La gente, los estadounidenses sobre todo, han ido a ver Black Panther, la última película de la factoría Marvel. 360 millones de dólares se han desembolsado en su primer fin de semana, y en términos nacionales es el quinto mejor estreno de todos los tiempos.
Hay muchas maneras de cifrar su éxito, pero nos basta con saber que ha ido bien pese a tener un reparto casi enteramente compuesto de personajes negros. Que el mundo blanco no le ha dado la espalda a una película en la que su raza no se vea permanentemente en pantalla, igual que le pasó, en el caso del género, a Wonder Woman.
Esto, que podría parecer una tontería sin importancia e incluso algo que no deberíamos tener en cuenta a la hora de hablar de una película, no siempre ha sido así. En realidad hace no mucho parecía una propuesta financiera impensable.
Primeras películas, primeros héroes
Como sabemos, desde hace casi dos décadas el cine de superhéroes de DC y Marvel ha ido tomando las salas y los presupuestos de los grandes estudios, y cuando el tema empezó a ponerse serio, en torno a 2010/2011, empezaron a tener lugar conversaciones acerca de la falta de películas protagonizadas por mujeres, negros… en fin, cualquier cosa que no sean hombres blancos.
Según los propios estudios de mercado de la industria de los tebeos de Estados Unidos, son los chicos de entre 18 y 34 años, mayoritariamente blancos, los que compraban casi todas las grapas. Que la demografía del cómic se trasladase a la gran pantalla parecía tener entonces todo el sentido. Además, en aquellos tiempos del estreno de Iron Man aún no estaba tan claro el futuro de estas franquicias, razón por la que las propuestas multimillonarias recaían en los personajes de primer nivel de cada casa de cómics.
Pero entonces algo empezó a ocurrir. Se lanzaron propuestas como Guardianes de la Galaxia o el octavo intento de revitalizar a Spider Man. Se anuncian películas de Deadpool o Ant-Man, y parecía que la película de Wonder Woman no iba a llegar nunca, pese a que hasta Joss Whedon había hecho en 2005 un guión para adaptarla.
Como recordaban algunas cabeceras, la audiencia de los cines norteamericanos es femenina en un 52%. ¿Por qué entonces esa falta de variedad en género y raza de los personajes?
Así era el "mi perro se comió la diversidad" de la industria
Como comentaba Reed Tucker, autor de un libro sobre la tradicional rivalidad entre Marvel y DC, era “sabiduría popular dentro de la industria que las audiencias no favorecerían una película protagonizada por una mujer”, un comentario que compartían otros periodistas cinematográficos hace un lustro. Antes de que llegasen al mundo del cine, se decía algo parecido en los entornos del tebeo: hacer los cómics menos sexistas y más inclusivos alienaría a la audiencia masculina, es decir, a su público preferente, como explicó la guionista Jessica Abel.
Joe Quesada, el que sería supervisor jefe de Marvel Comics durante la década de los 2000 dijo en 2012: “me encantaría hacer una película de alto presupuesto con un rol femenino protagonista, pero no creo que haya ahora mismo ahí fuera ninguna actriz o personaje femenino que pueda funcionar a esos niveles”.
Lo mismo pensaban los propios ejecutivos. Diane Nelson, la presidenta del departamento de entretenimiento de DC y manager de Warner Bros, comentaba en 2013 cómo una película de Wonder Woman, la tercera figura más importante de su marca, era “difícil” de llevar a cabo, justificándose en la necesidad de encontrar una actriz que gustase “a ambos géneros” y en que la princesa amazónica “no tiene una historia única, clara y convincente que todos conozcan y reconozcan".
El cabeza detrás de Marvel Studios desde 2007, Kevin Feige, fue más astuto en sus declaraciones. Cuando se le preguntaba por la falta de protagonistas femeninas en el universo cinematográfico de su marca, se mostraba encantado de que hubiesen llevado al cine a tantas mujeres fuertes, que era una alegría que haya “tantos personajes femeninos que apoyen a los personajes masculinos” en sus obras.
Esquivaba la conversación sobre la inexistencia de una película de La viuda negra diciendo que ya es genial tener a Pepper Potts ayudando a Iron Man. Además, según él mismo, tenían "demasiadas franquicias" en sus manos como para hacer otra película más o para preocuparse de incorporar a Avispa al equipo de Los Vengadores.
El comentario más directo a esta problemática nos llegó gracias a la conocida filtración de los emails de Sony. En una correspondencia de la que no ha trascendido el contexto, del CEO de Marvel Perlmutter exponía en 2014 que Catwoman, Electra y Supergirl eran ejemplos “de entre muchos otros” de cómo las pelis con superheroínas han sido históricamente un fracaso económico.
Y hablando de Catwoman. El año en el que esta película se dio de bruces fue también el mismo en el que Marvel dio luz verde a una película de Luke Cage dirigida por John Singleton, pero en 2007 se anuló el proyecto y, según Singleton, uno de los factores para que se aparcase la cinta fue la raza de su protagonista.
En todos los casos se apunta al miedo subyacente entre los inversores a perder mercado. Y cómo no darles la razón si anteriores intentos, como los citados, han demostrado ser fiascos en taquilla.
Claro que también había decenas de ejemplos contrarios.
Cuándo sí y cuándo no le damos importancia a raza y género
En esta década las salas han estado a rebosar por un par de fenómenos llamados Los Juegos del Hambre o Crepúsculo; miles de chicos compraron réplicas de la muñeca Hit Girl de Kick Ass; y yéndonos más atrás en el tiempo podemos afirmar que los chavales de distintas generaciones no se han sentido violentados por películas como Alien, Kill Bill, La teniente O'Neil o sagas como Underworld o Resident Evil.
Si queremos darle la vuelta al argumento de fondo, tampoco es que podamos considerar un gran bombazo Hulk, The Amazing Spider-Man 2, Green Lantern o la última de Los Vengadores (no creas que ha recaudado tanto). El beneficio del personaje blanco masculino es que, al ser el héroe por defecto, su fracaso se achaca a otros motivos, pero como alertaba Diane Nelson, cuando se trata de una superheroína mujer los ejecutivos, mayoritariamente hombres, van a ver su género como uno de los factores de fracaso.
Otro de los argumentos esgrimidos desde el punto de vista empresarial es el de que los blockbusters, como empresas que ya rentabilizan más a nivel internacional, tienen que atraer a todos los públicos, y según ciertos analistas los chinos, japoneses, coreanos, o indios no se sienten atraídos por personajes negros. Como se recogía en otros documentos de Sony, hay ejecutivos que creen que películas como The Equalizer: El protector nunca funcionarán internacionalmente porque el resto del mundo es racista, sugiriendo con ello que no es rentable invertir en estos proyectos.
Pero también sabemos que Blade funcionó bastante bien en su día, que precisamente fue un exitazo en Japón del que los ejecutivos no entendieron para nada su atractivo (aquí comenta Wesley Snipes cómo a él también le dijeron en 1998 que un afroamericano no vendería fuera de sus fronteras), y que la audiencia de todo el mundo se entusiasmó ante la llegada de Hancock.
Así que después de este año, con el apoyo en taquilla de Wonder Woman y Black Panther, podría ir borrándose esa “sabiduría popular” dentro del negocio de que lo que no sean hombres blancos en pantalla serán handicaps a la hora de engrosar más dinero.
Que puede que el presupuesto de la película juegue un factor clave a la hora de seducir al público, que a mayor gasto en márketing también sea más fácil convencer a los potenciales espectadores. Que marcas como Warner o Marvel Studios ya lo tienen fácil para hacer que la gente se acerque a sus nuevas franquicias. Y por ir más allá, que puede que la calidad del proyecto cinematográfico en sí también sea un factor a tener en cuenta para determinar por qué Electra o Catwoman fracasaron en taquilla.
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