Puede que hayas visto decenas de ellos en fotos o vídeos, pero probablemente, además de una práctica un poco cruel, la idea de tener animales salvajes en casa te parezca descabellada. Sin embargo cerdos, ardillas y zorros se acercan cada vez más a la domesticación, un proceso que sigue siendo un factor de estudio para los investigadores y que va mucho más allá de la idea de coger un animal y llevártelo a casa.
¿Qué es la domesticación?
Entendemos por domesticar el controlar y habituar a la compañía de humanos a una especie salvaje, algo que hemos hecho desde tiempos inmemoriales abrazando la cercanía de perros, gatos, vacas y otros animales de granja, pero pese a la diversidad de especies que han acabado bajo nuestro techo, sólo unos 15 grupos de mamíferos de los 148 que podemos encontrar en la Tierra han sido domesticados.
Pero entonces, ¿por qué hemos conseguido domesticar a los caballos pero no a las cebras? ¿Cómo se ha llegado a reducir la agresividad del zorro gris cuando la idea de tener a un zorro rojo en casa es una locura? ¿Se consideran domesticados aquellos elefantes indios que pasean a los turistas?
Para acercarse a ello es interesante pararse en las reglas postuladas por el biólogo Jared Diamond en su libro Armas, gérmenes y acero, un acercamiento a cómo evolucionaron diferentes civilizaciones del mundo en la que también hay un hueco para la historia de la ganadería. Diamond centra su discurso en seis leyes básicas:
Los animales no pueden ser quisquillosos con la comida y deben saber encontrar su alimento en los alrededores de los asentamientos, ya sea en pastos en el caso de los hervíboros o aprovechándose de los restos desechados de los humanos o las alimañas que acudan en su búsqueda.
Deben alcanzar la madurez rápidamente, de lo contrario su cuidado para el trabajo o su posterior uso como alimento tardaría demasiado en ser rentable. La clave está en encontrar animales con un ciclo de vida similar al de los humanos pero que tarden mucho menos en alcanzar su tamaño de adulto, de ahí el problema con la domesticación de elefantes.
Otro de los aspectos a tener en cuenta en la domesticación de un animal es su capacidad de reproducirse en cautividad. De ahí se descartan las bestias que poseen un fuerte sentimiento territorial al encontrar pareja y aquellas que precisan de un cortejo complicado para esa práctica, por ejemplo las carreras entre guepardos.
En la antiguedad un factor clave para domar a un animal era que fuesen dóciles por naturaleza y no tuviesen comportamientos que pudiesen poner en peligro a los miembros de la sociedad. Precisamente por eso hemos conseguido domar a caballos pero las cebras y su hostilidad no entran en el saco.
Además dichas especies no debían tener tendencia a entrar en pánico y huir y, de ser así como en el caso del miedo en las ovejas, había que buscar animales que no tuviesen facilidad para salvar obstáculos o que su propio nerviosismo les invitase a permanecer con la manada.
- Por último, los animales domesticados deben responder a una jerarquía social en la que sus manadas respondan ante un líder fuerte, siendo así capaces de reconocer al humano, y por tanto la mano que les da de comer, como cabeza del grupo.
Aunque parecen conductas lógicas respecto a la domesticación de animales, las reglas de Diamond chocan directamente con algunos de los ejemplos más claros de esta práctica. Al fin y al cabo el perro proviene del lobo, que no muestra la citada docilidad, y nuestros gatos discrepan respecto a la posiblidad de que nosotros seamos sus líderes, así que en base a eso es inevitable dar el salto a la siguiente pregunta.
¿Podemos domesticar a cualquier animal?
Aunque si nos ceñimos a las reglas de Diamond y nos ponemos en el peor de los casos la respuesta parece clara, lo cierto es que la investigación sobre la domesticación está muy lejos de estar cerrada como para ofrecer una respuesta concisa.
Lo que sí sabemos con certeza es que hay muchas especies que serían válidas para la domesticación y, con el tiempo, a convertirse en algo más que un animal de compañía, pero se trata de un proceso lento y costoso en el que hay que ir más allá de la idea de domesticar a un sólo individuo.
Como ocurrió con el perro y sus antepasados, la respuesta está en los genes, en cómo se controló la población de lobos para emparentar a aquellos que resultasen más dóciles durante generaciones hasta alcanzar un grupo que respetase y buscase la atención de los humanos.
El ejemplo más claro de la utilidad de esta práctica está en el estudio realizado por el biólogo Dmitry Belyaev y su equipo del Instituto de Citología y Genética ruso en los años 50. Belyaev sostenía que los perros se habían hermanado con nuestra sociedad seleccionando en ellos la docilidad y descartando a los más agresivos, así que se propuso hacer lo mismo con 130 ejemplares de zorro de una peletería e inició su experimento.
Lo realmente impactante es que bastaron 10 generaciones de zorros seleccionados mediante esa máxima para conseguir que estos se comportasen con sus cuidadores como perros: lamían, se dejaban acariciar y buscaban constantemente la atención del hombre. Sin embargo la tarea no es precisamente fácil y los intentos de reproducirla no han tenido éxito.
