La cuenta de Cassandra Vera estaba repleta de chistes relacionados con uno de los géneros más particulares del humor español: Carrero Blanco, cuyo asesinato a manos de ETA en 1973 le convirtió en un permanente recurso cómico popular. Su caso resultó célebre y extremadamente viral por un motivo: tras varias denuncias, la Audiencia Nacional decidió condenarla a más de un año de prisión por "humillación de las víctimas". Fue un escándalo. Ahora el Supremo lo ha deshecho.
No tan alto como el Tribunal Supremo. Cassandra Vera ha sido absuelta. Es el titular del día y tiene más repercusiones penales y sociales de las que se infieren a primera vista. Vera recurrió la pena impuesta por la Audiencia Nacional hace un año, y tras un largo trámite ha obtenido sus frutos. Para la máxima sala penal sólo hay animus iocandi en los chistes sobre Carrero, gracietas, por otro lado, propiedad del acervo popular español. Son, según la sentencia, "chistes ya conocidos".
Para el Supremo los comentarios de Cassandra son "social e incluso moralmente en cuanto mofa de una grave tragedia humana". Pero no delito.
El fin de una historia viral. El ejemplo de Vera es importante porque, de un tiempo a esta parte, son diversos los casos en los que un tuitero acaba frente al juez por escribir un chiste (negro). Su procesamiento tuvo las consecuencias previsibles en las redes sociales: el Efecto Cassandra provocó que millones de cuentas escribieran otras comedias a propósito de Carrero Blanco, reviviendo un chiste por lo demás oxidado y colocándolo no sólo como una mera gracieta, sino como un ejercicio reivindicativo de la liberad de expresión.
¿Qué hay de los otros casos? Como por ejemplo Guillermo Zapata, concejal de Madrid, Facu Díaz, humorista de izquierdas, o César Strawberry, cantante de Def Con Dos. Ambos han sido procesados (y en el segundo caso, condenado) por la Audiencia Nacional por hechos similares a los de Cassandra: pequeños exabruptos sobre una u otra personalidad, a menudo de mal gusto, con un objeto de comedia negra. Es difícil saberlo, pero ya hay juristas reclamando que, siguiendo la línea de Cassandra, el Supremo revise sentencias como la de Strawberry.
Es un debate viejo en la judicatura. ¿Qué hacer con un chiste? El caso de Cassandra pone de manifiesto la increíble disparidad de criterios entre los magistrados y juristas a la hora de abordar cuestiones tan espinosas como la mofa sobre una persona muerta. Hay quienes los consideran amparados por la libertad de expresión, mientras otros acuden al Código Penal, a la apología del terrorismo o a la tipificación del delito de "humillación a las víctimas del terrorismo" para censurarlos.
En gran parte, para el caso de Cassandra, su absolución por el Supremo sí plantea un interrogante sobre el delito de "humillación". Especialmente tras el fin de ETA.
¿Y qué hay de Valtonyc? Ha sido el último (y más sonado) caso de condenado por comentarios vertidos en redes sociales o manifestaciones artísticas. Su sentencia es distinta: ha sido el Supremo, no la Audiencia Nacional, quien le ha condenado a más de tres años de prisión, y su razonamiento también ha girado en torno a otros vectores. No tanto el "chiste" o el propósito humorístico sino la amenaza a figuras públicas, la injuria a la corona y el enaltecimiento del terrorismo.
Su caso también es muy discutido entre juristas, pero sustancialmente distinto por sus reiteradas amenazas (figuradas o no) a personalidades muy concretas.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario