La industria de cannabis goza de suculentas previsiones tanto en Canadá, donde el comercio de la marihuana fue legalizado el pasado otoño, como en Estados Unidos, donde un puñado de estados ya han regularizado su consumo. Ahora la tendencia parece llegar a Europa de la mano de los principales actores de la industria. Y uno de los puntos de entrada, pese a la ausencia de leyes reguladoras, es España.
¿Qué sucede? Que Canopy Growh acaba de adquirir Cáñamo y Fibras Naturales SL, Cafina. La primera es una de las mayores compañías canadienses dedicadas a la industria del cannabis. La segunda es una de las escasas start-ups españolas que cuentan con la sanción de la Agencia Estatal de Medicamentos para cultivar e investigar las posibilidades de la marihuana medicinal.
¿Eso es legal? Aún no. El cannabis opera en España sobre un incierto estatus legal. Su posesión y consumo en pequeñas cantidades está permitido en el interior de los hogares; su venta o transporte fuera de ellos no. Pese a todo, el Ministerio de Sanidad lleva dos años ofreciendo licencias de cultivo experimental a un abanico cerrado de empresas. En la actualidad sólo tres, incluyendo Cafina, pueden cultivar legalmente.
¿Cómo? Mediante una ley aprobada por las autoridades franquistas que data de 1967. La AEMPS puede expedir permisos y licencias para desarrollar productos estupefacientes siempre y cuando se destinen al uso medicinal. Es un subterfugio que interesa a Canopy: si España legaliza en algún momento el consumo de marihuana, la adquisición de Cafina le permite acceder al mercado con una licencia válida. Un atajo.
¿Es importante? Sí. Canopy ya posee un laboratorio en Alemania y un enorme invernadero en Dinamarca. La compañía aspira a convertirse en una de las principales empresas globales del cannabis, y cree que España, con su fértil terreno y soleado clima, es un nodo ideal para dominar el mercado europeo. Cafina surge precisamente de Callosa del Segura, donde el cáñamo autóctono lleva formando parte de la economía local (hilos y redes) durante siglos.
El futuro. La absorción de Cafina provocó que las acciones de Canopy se dispararan un 4% durante la tarde de ayer. La compañía aspira a crecer durante los próximos dos años: el año pasado generó $186 millones de ingresos; este año quiere superar los $744 millones; y para 2020 desea rebasar los $1.000 millones. Su CEO, Bruce Linton, busca convertir a Canopy en la campeona global de la marihuana.
Los mercados, de momento, responden: se estima que puede convertirse en una compañía de $15.000 millones. La adquisición de Cafina puede jugar un rol crucial a largo plazo como puerta de entrada a Europa, aunque otros analistas juzgan la venta demasiado buena para ser cierta.
Para España. La situación legal del cannabis en España sigue siendo una maraña incomprensible de ambigüedades y legislaciones parciales. El sector opera en un limbo. La entrada de Canopy o de otras multinacionales del sector puede promover un clima político favorable a la legalización. Algunos partidos, como Podemos, defienden la defienden abiertamente amparados en motivos económicos.
Imagen: Commons
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