¿Carril bici o calzada? Para la mayoría, no hay duda: las vías segregadas son mucho más seguras

¿Cómo diseñar un carril bici? La pregunta parece trivial, dado lo simple de la tarea. Pero queda lejos de serlo. Ahora que la mayoría de ciudades apuesta abiertamente por incentivar el uso de la bicicleta, resulta pertinente discutir el diseño de la infraestructura sobre la que circularán sus ciudadanos. Es lo que ha hecho Der Tagespiegel, un diario alemán, encuestando a más de 21.000 berlineses sobre la materia.

La encuesta. Se trata de la mayor muestra demoscópica relacionada con el ciclismo urbano hasta la fecha. Su procedimiento es simple. Los participantes tuvieron que valorar el grado de seguridad que les inspiraban diversas escenas urbanas generadas automáticamente. Desde calzadas sin vías segregadas hasta carriles encajonados entre arbustos y aparcamientos, pasando por vías pintadas o sin pintar, protegidas o sin proteger.

En total, los encuestados opinaron sobre más de 3.000 fotografías para un total de 468.000 valoraciones. Todas ellas colocaban la experiencia del ciclista en el centro de la cuestión, y planteaban una respuesta sobre el grado de seguridad percibido a lomos de la bicicleta. Material más que jugoso en manos de los investigadores.

Resultados. Dos modelos de infraestructura generaron un consenso unánime. El 100% de los encuestados consideró "seguro" el carril completamente segregado y protegido, la clase de autovía ciclista que países como Noruega, Dinamarca o Países Bajos han construido durante las últimas décadas. Al mismo tiempo, el 95% consideró "bastante insegura" la calle estándar de Berlín y otras urbes. Circulación por calzada, entre coches a gran velocidad y los raíles del tranvía.

Carrilistas 1, calzadistas 0.

Más protección. Por defecto, las vías más segregadas y protegidas inspiraron más seguridad. Es una cuestión de grados. El carril bici pintado sobre la calzada, sin obstáculo físico de ningún tipo entre los ciclistas y los coches, generó una amplia sensación de seguridad entre el 62% de los encuestados. El mero hecho de añadir una pequeña barrera, como arbustos o árboles, disparaba el porcentaje al 91%.

La gente no sólo prefiere circular por carriles segregados, sino que los prefiere cuanto más fortificados mejor. Bolardos y arbustos generaron seguridad entre el 91% de los participantes. Las líneas pintadas sobre la calzada generaban más dudas. El 72% valoró positivamente dibujar líneas a ambos lados del carril, así como las áreas restringidas; una sola línea reducía el porcentaje al 64%; y una línea discontinua, al 62%.

Amplio, segregado y protegido físicamente. El carril que más encuestados (91%) consideraron seguro. (Paul Krueger)

Efecto visual. La encuesta evidencia el carácter psicológico de la bicicleta. Una de las principales barreras es la seguridad percibida, por más que en términos absolutos sea muy similar a la de un peatón. Otros estudios han evidenciado cómo cosntruir carriles bici es una herramienta muy efectiva para incentivar el uso de las dos ruedas. Segregar, fortificar e incluso pintar de verde el suelo (82% vs. 72% para los carriles no pintados) hace que la gente se sienta más segura sobre la bici. Y que la utilice más.

Para todos. Es algo compartido por casi todos. Incluso por los conductores. En 2011, un grupo de investigadores urbanos realizó una encuesta similar entre 1.200 residentes de San Francisco. Los carriles bici segregados mediante barreras fueron considerados por el 80% de los pariticipantes como los "más previsibles" y seguros de entre todas las alternativas posibles de convivencia. No sólo se trata de los ciclistas. Incluso los conductores prefieren, en términos de seguridad vial, los carriles.

Similares resultados ofrece la encuesta de Der Tagespiegel cuando nos fijamos sólo en los conductores.

Evidencia. ¿Se trata de una mera percepción? No. También hay evidencias. Los carriles bici logran reducir el volumen de accidentes viales en una ciudad dada. Según este trabajo, por ejemplo, las ciudades estadounidenses con más vías disfrutan de un 44% menos de accidentes al año. No se trata de que la bicicleta sea más segura per se, sino de que la infraestructura ciclista crea un entorno más seguro para todo el mundo, desde los propios cilcistas hasta los peatones, pasando por los coches.

Lo que reduce los accidentes no son los ciclistas. Son los carriles.

Invasiones. En general, parece inuitivo. A más protección física, menos probabilidad de que un coche invada el carril o te ponga en riesgo. Es algo que experimentaron por sí mismos centenares de activistas urbanos estadounidenses el año pasado, cuando colocaron vasos de plástico sobre las líneas pintadas de sus carriles bici. La mayoría de ellos terminaban chafados. Los vehículos sobrepasaban su vía a menudo.

Como vimos también el año pasado, los carriles generan cierta relajación en las precauciones adoptadas por los conductores cuando se topan con un ciclistas. Tienden a adelantarles más cerca que cuando no hay vías segregadas. Su conclusión, sin embargo, es distinta a la del movimiento calzadista. No se trata de eliminar los carriles bici para proteger a los cilcistas, sino de fortalecerlos, de segregarlos visual y físicamente. Algo que parecen compartir los residentes de Berlín.

Imagen: Paul Krueger

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