aplicar a partir de marzo un estricto horario de visitas en la "zona roja" de Bukchon Hanok Village, la más concurrida y popular entre los visitantes. Entre las cinco de la tarde y las diez de la mañana el acceso a ese entorno estará vetado a los visitantes.
Y se hará de forma estricta además. Quienes se salten el veto se arriesgan a una multa de 100.000 wones, unos 72 dólares. Dadas las características poco ortodoxas de la norma hay ya varios medios nacionales e internacionales que hablan de un "toque de queda" para turistas. En las zonas naranja y amarilla no se aplicará el control horario, aunque habrá técnicos encargados de controlar la actividad.
El "toque de queda" ha generado expectación, pero en la propia Bukchon Hanok Village hay quien lo ve con escepticismo. El motivo: a la hora de fijar los horarios las autoridades parecen haberse ceñido a las costumbres que ya tienen los turistas, con lo que el cierre del barrio entre última hora de la tarde y primera de la mañana no supondría grandes cambios. "En invierno, los visitantes se van a las cinco de la tarde y en verano a las seis porque los días son más largos", comenta a CNN Travel Lee Youn-hee, dueño de una cafetería: "Esto no supondrá una gran diferencia".
El gran dilema del turismo de masas. Seúl no es la única ciudad que ha decidido tomar medidas ante la avalancha de turistas, una práctica cada vez más frecuente en los grandes destinos internacionales que buscan compaginar su éxito entre los visitantes con el día a día de sus propios habitantes. En Ámsterdam han llegado a lanzar una campaña para mantener a raya a los visitantes más molestos, en Venecia han decidido aplicar una nueva tasa turística, en Kioto han puesto coto a los "turistas paparazzi" en la zona en la que trabajan las geishas y en la misma Japón empezarán a cobrar por subir al Fuji por el sendero más popular.
Imágenes | Domenico Convertini (Flickr), ROFAD (Flickr) y Tom Page (Flickr)
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