Todos los países afrontan un difícil equilibrio a corto plazo entre la reactivación de la economía y el riesgo de un segundo brote. La mayor parte de gobiernos europeos tratarán de resolverlo mediante desescaladas paulatinas. Bélgica presentó su plan ayer, y al reguero de fechas y reaperturas hay que sumar una idea interesante: una "burbuja social" definida y limitada a no más de diez personas.
El sistema. La idea es sencilla, aunque su puesta en práctica no. De sintetizarse, cada belga podría elegir a diez personas con las que podría interactuar durante el fin de semana. Se trataría de canalizar los contactos sociales entre personas no contagiadas, controladas por las autoridades, permitiendo que familias y amigos puedan reencontrarse sin los riesgos asociados a una libertad de movimientos total.
Problemas. Son numerosos desde un punto de vista logístico. ¿Qué sucede si una de las personas a las que hemos incluido en nuestra bolsa social no hace lo propio con nosotros? ¿Qué pasa si las diez personas de uno de nuestros familiares son muy dispares a las nuestras, ampliando el círculo social? ¿Cómo puede vigilar el estado el cumplimiento de tales contactos, si se realizan en la vida privada? Cuestiones aún sin resolver.
Recorrido. Otros gobiernos tantean medidas similares. Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa, ha sugerido un sistema similar, "burbujas" acotadas a cada familia que avive los vínculos sociales sin los riesgos de un desconfinamiento total. Nueva Zelanda fue el primer país en plantearlo. En su caso, cada ciudadano podrá incluir en sus "burbujas" a familiares o amigos ya fuera de su casa, pero siempre dentro de la misma ciudad.
El gobierno neozelandés articuló la vida bajo el confinamiento en torno a "burbujas de hogares". Cada persona quedó constreñida a un pequeño círculo social/familiar, el único con el que podría interactuar personalmente dentro y fuera de casa. En la desescalada, se permitirá que las distintas "burbujas" interactúen. Un ejemplo debatido ahora en Irlanda y Reino Unido.
Más ideas. La propuesta de Bélgica no pasa de ahí, y es incierto hasta qué punto el gobierno la llevará a cabo. Por el momento, su primera ministra, Sophie Wilmès, ha adelantado el calendario de apertura del país. El 4 de mayo se reactivará la industria; el 11 de mayo, el pequeño comercio, con limitaciones; el 18 de mayo, las escuelas, con un máximo de diez alumnos por clase; y el 4 de junio, los bares y restaurantes.
El ejecutivo se reserva la posibilidad de abrir o cerrar el grifo en función de la evolución de la pandemia.
Crítico. Bélgica es a día de hoy el país europeo con mayor número de muertos por habitante: 633, muy por encima de España (510) o Italia (446). La cifra tiene trampa: las autoridades belgas están contando a miles de fallecidos en residencias de ancianos sospechosos de haber contraído la enfermedad, pero sin positivo por PCR. Es una práctica que no se da en el resto de países europeos.
Pese a todo, lo crítico de la situación ha obligado a medidas de confinamiento drásticas que, a partir de ahora, se suavizarán.
Image: Chema Artero/AP
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