"¿Carlos Slim? Es dueño de la compañía de telefonía más importante de México y tiene una fundación que hace proyectos sociales. La mayoría de mis compañeros de trabajo le tienen más respeto a él que al presidente", dice Rocío, que ha vivido en México DF durante cuatro años. Y es que en este país se tiene una imagen bastante buena del magnate, hasta el punto de querer elevarlo a presidente de México desde que Donald Trump fuera investido presidente de los Estados Unidos.
Ahora su glorificada carrera empresarial parece haber encontrado un punto álgido en el último megaproyecto que ya está en marcha: un gigantesco aeropuerto que construirán el arquitecto británico Norman Foster y el mexicano Fernando Romero, yerno del magnate. Según The Guardian, puede ser su consagración o su ruina.
Un contrato de 4.400 millones de euros
El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es seis veces más grande que el aeropuerto actual. El proyecto tiene un valor de 11.750 millones de euros y el conglomerado de Carlos Slim, Grupo Carso, está a cargo del consorcio que construye la terminal, así como una de las pistas de aterrizaje. Una operación de 4.400 millones de euros.
El yerno de Slim ganó el contrato para diseñar la nueva terminal en el DF en 2014. Lo anunció Enrique Peña Nieto explicando que el nuevo aeropuerto supondría el fin de la saturación del aeropuerto Benito Juárez.
Tal y como explica el gobierno en su página web, "el edificio terminal y las pistas constituyen el núcleo de lo que será la Terminal Aeroportuaria más importante de América Latina". El Edificio constará de 743.000 metros cuadrados de construcción distribuidos en cuatro niveles con un “Hall” interior y 21 columnas en materiales ligeros. La estructura está concebida como una gran "X", aludiendo al nombre de México.
El aeropuerto se construirá en la zona pantanosa de Texcoco y es el único espacio en el que todavía no se ha construido a gran escala. Tendrá capacidad para unos 50 millones de pasajeros anuales.
¿Un modelo a seguir entre los jóvenes mexicanos?
Si se hace un sondeo entre jóvenes mexicanos, se advierte de inmediato un sentimiento de admiración que no se disimula. Natalia, de 28 años, ha vivido en Puebla durante cuatro años y tiene una opinión bastante formada del magnate:
Todas las grandes empresas en México, centros comerciales, telecomunicaciones, todo pertenece a Carlos Slim. Mi visión es buena porque independientemente de que tenga mucho dinero, considero que todo lo que ha hecho lo ha hecho con mucha calidad, como los restaurantes, sus centros comerciales... Se ha mantenido al margen de todo y parece muy patriota, defiende mucho a su país y a su gente.
María Guadalupe, de 25 años, vive en Ciudad de México y su opinión no difiere en exceso de la de Rocío (al principio del artículo) o la de Natalia:
Lo veo como un empresario que tuvo una idea de joven que le funcionó y que ahora tiene todo un monopolio y todo el poder y el dinero del mundo. Ha sabido aprovechar las oportunidades de las crisis para hacerse más grande y da a los mexicanos trabajo. Es una fuente de empleo muy importante.
Valeria, de 30 años, vive en Puebla. Tiene una opnión muy parecida, aunque la idea del aeropuerto no le parece una buena apuesta:
Creo que es un tipo muy astuto, ha apoyado a la economía mexicana de manera muy considerable. Sus empresas son un gran ingreso para el PIB de México, claro que ha creado un monopolio que no es ideal, pero no se le puede criticar por crecer. Es un genio de los negocios, le gusta mantener el perfil bajo aunque lo del nuevo aeropuerto está un poco fuera de la realidad. Está planeado en uno de los pocos espacios libres que quedan en Ciudad de México. No me parece que sea una buena apuesta.
Esta visión idealizada del magnate no parece ser un caso asilado. Cuando Donald Trump ganó las elecciones, la imagen de "millonario estadounidense contra súper millonario mexicano" encandiló a los más jóvenes. Tanto, que el hashtag #Slim2018 o #SlimparaPresidente se impuso en Twitter como reivindicación de que Slim debería convertirse en el próximo presidente de México.
Según Forbes, Slim cayó en 2016 a la sexta posición de hombre más rico del mundo; es la primera vez que está fuera del top 5 en 12 años. Bill Gates encabezó la lista por cuarto año consecutivo, pero por alguna razón no se le ve como presidente.
México celebrará elecciones presidenciales en 2018 y el candidato de la oposición, Andrés Manuel López Obrador, ha prometido que cancelará el proyecto del aeropuerto si gana. Puede ser un varapalo de hacerse realidad o una amenaza inútil ante un mastondóntico proyecto que cuenta con el apoyo del gobierno y al parecer, del pueblo.
Si se lleva a cabo, Carlos Slim se convertirá en un estandarte de la modernización de la ciudad y pondrá a México en un lugar predominante en cuanto a infraestructuras. Si fracasa, será otra obra faraónica sin futuro en la que se han perdido miles de millones.
Foto: Flickr/ ITU Pictures
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