El zorro ruso es el único 100% domesticado y adquirir uno de los del criadero siberiano que sirvió para el estudio ascendía hasta los 6.000 dólares, sin embargo la empresa que se dedicaba a la venta de zorros de dicho laboratorio fue acusada de maltrato provocando su cierre, por lo que acceder a uno hoy en día es una misión casi imposible.
La comunicación entre animales y humanos
El estudio, que aún a día de hoy se mantiene, evidenció además que una de las teorías de Belyaev sobre las características de los animales domesticados era completamente cierta, demostrando así la existencia de un fenotipo común.
Con el tiempo las nuevas generaciones de zorros domesticados empezaron a presentar tamaños más reducidos, pieles moteadas, orejas flexibles y colas curvadas, algo que también se ha encontrado en animales como los cerdos, las vacas o incluso algunos peces, evidenciando así que los genes relacionados con la tendencia a la domesticación pueden mostrar características evidentes a simple vista.
El experimento dejó muy claro que pese a llevar conviviendo con animales domesticados durante milenios, aún no sabemos todo sobre ellos, y es una realidad que aún a día de hoy se mantiene. Para muestra un botón, el estudio de la Universidad Queen Mary londinense sobre la comunicación de las cabras entre animales y humanos.
El estudio pretendía demostrar que las cabras pueden comunicarse con nosotros de la misma forma que lo hacen otros animales como los perros, así que para ello entrenaron a un grupo de cabras para que levantasen una tapa de una caja para conseguir un premio y luego convirtieron esa tarea en algo imposible para grabar su reacción.
La respuesta de las cabras fue intercambiar miradas entre la caja con el premio y el investigador que se encontraba frente a ellas, una conducta que también podemos ver en los perros cuando reclaman algo que no está a su alcance.
La prueba se realizó colocando a investigadores frente a las cabras, pero también detrás de ellas, demostrando así que los animales con un humano cerca dirigían su mirada hacia él antes y de forma más frecuente y prolongada que en los casos en los que el contacto visual no era igual de directo.
“Sabíamos que las cabras eran más inteligentes de lo que su reputación sugiere gracias a investigaciones previas, pero estos resultados muestran cómo pueden comunicarse e interactuar con sus cuidadores aunque no hayan sido animales domesticados como mascota o animales de trabajo.”
Animales que no sabías que podían ser tu mascota
Queda demostrado que aún falta mucho para conocer el auténtico potencial y límites de la domesticación pese a ser una práctica que lleva entre nosotros más de 10.000 años. Con ello en mente, tal vez la idea que tenemos sobre las mascotas raras cambie ligeramente y, la próxima vez que veamos a los siguientes animales que empiezan a abrazar la domesticación, nuestra perspectiva sea completamente distinta.
Erizo doméstico
Se trata de una variedad más pequeña que los erizos europeos que podemos encontrar en nuestros bosques y resultan más dóciles que sus hermanos, pero debido a que su domesticación es bastante reciente (desde principios de los ochenta) aún muestran ciertos comportamientos salvajes.
Canguro
Aunque es uno de esos animales que chocan directamente con las leyes de Diamond, cada vez es más común encontrar ejemplares domesticados criados en cautiverio. En nuestro país tenemos el caso de Roger, un ualabí de cuello rojo nacido en Madrid que ahora vive junto a dos perros en una casa de Lérida.
Capibara
La necesidad de un hábitat adecuado en el que puedan nadar e ingentes cantidades de comida convierten a estos roedores en una mascota no válida para todos los bolsillos, pero la domesticación de su especie va viento en popa gracias a su facilidad para entablar afecto con los humanos y la cantidad de sonidos que emiten para demostrar su actitud.
Mofeta
Probablemente es uno de esos animales que evitarías tener en casa por la fama de los olores que desprenden, pero lo cierto es que se trata de una mascota controlada que ya está en una fase avanzada de domesticación. En nuestro país su adquisición es legal sólo si se venden sin glándulas y a menudo demuestran ser muy dóciles.
Gineta
En este caso nos encontramos con un animal muy similar al gato, y es que aunque sabemos de su domesticación desde que los sarracenos lo introdujesen en España en el siglo VIII para controlar la población de ratones, se trata de una mascota que precisa de un recinto exterior para vivir y su mantenimiento en casa puede tornarse muy complicado debido a sus constantes intenciones de escapar.
Petauro
El petauro del azúcar es uno de esos animales que se encuentra en pleno proceso de domesticación, así que su adquisición hoy en día, aunque legal, no es una práctica demasiado recomendable. Las leyes australianas permiten su cautiverio sólo con aviarios de gran tamaño y para evitar posibles casos de depresión lo más recomendable es adquirirlos en pareja. Si cumples con los requisitos el siguiente paso a tener en cuenta son sus mordeduras y la más que probable necesidad de acudir a un hospital que desencadenará.
Lemur
Sus característicos y simpáticos ojos los han convertido en una de las grandes sensaciones de internet y la docilidad de sus machos ha hecho el resto. Por suerte para ellos aún son ilegales en muchos países como el nuestro y la necesidad de vivir en grandes grupos está haciendo de su domesticación una tarea nada fácil.
Imagen | Wikipedia
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