Alto, muy alto, de mirada fiera y luenga barba y cabellera desparramadas sobre unos hombros fornidos. Si intentas imaginar un vikingo probablemente te venga a la mente una imagen parecida: un hombre fuerte y rudo encaramado machete en mano a su drakkar, un barco de guerra con mascarón de proa en forma de dragón de fauces abiertas. Quizás cambien los detalles; la esencia, no tanto. Y sobre todo lo que casi seguro no variará es el género. No todos los vikingos celebrados en los grandes poemas épicos eran sin embargo iguales. Ni todos eran varones.
Si viajas a Laugarbrekka, al oeste de Islandia, verás una escultura que así lo confirma. La figura muestra una mujer de pie sobre un barco, con túnica, la mano izquierda apoyada em la proa de un mascarón vikingo y la derecha sosteniendo a un niño que se balancea sobre su hombro. Ambos miran al horizonte.
La escultura, creada por Ásmundur Sveinsson, no es un reconocimiento abstracto y tardío a las mujeres nórdicas, así, en genérico. Su intención es conmemorar a una figura muy concreta: Gudrid Thorbjarnardóttir, conocida como "la viajera lejana", una pionera de las exploraciones a América del Norte, navegante incansable, ligada a grandes figuras de la épica vikinga y a quien se presenta a menudo como la madre del primer bebé de raíces europeas nacido en el continente.
Entre las grandes sagas
De ella sabemos unos cuantos detalles, aunque nos han llegado entre mitos y leyendas y salpicados de personajes fantásticos que invitan a tomar las referencias con cautela. Si hoy conservamos su nombre es gracias a dos leyendas nórdicas que sobrevivieron durante siglos en la tradición oral: ‘La saga de Erik el Rojo’ y ‘La saga de los Groenlandeses’, que se unen en las ‘Sagas de Vinland’ y relatan los viajes vikingos por las periferias de América del Norte hacia el siglo décimo.
A esa época pertenece Gudrid, quien se cree que nació hacia el siglo X en la península de Snæfellsnes, al oeste de Islandia, hoy conocida sobre todo por el Parque Nacional Snæfellsjökull y el volcán del que toma su nombre.
Cuando todavía era una adolescente de alrededor de 15 años la “viajera lejana” empezó a fraguar su historia lejos de su isla, lanzándose al mar junto a su padre, Thorbjorn, para navegar hacia el oeste y unirse a la colonia en Groenlandia de Erik el Rojo. El primer marido de Gudrid sería de hecho Thorstein, el hijo menor del intrépido explorador y comerciante noruego identificado por su cabello rojizo.
Más allá de ese punto de partida lo que sabemos sobre la intrépida Gudrid Thorbjarnardóttir cambia según sigamos una u otra saga. Su riqueza, los detalles de su periplo… pueden variar según la saga que manejemos. Nada extraordinario si tenemos en cuenta —entre otros factores— que los relatos se recogieron en Islandia hacia el siglo XIII, cuando habían pasado dos siglos de los hechos que narran.
¿Qué nos cuentan las sagas sobre Gudrid en sus relatos, entre historias y personajes que no desentonarían en un capítulo de ‘Juego de Tronos’, como dragones, trolls y muertos vivientes? Para tener una imagen completa hace falta combinar los diferentes episodios que nos narran las las ‘Sagas de Vinland’.
En ‘la de los Groenlandeses’ se nos describe a Gudrid como una mujer "sorprendente y sabía" y se relata que mientras afrontaba su primer periplo sufrió una naufragio del que sobrevivió gracias a la ayuda de Leif, otro de los hijos de "el Rojo" y que pasaría a la historia por convertirse, en teoría, en el primer europeo en pisar América del Norte. No fue el único reto que la intrépida Gudrid tendría que encarar a lo largo de su juventud. Durante uno de los duros inviernos del norte le tocó hacer frente a otra desdicha: la muerte de su marido, Thorstein.
Tras la muerte de su primer marido, la viajera volvió a contraer matrimonio con un comerciante islandés, Thorfinn Karlsefni, con quien navegó hacia el Nuevo Mundo. Allí alumbró a su hijo Snorri, una figura crucial: supuestamente el primer bebe con raíces europeas que nació en aquellas nuevas tierras de América del Norte.
Gudrid había llegado a lo que los vikingos llamaban Vinland, "la tierra del vino", un área costera de América del Norte que abarcaba Terranova y el golfo de San Lorenzo hasta el noreste de Nuevo Brunswick y que los vikingos exploraron hacia el año 1000, nada menos que cinco siglos antes de que Cristóbal Colón caminase por la isla de San Salvador, en las actuales Bahamas. Durante cerca de tres años la intrépida viajera islandesa vivió, exploró la zona y tuvo a su retoño, Snorri.
Todo antes de regresar a una granja de su Islandia natal, previo paso —según relata una de las versiones— por Noruega. ¿Qué le sucedió después? ¿Cómo siguió la historia de Gudrid? 'Los Groenlandeses' nos ayudan a componer el retrato de la siguiente etapa de su vida, marcada por una peregrinación a Roma y un retorno a su hogar convertida en una mujer religiosa. Su hijo, Snorri Thorfinnsson, que aparece sobre su hombro en la estatua conmemorativa de Laugarbrekka, se convertiría de hecho en una figura clave en la cristianización de Islandia.
La otra gran pregunta, claro está, es: ¿Y más allá del mito? ¿Qué pruebas tenemos de los periplos de Gudrid al margen de las sagas, en las que su historia se mezcla con personajes a todas luces ficticios, incluidos fantasmas y brujas?
La clave al acudir a las sagas —recuerda la escritora Nancy Brown, en declaraciones recogidas por Smithsonian Magazine— no está tanto en preguntarse por su veracidad como en si resultan o no plausibles. Al fin y al cabo durante dos largos siglos los relatos se transmitieron de forma oral y solo se plasmaron por escrito en el XIII, cuando las aventuras de Gudrid quedaban ya muy atrás.
Todas las sagas, sin embargo, recuerda el erudito Lars Lonnroth, "afirman presentar algún tipo de verdad" y lo cierto es que han dado alguna sorpresa a los investigadores. "Cuando los arqueólogos prestan atención a las sagas y realmente buscan cosas donde estas dicen que deben buscar, a menudo han encontrado", recuerda Brown, autora de 'The Far Traveler: Voyaves of a Viking Woman'.
En la casa islandesa de Glaumbaer, en la que se dice que habitó Gudrid, los expertos han hallado una estructura similar a otra construida en Terranova, allí donde se cree que se instalaron la viajera y su familia. En el asentamiento vikingo de L´Anse aux Meadows, en América del Norte, datado hacia la misma época y en el que pudo vivir Gudrid, los expertos localizaron en la década de 1970 una piedra agujereada que se emplearía para labores de hilado. Podría parecer un hallazgo menor, pero para algunos delata la presencia de mujeres en la zona.
El propio Hauk Erlendsson, quién se encargaría de plasmar tiempo después ‘La saga de Erik el Rojo’ sobre el papel, aporta un árbol genealógico que retrotrae su ascendencia hasta los mismísimos Snorri y..., claro está, la propia Gudrid.
De momento lo incuestionable es que todavía hoy podemos disfrutar de las aventuras de Gudrid, la "la viajera lejana", y asomarnos de su mano a una época de exploración, tierras inhóspitas y colonias en las duras tierras del norte.
Imágenes: Wikimedia 1, 2 y 3 y Chris Gushue (Flickr)
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