Carmen Mola han resultado ser tres hombres. Había gente intuyéndolo en público desde hacía años

400.000 ejemplares vendidos, un Premio Planeta y un misterio: ¿quién se esconde tras el pseudónimo de "Carmen Mola"? La respuesta oficial siempre había apuntado a una profesora universitaria de gran talento literario pero reacia a la celebridad. Este fin de semana hemos descubierto la verdad. No se trataba de ninguna mujer, pese a lo traslucido en múltiples entrevistas, sino de tres hombres. Tres señores que han creado uno de los mayores fenómenos libreros del país... Fingiendo ser una señora.

Y se sabía. O al menos había gente que lo intuía. El éxito de Carmen Mola provocó que numerosos aficionados y críticos literarios analizaran su obra y volcaran sus teorías sobre su verdadera identidad. Uno de ellos fue Mikey Fernández, youtuber literario con más de 19.000 seguidores. En diciembre del año pasado decía lo siguiente:

Carmen Mola es un pseudónimo, un pseudónimo que yo creo que esconde tras de ella por lo menos un señor. Yo estoy seguro de que esto lo ha escrito un señor. Es opinión mía propia, pero desde que empecé a leer el primer libro yo le escribí a mi amigo Iñaki y le dije: "Esto no lo ha escrito una señora, esto lo ha escrito un señor". Yo creo que tiene que ver con cómo está escrito el personaje principal.

Más casos. La mayor parte de sugerencias/intuiciones/teorías sobre el carácter masculino de Carmen Mola se emitieron dentro de análisis más amplios de su obra. Es también el caso de Félix Linares, otro aficionado literario cuyo canal de YouTube acredita 6.000 suscriptores. En septiembre de 2020, tres meses antes del vídeo de Mikey Fernández, decía lo siguiente a cuenta del misterio de su identidad:

Ya desde el principio se nos decía que Carmen Mola era un pseudónimo, y que la autora no quería que se supiera quién era verdaderamente. Un caso semejante al de Elena Ferrante en Italia, de la que llevamos muchos años persiguiendo la identidad y todavía no sabemos si es esa traductora a la que se adjudicó hace un tiempo la titularidad del nombre o no, porque ella no ha dicho nada. Quizá el caso de Carmen Mola siga adelante y no sepamos nunca quién es la autora... Aunque hay discusiones acerca de si podría ser una mujer o un hombre la creadora o el creador de Carmen Mola.

Ya para entonces la figura de Carmen Mola, o más bien, la ausencia de una figura pública que sostuviera al pseudónimo, había generado un pequeño debate en los círculos literarios. No todo el mundo se lo tomaba en serio. En julio de 2020 Ana Ballabriga, escritora, escribía este mensaje de claro tono humorístico en su perfil de Facebook:

He escuchado muchas teorías acerca de la identidad oculta de Carmen Mola. Yo también quiero proponer la mía (...) Me imagino un bar con tres tíos tomándose unas cervezas: "Estoy hasta los huevos de este mundo literario de mierda, mis libros no se venden. "Tío, es que sin buena promoción no se vende nada" (...) "Venga ya, nadie compra un libro escrito por tres tíos". "Pues buscamos un pseudónimo". "Si el libro es muy bestia, tiene que estar escrito por una mujer, impactará más" (...) "Tuve una novia que se llamaba Carmen". "A mí me mola Carmen". "Sí, Carmen Mola".

Y más casos. Sin saberlo, Ballabriga reflejó fielmente el nacimiento de "Carmen Mola". Esto contaban sus tres creadores a cuenta de su apellido: "El nombre salió en dos minutos. Fue como una especia de broma. En un momento salió el nombre de Carmen, alguien dijo "mola" y así se quedó: Carmen Mola". Si buceamos por Twitter nos toparemos con múltiples sugerencias similares, esbozadas mucho antes de que la identidad del pseudónimo saliera a la luz. También en prensa escrita. Esto escribía Rosa Martí en Esquire en 2018, hace tres años:

Creemos que Carmen Mola es en realidad un hombre por varias razones. Primera, porque a la pregunta de qué coche le gustaría conducir responde: "Un Lada, claro". ¡Un Lada! Apenas hay mujeres que sepan lo que es un Lada (ni yo ni ninguna de mis veinte amigas más cercanas lo conocemos) (...) Creemos que Carmen Mola es en realidad un escritor de fama nacional, varón, de entre cuarenta y cincuenta años, madrileño. Tal vez nos equivoquemos en su identidad, pero no en recomendar esta novela de misterio bien escrita y bien hilada.

Algo parecido decía Inés Martín en ABC aquel mismo año:

¿Y el género? Muchos tienden a dar por sentado que es una mujer, aceptando lo establecido mediante el seudónimo, pero hay quienes, como la que escribe, sostienen que es un hombre. Suposiciones, al cabo, que sólo sirven como chascarrillos del mundillo literario, al que tanto le gusta un cotilleo a tiempo.

Motivos para la duda. El asunto ha cobrado una relevancia inusitada por la cuantía del premio (1.000.000€) y por la proyección popular de sus libros. También porque, durante mucho tiempo, los autores han avivado el engaño en entrevistas de todo tipo. "Tendría que ser hombre para contestar a esa pregunta. Y ya le digo, lo único que soy es la autora de tres novelas", explicaban a El Mundo en mayo de 2020. El artículo abría con un titular significativo: "Más que un antifaz, mi seudónimo es un escudo".

Frente a los medios, la fabulación de Mola llegó a extremos hoy sólo interpretables desde la comedia:

No quería que mis compañeros y compañeras de trabajo, mis amigas, mis cuñadas o mi madre supieran que se me ocurría escribir sobre alguien que mata a una joven haciéndole perforaciones en el cráneo para meter larvas de gusano y sentarse a ver cómo le van comiendo el cerebro… No lo entenderían, para todas ellas soy tan convencional…

Práctica asentada. El escándalo de Mola estalla por el Premio Planeta y por la creatividad de sus autores frente a los periodistas. Era un personaje muy elaborado, poco discreto. Pero si desde el primer momento se teorizó sobre sus identidades alternativas fue porque la industria literaria, como se recuerda aquí, está plagada de pseudónimos que son en realidad el resultado de muchas mentes pensantes.

Hay otro motivo de oprobio. Durante siglos, las mujeres han tenido que utilizar pseudónimos masculinos para acceder a los estrechos pasillos de la narrativa de masas. Un caso reciente y célebre es el de Catherine Nichols, quien harta de recibir portazos para publicar su novela decidió cambiarse el nombre a George Leyer. Funcionó. Es una constante en la historia de la literatura, mujeres que se hacen pasar por hombres para triunfar. Ahora, cuando las firmas femeninas cotizan al alza, el fenómeno es inverso: hombres que se hacen pasar por mujeres.

La esencia de la práctica es la misma.

Imagen: Adrià Salido Zarco/GTRES

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