Cards Against Humanity, uno de los mejores juegos de mesa de la historia y, desde luego, uno de los más políticamente incorrectos, ha vuelto a hacerlo. Después de las campañas en las que hicieron que los usuarios les pagasen para cavar un hoyo sin ningún motivo concreto o vendieron literalmente mierdas secas a sus clientes, ahora ha optado por la justicia social.
Por ayudar a los inmigrantes, sí, pero siendo honestos, también por hacer de rabiar a uno de los presidentes menos queridos de la historia de Estados Unidos. Los responsables de CAH han comprado unos terrenos baldíos en la frontera entre EE.UU. y México que, según lo planeado, encajan en la trayectoria planificada por la que debería pasar el gran muro de Trump.
La compañía ha anunciado también la contratación de los servicios de una firma legal especializada que provocará que la adquisición del Gobierno de esos terrenos que necesita sea lo más lenta y lastimosa posible. Al fraccionar la propiedad en cientos, miles de ciudadanos, EE.UU. tendrá que contactar y llevar a juicio personalmente a cada uno de los dueños de esa tierra.
Se trata de un gesto promocional por el que pretendían arrasar durante estas dos semanas de Black Friday. Pero ni eso han necesitado: ya está todo vendido. Las 150.000 pequeñas parcelas a razón de 15 dólares el pack de propiedad ya se han vendido en sus primeros dos días. Los estadounidenses y canadienses que han participado en la propuesta se han llevado, además, un mapa ilustrado de la frontera, un paquete de cartas de su colección y alguna sorpresa extra aún no anunciada.
¿Y cuál ha sido la respuesta de la empresa para los compradores que deseen a posteriori cancelar su pedido? "Bueno, a nosotros nos gustaría cancelar las elecciones de 2016, pero parece que ninguno de nosotros puede obtener siempre lo que quiere”.
¿Y va a impedir eso que Trump alce la muralla aislacionista? Puede ponérselo más difícil, pero tal vez no hacía falta, ya que este ambicioso proyecto está empezando a tomar tintes mitológicos. Una planificación logística y presupuestaria irreal, con requisitos técnicos bastante costosos (que esté cubierto por paneles solares, que sea inexpugnable, que mida 20 metros de alto)… y lo mejor de todo, que lo pague al menos parcialmente México.
De momento, parece que los mexicanos esperarán sentados a que cientos de miembros del Congreso le digan sí a un proyecto de miles de millones de dólares que, en el fondo, no podría evitar en gran parte los flujos narcóticos y migratorios. Eso, y pedirle a algún amigo estadounidense que compre un pedazo de la frontera por ellos.
Fotos: Anthony Albright, AP Photo.
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