Beirut antes y después de la explosión, vista desde el aire

137 fallecidos y más de 5.000 heridos después, la explosión de Beirut se cuenta ya entre las más violentas (no nucleares, al menos) de la historia. Poco a poco se van conociendo las causas del accidente. El almacén accidentado llevaba años guardando más de 2.700 toneladas de nitrato de amonio, un material altamente reactivo sin el debido mantenimiento. Negligencias al margen, las consecuencias del estallido han sido calamitosas. Lo vimos el mismo día: media ciudad quedó en ruinas.

Hay muchas formas de comprender la escala de la tragedia. Una rotaría en torno a lo espectacular de las cifras. Según las autoridades, unas 300.000 personas habrían quedado sin hogar, una cifra alarmante si pensamos en los más de 2.000.000 de personas que viven en Beirut y alrededores. Sabemos que la onda expansiva causó graves daños a todos los edificios de la zona, y que la implosión se percibió en un radio de 200 kilómetros a la redonda. Un pequeño seísmo regional.

La otra forma es la visual. Muy en especial desde el aire. Dos agencias dedicadas a la fotografía espacial compartieron imágenes del antes y el después de la zona portuaria, la más afectada, en Twitter. Cuesta infraestrimar el alcance de la destrucción. @PlanetLabs, por ejemplo, compara la misma parte de la ciudad en dos fechas distintas, el 31 de mayo y el 5 de agosto. Todos los edificios colindantes al lugar de la explosión (almacenes en su mayoría) han quedado volatilizados, resumidos a la más absoluta nada. Una zona de guerra.

Maxar Technologies ha optado por otro mecanismo comparativo: un gif superponiendo las fotografías sobre el puerto del 4 de agosto y las del día siguiente. Aquí se aprecia con mayor nitidez hasta qué punto la zona se ha convertido en una auténtica zona cero. No sólo por la docena de edificios reducidos a escombros, sino también por los destrozos más discretos de los alrededores. Se trata de un barrio densamente poblado que percibió la intensidad de la explosión en primera persona. Numerosos cristales cayeron, numerosos edificios fueron dañados.

Cerrando el foco, los detalles son aún más ilustrativos. Es lo que hace también Maxar en estas imágenes. El silo que almacenaba el nitrato de amonio ha quedado reducido a la mitad, partido en dos, mientras que del resto de naves sólo sobrevive el andiamaje. El resto probablemente pereció pasto de las llamas. Las calles, incluso desde el aire, muestran un aire caótico. Beirut se ha convertido en una ciudad disfuncional desde el accidente. No sólo por las ruinas, sino también por los hospitales colapsados y por la abierta paralización de las autoridades.

Las implicaciones son altas a nivel nacional. Los silos del puerto almacenaban en torno al 85% del grano del país.

El New York Times ha realizado unas infografías muy útiles para comprender mejor la escala humana y económica del accidente. Por ejemplo: a un kilómetro a la redonda, el radio donde la explosión tuvo un carácter más destructivo, viven en torno a las 116.000 personas. Dentro de ese perímetro casi todos los edificios sufrieron daños exteriores, incluido un hospital cercano, así como otras instalaciones públicas y civiles. El puerto ha quedado inutilizado. Por fortuna, la zona más densa de Beirut se encuentra más al sur, donde la onda expansiva fue menor.

¿Y qué tiene de especial el estallido del Líbano? Una buena forma es compararlo con otras explosiones de nitrato de amonio, no nucleares, y lo espectacular de su radio de acción. Una muy reciente que comentamos en su momento: en Tianjin, en 2015, una gigantesca deflagración arrasó buena parte de la zona portuaria. La ciudad, de 12 millones de habitantes, sufrió un destino muy similar al de Beirut. Numerosos daños y casi dos centenares de muertos. Resultó muy espectacular, y con todo tan sólo detonó 800 toneladas de nitrato de amonio, frente a las 2.700 de Beirut.

En un gráfico de Visual Capitalist:

Es probablemente una de las explosiones no-militares, lejos de un conflicto bélico, más poderosas de toda la historia, lo suficiente como para iniciar un pequeño terremoto de magnitud 3,3 en la escala Richter. En comparación con otras detonaciones de las que hablamos hace poco, Hiroshima y Nagasaki, su poder destructivo palidece: el estallido de Beirut alcanzó una potencia equivalente a los 1,8 kilotones de TNT, mientras que las dos primeras bombas nucleares arrojadas sobre población civil superaron los 13 y los 23 kilotones.

Otras equivalentes se dieron en Halifax, Canadá, en 1917 (2,1 kilotones, un barco que transportaba explosivos saltó por los aires); y en Texas City, en 1947 (unos 3 kilotones, otro barco con nitrato de amonio). Beirut sigue el mismo patrón: zona portuaria, negligencia y toneladas y toneladas de nitrato de amonio. Una mezcla literalmente explosiva que cuenta con diversos precedentes a lo largo de la historia. Aquí se pueden repasar las explosiones no-nucleares más potentes. Beirut se cuenta entre ellas.

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