Pocos sitios en el mundo recuerdan tanto el padecimiento de los grecochipriotas, convertidos en refugiados de la noche a la mañana mientras el ejército turco avanzaban a través de sus ciudades marítimas hace más de 40 años. La localidad costera oriental de Varosha, que alguna vez fue el patio de recreo de famosos y apodada la “joya del Mediterráneo”, quedó como una ciudad fantasma vallada, con hoteles de lujo abandonados a la vegetación y al olvido. La invasión vació la ciudad de sus residentes.
Ahora, sin embargo, junto a los edificios que se derruyeron hace 47 años, una cantina móvil ofrece dulces y zumos a los bañistas. En una zona de la playa, las autoridades turcochipriotas han erigido hamacas y sombrillas. Quieren reconvertir la ciudad al turismo.
El origen. Para entender por qué este “Benidorm” chipriota ha vuelto a la agenda internacional hay que conocer los conflictos internacionales pasados. En 1974, las tropas turcas se apoderadon del tercio norte de Chipre en respuesta a un golpe fallido en Nicosia destinado a unir el país a Grecia. Desde entonces, la isla se ha dividido entre la República de Chipre, dirigida por los grecochipriotas, y la República Turca del Norte de Chipre, que solo es reconocida por Ankara.
Pequeños retazos de una batalla en ciernes por un área que, antes de convertirse en un tablero de Risk geopolítico, era el destino más atractivo del Mediterráneo. Un espacio donde la élite europea gravitó hasta que los extremistas de derecha que defendían la enosis, o la unión con Grecia, dieron un golpe nefasto con el apoyo de los coroneles que gobernaban Atenas, provocando la invasión turca.
Un nuevo cambio. ¿Por qué está volviendo todo esto al presente? Porque Varosha, que alguna vez fue un centro turístico de la jet set, está siendo reconstruida en lo que es el último movimiento estratégico de Turquía en el Mediterráneo oriental. La idea de que una ciudad fantasma como esta iba a resucitar como un parque temático del siglo XXI hubiera sido impensable hace años. De hecho, en más de cuatro décadas casi no ha habido movimiento entre las ruinas de la guerra.
Polémica. Hace unos meses, Erdogan declaraba su intención de volver a explotar Varosha. Su idea: una solución de dos Estados. Una medida que enfrenta una fuerte resistencia por parte de los propios turcochipriotas, muchos consternados de que una ciudad fantasma que nunca fue de ellos deba abrirse ahora a los turistas. La UE denuncia el plan como "inaceptable". Y EEUU, más de lo mismo.
Erdogan también ha insinuado que hará un llamamiento a los grecochipriotas para que regresen a sus hogares. Más de 300 ya se han postulado a la comisión de bienes inmuebles para recuperar lo que probablemente le costará a Turquía miles de millones en compensación.
Un símbolo de división. En realidad, desde que la república Turca de Chipre del Norte proclamó unilateralmente su independencia en 1983, sólo ha sido reconocida por Turquía, lo que ha llevado a años de aislamiento internacional para una población no solo castigada por las políticas de reasentamiento, sino dependiente de Ankara para recibir ayudas. Este mes, Bruselas reiteró que cualquier solución que revierte los esfuerzos para reunir a las dos comunidades étnicas en una federación bizonal y bicomunal, durante mucho tiempo el foco de las conversaciones de reunificación respaldadas por la ONU, ha sido inútil.
Conflicto internacional. Antes de la reapertura de Varosha, el jefe de política exterior de la UE advirtió que todo esto "provocaría mayores tensiones" entre turcos y grecochipriotas, que no están de acuerdo sobre quién debería habitar y beneficiarse legítimamente del norte de la isla. "Subrayamos una vez más la necesidad de evitar acciones unilaterales que violen el derecho internacional y nuevas provocaciones, que podrían aumentar las tensiones en la isla y comprometer el regreso a las conversaciones sobre una solución integral del problema de Chipre", explicaba Josep Borrell.
"Quiero repetir que nunca, jamás aceptaremos una solución de dos estados", señalaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, insistiendo en que el bloque estaría observando de cerca los pasos de Erdogan. Para muchos, los cambios en Varosha reflejan la frustración de ambos bandos por décadas de conversaciones fallidas. En 2004, cuando Chipre estuvo más cerca aún de asegurar un acuerdo de paz, la comunidad minoritaria votó a favor del plan. Los grecochipriotas, por el contrario, lo rechazaron. No parece que el conflicto esté cerca de terminar.
Imagen: Marco Fieber
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