Ayer tanto la Agencia Europea del Medicamento, la EMA, como su equivalente británico, MHRA, dieron sendas conferencias acerca de la evaluación sobre los riesgos de la vacuna AstraZeneca en base a los actuales datos disponibles. Ambos comités han constatado que han encontrado, en palabras de la EMA, "un posible vínculo con casos muy raros de trombos sanguíneos, junto con niveles bajos de plaquetas sanguíneas".
¿Cuántos casos? De los 34 millones de personas que han sido vacunadas dentro del Área Económica Europea y Reino Unido con AstraZeneca, hay oficialmente registrados 169 casos de trombosis del seno venoso cerebral y 53 de trombosis de la vena esplénica. Un afectado por cada 660.000 vacunados, nos dicen. Se contrata también la “alta eficacia” de la vacuna para evitar la enfermedad y se insiste por parte de los dos organismos en que por el momento y con lo que tenemos sobre la mesa los beneficios de la vacuna siguen siendo muy superiores a los riesgos. Pero, ¿cómo entender mejor de qué hablamos cuando hablamos de que los beneficios superan a los riesgos?
Desde su publicación online, muchos medios y expertos se están haciendo eco de unas gráficas creadas para el MHRA por investigadores de Cambridge del Winton Center for Risk and Evidence Communication para estas conferencias que podrían ser útiles para hacer esta representación mental. De nuevo, insistimos, con los datos que han cotejado estos organismos hasta el momento. En ellas vemos cómo los riesgos no son los mismos según grupo de edad y nivel de propagación del virus.
Así, cuando el riesgo de exposición de la población es bajo (una incidencia registrada de 2 contagiados por cada 10.000 ciudadanos), las admisiones de ciudadanos en la UCI en un período de 16 semanas son 0.8 casos por cada 100.000 habitantes dentro del grupo poblacional de entre 20 y 29 años, mientras que el riesgo de trombo sube a 1.1 casos bajo las mismas circunstancias. O dicho de forma aún más sencilla, que un chico de 25 años tiene más probabilidades de sufrir efectos graves por la vacuna AstraZeneca que de terminar en la UCI por el Covid en ese punto.
Ese sería el único caso de todos los escenarios cotejados en los que AstraZeneca podría ser, a nivel de probabilidades de riesgo, peor que no ponerse esa vacuna. Como vemos, el riesgo va cayendo a medida que aumentamos la edad del grupo a estudiar, y mucho más si la incidencia del virus es mayor, cuando anda en seis infectados por cada 10.000 o 20 por cada 10.000.
Hay algunos matices importantes: este análisis de Cambridge no incluyó los efectos secundarios a largo plazo de la infección por Covid, que sabemos que debilita de alguna forma a más de la mitad de los que lo han pasado más allá de las primeras 16 semanas después de la infección y del que, aunque aún no sabemos todo lo que nos gustaría, puede provocar otros efectos adversos duros como disfunciones pulmonares, daños neurológicos y un largo etcétera.
Si los hubieran tenido en cuenta, se redundaría en los beneficios de la vacuna, como también pasaría si hubiesen tenido en cuenta el factor de reducción de la transmisión, esto es, que aunque el joven que se pone la vacuna se podría arriesgar ligeramente más a los coágulos sanguíneos que a acabar en la UCI, ayudará a que el virus circule menos por estar él inmunizado, y eso conlleva efectos muy positivos en la salud pública.
Además y pese a todo, el regulador británico ha recomendado que se le facilite una vacuna alternativa a los menos de 30 años. Curiosamente, y si todo sigue como lo anunciado ayer, Reino Unido tendrá ahora una postura más precautoria que la propia EMA a este respecto.
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