"Si quieres cambiar el mundo debes trabajar entre 80 y 100 horas a la semana". Te lo dice Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo y un modelo de éxito. No está solo. Marissa Mayer, directora ejecutiva de Yahoo, ha hablado alguna vez de cómo ella trabaja 130 horas a la semana. Según estimaciones de los propios CEOs, trabajan una media de 60 horas, y no es raro ver en los medios de tendencias y artículos para reducir el tiempo dedicado a las funciones básicas y así trabajar más.
Frente a ellos, el resto de los mortales asalariados nos convertimos en figurantes del progreso. ¿Pero es así?
A estudio. En 2009 la London Schools of Economics realizó un seguimiento, a través de secretarios y ayudantes, de decenas de CEOs que aseguraban trabajar "55 horas o más". Cuando tocaba desmenuzar la jornada, resulta que unas 35 horas son de trabajo real y 20 entran en la categoría de miscelánea, donde se suman los viajes, las horas de gimnasio y las actividades personales.
Seis horas de ocio al día. Otro estudio independiente de Harvard realizó un seguimiento diario de las vida de los jefes de empresa. En sus conclusiones, los autores señalaban que el CEO prototipo emplea unas seis horas todos los días a sus asuntos personales (hobbies, familia), 45 minutos diarios de ejercicio y 6,9 horas de sueño. "Para mantener la intensidad de propia un CEO, deben entrenarse como los atletas, y eso significa planificar tiempo para su salud, su cuerpo y el descanso".
¿Qué es trabajar? Al parecer, la definición, a priori poco abierta a la interpretación, depende de si eres un asalariado o un dirigente. En Estados Unidos, donde se concentran los CEOs de muchas de las empresas analizadas, el empleado de cuello blanco medio del país pasa 47 horas en su puesto, y eso teniendo en cuenta que el cálculo no considera las horas de transporte como tiempo dedicado al trabajo.
"No paro de currar". La de sobreestimar el tiempo de trabajo es una reacción humana. Lo demostró el proyecto Americans Use of Time, que lleva desde los años 60 dando baños de realidades a las distintas generaciones de trabajadores. Los que creen que trabajan entre 50 y 60 horas a la semana en realidad emplean una media de 47,3 horas de su tiempo. Los que reportaban 70 horas o más, se quedaban en 58,8. Nos pasa parecido con respecto a las horas de sueño. Si dices no haber dormido más de tres horas esta noche, es muy probable que hayas conciliado el sueño cinco o seis.
Mejor seis que diez. Cuestión aparte es el dudoso beneficio de sobretrabajar. En general, es mejor dedicar seis horas al día que diez. Así es para los trabajos que requieren de esfuerzo mental, como puede ser el de un directivo, una enfermera o una programadora. El objetivo es la eficiencia. Te lo explica un director jefe de ingeniería: los empleados a su cargo que trabajan jornadas largas empiezan a tener malas ideas, un bajo ritmo de trabajo y "a menudo terminan escribiendo código demasiado complejo y lleno de errores". Se cansan.
Si tu trabajo es tu vida, las horas no cuentan. Con la progresiva automatización del trabajo y la alta división entre empleados de baja y alta cualificación, los investigadores han descubierto que los trabajadores menos preparados han ganado en las últimas décadas más horas de tiempo libre, pero los más preparados la han perdido.
Hay al menos dos teorías al respecto. La primera, que la competitividad y el miedo a quedarse atrás les lleva a intentar mejorar sus resultados. La segunda, y con la que tal vez se queden los CEOs que trabajan 60 horas a la semana, es que hay empleos que sí llenan a la gente, que hacen que la línea entre el trabajo y el ocio se difumine y todo pueda contarse como desarrollo laboral, incluido el tiempo de gimnasio.
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