A mediados de enero, la noticia de que Canal Sur Radio no iba a retransmitir el Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz en toda Andalucía se convirtió en la polémica del momento. Aunque se había anunciado justo antes de que comenzara el COAC, la decisión se asoció rápidamente las críticas que desde él se lanzaron a la Junta de Andalucía.
No es raro que el carnaval sospechara, su historia está llena de pugnas y fricciones con el poder. Eso es lo que ha convertido unas "fiestas típicas" locales en el gran altavoz del sur de España.
El fin del carnaval
Aunque los concursos de agrupaciones se remontan (al menos) a 1862 y el carnaval hunde sus raíces en la Edad media, lo cierto es que tras la Guerra Civil el carnaval había desaparecido de los febreros gaditanos.
No solo en Cádiz, claro. El 3 de febrero de 1937, Luis Valdés Cabanillas, gobernador general de la Junta Técnica de Estado, emitió una orden circular para todos los gobernadores civiles, en la que se ordenaba la suspensión del carnaval en toda la España controlad por el bando sublevado. Estábamos en guerra, dijeron, no es momento de distraernos.
Y no era una "sugerencia". Ya dos semanas después del Alzamiento, los cuerpos sin vida de Guillermo Crespillo Lavié y Manuel Peña Warletta habían aparecido en la plaza de las Viudas de Cádiz. Los habían matado con un tiro en la nuca mientras estaban de rodillas. No se les conocía filiación sindical ni política, pero sí carnavalera. Eran miembros de la murga de San José, la que había puesto en pie la polémica chirigota 'El frailazo y sus trajabuches' en 1932.
La represión se extendió durante toda la Guerra, pero luego no mejoró. El propio Serrano Suñer, primer ministro de la Gobernación del Gobierno franquista, promulgó otra orden el 12 de enero de 1940 en la que se mantenía la prohibición. El mensaje era claro: el carnaval se había acabado.
Hasta el 18 de agosto de 1947
Con el paso del tiempo, en las ciudades donde el carnaval había estado más arraigado, empezó a verse un tenue resurgir de la fiesta. Las autoridades, cuando vieron que hacer la vista gorda podía traerles problemas, trataron de desnaturalizar las celebraciones y en algunas de esas localidades surgieron las llamadas 'fiestas de invierno'.
En mitad de este lento despertar, ocurrió algo en Cádiz. Eran las diez de la noche del 18 de agosto de 1947: el cielo se tiñó de rojo, el destelló se pudo ver en Ceuta y el sonido se llegó a escuchar en Portugal donde lo confundieron con un terremoto. Pero no era un terremoto, eran doscientas toneladas de TNT que almacenaba la Armada Española saltando por los aires.
Yo se llevó por delante todo lo que estaba al lado exterior de la muralla: el barrio de San Severiano, la barriada española, los colegios, una iglesia a medio construir, el hospicio de la ciudad, el sanatorio Madre de Dios y un sin fin de casas, astilleros, barcos y almacenes. Oficialmente, murieron 151 personas (la mayoría niños) y 5.000 resultaron heridas. Extraoficialmente, muchas más.
Cómo superar el desastre
Fue entonces cuando, buscando alguna forma de levantar el ánimo a los gaditanos, el Gobernador Civil se encontró con un coro cantando tangos en el barrio de la Viña. Tuvo una idea. Recuperar el carnaval, limpiándolo de todo elemento subversivo.
Al año siguiente se organizaron algunos coros y murgas; pero eso sí, lejos de febrero. Primero, en agosto y, desde 1967, en mayo. Eran las 'fiestas típicas gaditanas'. "Todas las letras tenían que pasar una durísima censura, el publico no podía disfrazarse", explicaba Santiago Moreno, que ha trabajadado sobre el periodo, en Público.
La situación se mantuvo hasta 1977, cuando los carnavales volvieron a celebrarse en febrero. Al año siguiente, incluso se celebró un entierro público (y muy divertido) para despedir a las 'Fiestas Típicas Gaditanas'. Empezaba otra fiesta. Una que gracias a la retransmisión de partes de concurso por televisión en toda Andalucía desde 1981 se convirtió en una referencia anual de la mala leche, la poesía y la crítica social.
El gran altavoz
Desde entonces, de la mano de autores como Antonio Martín, Martínez Ares o Juan Carlos Aragón, las voces del carnaval se convirtieron en auténticas estrellas. Pero nada de eso limó el filo de su letras: en parte por su carácter de competición (una competición durísima, de hecho), las agrupaciones siguieron siendo profundamente críticas con la sociedad que les rodeaba.
Es cierto que, a menudo, los carnavaleros sobreestiman el impacto de sus críticas (y, en parte, eso explica la polémica con Canal Sur Radio). Sin embargo, es un ejemplo muy interesante de cómo, en un mundo tan edulcorado, un producto de consumo masivo puede mantener sus características más incómodas.
Imagen | Canal Sur Media
En Xataka | Todo lo que hay que saber para acercarse por primera vez al Carnaval de Cádiz
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