Carmine Infantino quizás haya sido uno de los artistas más importantes del mundo del cómic más ignorado fuera de éste. Quiero decir, todo el mundo sabe quién es Stan Lee, cosa normal ya que este hombrito es un fuera de serie que a sus noventa y pico años sigue dando guerra y mostrando una lucidez envidiable. Todo el mundo sabe que Stan Lee construyó el Universo Marvel… ¿pero qué hay de su “Distinguida Competencia”?
Muchas veces, incluso los que nos dedicamos a divulgar sobre el mundo del cómic, se nos llena la boca hablando de Stan Lee, pero obviamos al otro gran padre de lo que posteriormente fue llamada la Silver Age, la Edad de Plata del cómic americano, la segunda gran era para las historietas superheroicas. Lo de Marvel fue algo realizado a rebufo de lo que inició Infantino unos cuantos años antes con la creación de Barry Allen, la nueva versión de Flash.
Los que pocos saben es que Carmine Infantino estaba hasta los mismísimos de los superhéroes. Los cincuenta fueron una época en la que los superhéroes estaban de capa caída. Estos era glorias usadas hasta la náusea en época de guerra y como recordaba a la guerra, nadie quería leerlos en tiempos de paz. Por lo que las editoriales diversificaron su materia yendo a la moda que más cómics vendiese (os sorprenderíais ver cuántos géneros tocaron algunos de los grandes del cómic de la época).
Infantino no quería hacer superhéroes, pero un trabajo es un trabajo y Julius Schwartz tenía en su “programa” el recrear conceptos, coger lo que no funcionaba (es decir todo menos Superman, Batman y alguno más) y darles una vuelta de tuerca. Así que juntó a Robert Kanigher, John Broome y Carmine Infantino y se hizo la magia. Había nacido, en el ‘Showcase’ #4, Barry Allen (amalgama de dos presentadores populares de la época como Barry Gray y Steve Allen) quien se convertiría en el hombre más rápido vivo hasta su muerte en ‘Crisis en Tierras Infinitas’ treinta años después.
El caprichoso destino del mundo del cómic quiso que el otro gran invento de Carmine Infantino se relacionara con el superhéroe relanzado. El multiverso, el concepto de que hay varios Universos DC, cada uno de ellos con sus superhéroes. Cómo me gustaría contaros que hubo reuniones sesudas como las que hay hoy en día en hoteles en los que se encierran los guionistas hasta que salen con el Next big thing del cómic de superhéroes. Pero afortunadamente la genialidad no vive en los despachos y no fue así.
A mediados de los sesenta Infantino tenía un método de trabajo que haría palidecer al mismísimo método Marvel (el empleado por Stan Lee y su grupo de dibujantes). En aquella época Infantino dibujaba una portada y Schwartz se dedicaba a crear una historia en torno a ella. Así lo primero que ve el lector es un cliffhanger/reclamo, una llamada que haría que el lector sintiera curiosidad malsana por ello. Ese era su método de trabajo… y se picó. Le dijo a Julie: “¡Resuelve esto!“:
Y el muy mamón de Julie (como Infantino llamaba a su editor) le llamó a las pocas horas y, después de lanzarle los improperios oportunos, le dijo: “Tenemos una historia, hemos estado horas pensando, pero la tenemos”. Le pasó el encargo del guión a Gardner Fox y así surgió ‘Flash’ #123: “El Flash de dos mundos” (“Flash of two worlds”), donde Barry Allen se encontraba con su antecesor, Jay Garrick, que resulta que vivía en un universo paralelo.
Barry Allen se bañó en un mejunge de químicos. Jay Garrick se desmayó al respirar vapores del agua pesada. Dos hombres de ciencia. Dos Flash, producto de la ciencia ficción (aunque años después se recontaría el origen de Garrick mediante la magia y Mercurio concediéndole los poderes), enfrentados en un cómic que marcó un hito en la historieta superheroica.
Estos hitos y varias creaciones más, como por ejemplo Batgirl o Deadman, pusieron a Infantino en el punto de mira de Stan Lee, quien le ofreció una jugosa oferta para que se fuera a Marvel. En casa se enteraron y le dieron una contraoferta que no pudo rechazar: Director Editorial de DC. Un cargo que permitió a Infantino exponer sus ideas, fichar a gente infrautilizada en Marvel como Neal Adams y al mismísimo rey, Jack Kirby, que por aquel entonces estaba ya cansado de que en Marvel le dieran menos royalties por los personajes que creó.
Con Jack Kirby DC creó el Cuarto Mundo y sus Jóvenes Eternos, Nuevos Dioses, Darkseid y demás. Y con Neal Adams, Denny O’Neil y otros cuantos más Infantino logró, haciendo más serios y con los pies en la tierra a sus superhéroes, que la editorial volviera a ser competencia digna de una Marvel que se burlaba de ellos en sus Bullpen Bulletins.
Carmine Infantino fue, como dibujante, uno de los padres de la Edad de Plata del Cómic Americano, ávido y con grandes ideas que sin quererlo se convertiría, también como editor, en uno de los arquitectos del cómic americano. Infantino fue precursor de una nueva época de grandeza que convertiría a los supers en grandes iconos de los sesenta y setenta… y casi se lo pierde.