Durante estos días, habrás escuchado afirmaciones de amigos y familiares tales como “hace un calor que te mueres”. Y es que asistiendo a una ola de calor como la que golpea ahora a gran parte del planeta, no es algo que se diga en balde precisamente. Las muertes atribuibles a las temperaturas —sean calurosas o heladas— ya superan el 7% del total de los fallecimientos en Europa: cuatro millones en los últimos 15 años. Hace muy poco, aquellos que no creen en el cambio climático blandían como argumento que las víctimas mortales por frío superaban a las de calor.
No iban desencaminados en ese aspecto. Hasta ahora. Hoy en España mueren más personas por calor, aunque estemos más preparados.
Calor vs frío. El calor y el frío no tienen en realidad la misma incidencia en la mortandad. De hecho, las bajas temperaturas están relacionadas con hasta 10 veces más fallecimientos que el calor en Europa, según un estudio publicado en la revista The Lancet Planetary Health. Pero los autores de tal investigación aclaran también que la crisis climática hará cambiar esta situación. Es decir, los fallecimientos asociados al frío caerán mientras se incrementan los decesos relacionados con el calor.
Algo que ya está pasando en España. Cada año mueren 1.100 personas en nuestro país a causa de las olas de frío, mientras que por calor la cifra asciende a 1.300. Pero tiene un poco de truco: al haber menos días con ola de frío que de calor, la mortalidad diaria por frío es mayor que por calor: 3,48 muertes diarias por olas de frío frente a 3 por calor, según un estudio publicado en Science of the Total Environment.
Razones. Pero, además de las cifras, ¿por qué el calor puede ser más peligroso para la salud? El frío interactúa con enfermedades que no están presentes en los meses de verano. Mientras que el invierno acentúa las dolencias respiratorias como son las gripes o neumonías, lo que hacen las temperaturas extremadamente cálidas es socavar la calidad de los sistemas respiratorios y cardiovasculares de los sujetos, especialmente de las personas mayores. Es decir, aunque poca gente muere por el golpe de calor, perjudica sus respuestas futuras.
Y claro, los más vulnerables son los grupos más desfavorecidos. En España, un 11% de los hogares se declara incapaz de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno y verano, según el III Estudio sobre pobreza energética en España de la Asociación de Ciencias Ambientales.
Por qué las muertes por calor irán cayendo antes de subir. Podemos decir también que España vive una curiosa paradoja: aumentan las temperaturas, pero cada vez hay menos muertes por el calor extremo. La temperatura máxima diaria en verano sube unos 0,4 grados cada década, pero el umbral a partir del cual el calor mata también se está moviendo unos 0,6 grados por década. En resumidas cuentas: cada vez hace falta más calor para que la gente muera.
Los datos muestran que, entre 1983 y 2003, la mortalidad aumentaba un 14% por cada grado por encima de la temperatura considerada ola de calor, que en Madrid son 36 grados, en Córdoba son 40 grados y en A Coruña son 26 grados. Entre 2004 y 2013, sin embargo, la situación cambió: la mortalidad subió menos de un 2% por cada grado.
Mejorando a base de varapalos. La brutal ola de calor de 2003 supuso en este aspecto un punto de inflexión. En España murieron 6.600 personas en 15 días. Durante esos meses se agotaron los ventiladores en París y Roma. Fallecieron unos 70.000 europeos. Para evitar otra tragedia similar, el Ministerio de Sanidad lanzó en 2004 un plan nacional con medidas preventivas, que desde entonces se activa cada verano. Si estas medidas se frenaran, en España morirían casi 13.000 personas cada año.
Plan de prevención. Y es que el plan para los episodios de altas temperaturas se nota. Desde que esto existe, la mortalidad ha disminuido en la última década, pasando de un 14% a un 1%. También ha jugado un papel fundamental la cultura del calor. Es decir, por la educación ambiental que se ha hecho: hacer hincapié en la hidratación, instalar aire acondicionado en locales... Algo que se debería hacer también con el frío. Según otro estudio, los planes de prevención frente al frío son más rentables que los del calor. Con una efectividad del 68%, en cada uno de los días con ola de frío se evitarían 2,37 muertes.
Sin embargo, a día de hoy no existe a nivel estatal un plan de prevención contra los episodios de bajas temperaturas. Mientras que los impactos del calor suelen ser visibles a corto plazo (entre 0 y 4 días después del pico de temperatura), los impactos del frío se producen entre 5 y 14 días después del episodio. Es un efecto más difuminado y no llama tanto la atención, lo que complica aún más una actuación coordinada.
Futuro negro. Diversos estudios ya han elaborado proyecciones para varios escenarios. Muchos de ellos resaltan que a final del siglo se espera que el aumento de la fracción de mortalidad atribuible al calor supere la reducción de la atribuible al frío, especialmente para aquellos escenarios que consideran poca o ninguna mitigación. En España, las muertes llegarían al 5,19%. Las relacionadas con el calor se elevarían hasta el 7,37% del total, mientras que las del frío caerían un 2,18%.
Y con el cambio climático pisándonos los talones, el gran reto no se reduce sólo a las altas temperaturas: se incluirán sequías, inundaciones, el aumento del polvo del Sahara en la atmósfera española por la desertificación, la contaminación por ozono o incendios forestales. El problema entonces no serán las muertes por calor. Sino algo mucho peor.
Imagen: Jacques Brinon (GTRES)
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