China dice haber erradicado la pobreza. Puede que simplemente haya puesto un umbral muy bajo

Entre 1990 y 2015 el número de seres humanos viviendo en la más extrema de las pobrezas pasó de los 1.900 millones a los 730 millones. Más de 47 millones de personas superaron el umbral de los $1,9 diarios al año, unas 130.000 al día. Tan espectaculares cifras tienen dos responsables, acreedores históricos de las mayores bolsas de miseria del planeta: India y China. Muy especialmente China. En 1988, el 88% de su población vivía en la pobreza. Treinta años después, apenas el 1%.

Y desde ya mismo, ninguna. Al menos según su gobierno.

La declaración. Ayer las autoridades chinas retiraron a sus nueve últimos condados de su listado de pobreza extrema. En 2015 contaba más de 800, reducidos a apenas 52 a principios del año pasado. La mayoría de ellos se ubicaban al sur del país y en los confines de Xinjiang, la provincia habitada mayoritariamente por uigures. Se trataba de un viejo objetivo del ejecutivo. En 2012 se dio un plazo de ocho años para erradicar sus últimas bolsas de pobreza extrema. Ha llegado a tiempo.

Los ingresos. Desde 1978 hasta nuestros días, China ha logrado sacar de la pobreza a más de 700 millones de personas. Es un logro indudable, un hito en la historia reciente de la humanidad. Lo ha hecho asegurando ingresos crecientes para la mayoría de ellos. Este año, la "línea de la pobreza" fijada por el gobierno se ubicaba en los 4.000 yuanes anuales (unos 500€ al cambio). En los nueve últimos condados pobres, sus habitantes cuentan ya con un renta superior a los 1.400€.

Las dudas. ¿Suficiente para considerarlos no pobres? Depende de a quién preguntemos. Son diversos los economistas escépticos con el anuncio. El Banco Mundial es uno de ellos. Si utilizáramos un umbral de $5,5 diarios, unos $2.000 anuales (1.600€), aún contaríamos a más de 370 millones de chinos como "pobres". Es un 27% de su población, un porcentaje nada desdeñable. "Bajo estos parámetros, la pobreza en China es aún considerable", argumenta la institución.

Es una idea que podría resonar con las tradicionales condiciones de vida de la China rural. Este reportaje del New York Times arroja algo de luz: una inundación, un terremoto o una epidemia son calamidades suficientes para que muchas poblaciones interiores teóricamente sobre el umbral de la pobreza regresen a la miseria. El desarrollo económico de la China moderna, tan urbano y espectacular, se ha cobrado un peaje en el campo, donde pervive gran parte de su pobreza (extrema o no).

Esfuerzos. Es ahí, de hecho, hacia donde se van a dirigir los esfuerzos de las autoridades en los años venideros. Consciente de la creciente desigualdad entre el campo y la ciudad, China desea incentivar un éxodo hacia el interior, incentivando el crecimiento en zonas rurales y aún atrasadas. La retención demográfica desea esquivar la brecha que es hoy central a las sociedades occidentales y que está laminando en tantos sentidos, desigualdad mediante, a sus sistemas políticos.

Un riesgo del que Xi Jinping es consciente y que no desea correr.

La panorámica. Más allá de la pelea por los números y de las particularidades que afronta ahora China, algo es evidente: China ha logrado acrecentar la riqueza de millones de personas en un periodo récord de la historia humana. Su logro brilla con más fuerza comparado con India, donde aún 78 millones de personas viven bajo la pobreza más extrema (menos de $1,9 diarios). A corto plazo, su reto es consolidarse. Porque el coronavirus no está ayudando a contener la pobreza.

Imagen: Andy Wong/AP

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