Uno de los tópicos hacia los orientales más extendidos, sobre todo cuando se trata de turistas japoneses, es el hecho de querer fotografiarlo todo. Algo que se mantiene pese a que ahora eso de hacer fotos a todo lo existente se ha extendido de forma paralela con la normalización de los teléfonos móviles y la moda de las autofotos o selfies. Una moda que, de hecho, lejos de pasar se mantiene y hace que sus fervientes seguidores logren que cámaras para selfies por un valor de casi 1.000 dólares sean un éxito en ventas.
Concretamente se trata de la Casio Exilim TR, una cámara de venta sólo en China que por lo que sabemos por Quartz ha llegado a tener un apodo, "zipai shenqi" (la mejor arma para autofotos). Nombre que se ha ganado por su diseño, totalmente enfocado a los autorretratos, y a que según cuentan en el reportaje en vídeo es habitual verlas en cualquier restaurante.
El éxito ha sido tal que en seis meses la cámara pasó de tener un precio alrededor de los 245 dólares a alcanzar los 800 dólares. Los usuarios (al parecer del género femenino en su mayoría) explican que la lente es casi "mágica" porque siempre logra hacernos parecer más guapos, algo que se traduce en una tez más pálida, en parte gracias a que tras la captura el software facilita un ajuste del tono de la piel.
El hecho de que el post-procesado sea tan sencillo y se logre el objetivo deseado de manera tan sencilla hace que se considere algo mucho mejor que los cientos de apps con el mismo propósito que pueden usarse en los smartphones, y que no importe gastar esa cantidad en dicha cámara (aunque signifique una inversión importante). Una inversión que de hecho no es algo aislado y que se engloba dentro la variación del mercado a consecuencia de la obsesión por la tez blanca.
La cara son los nuevos dientes
Los avances en cosmética y en estética en general han puesto a disposición de un gran público el poder acercarse a su aspiración en cuanto a belleza cuando los genes no han sido benévolos. Ejemplo de ello ha sido el boom de los autobronceadores y de las sesiones de rayos UVA con el fin de suplir lo que nuestra melanina o los rayos de sol no son capaces de conseguir. Justo lo contrario a lo que ha ocurrido en Oriente.
En contraste con esta tendencia, la industria de los productos blanqueadores experimentó un importante crecimiento desde los años 70 en la región del Pacífico de Asia. A fecha de 2012, en Asian Scientist daban cifras de un valor de 13.000 millones de dólares para el mercado de estos productos (aproximadamente un 16% del mercado de productos de belleza en general). Y, dentro del éxito asiático, en China el mercado del blanqueamiento de rostro significaba en ese momento ya un 71% del de cuidados faciales en general.
Una moda que no queda sólo en el género femenino aunque el origen de este canon sí fuese con respecto a la mujer. Si bien cuatro de cada diez mujeres de Filipinas, Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur usaban productos blanqueadores de la piel, la demanda en el género masculino pasó a ser también atendida por la industria consolidando otra categoría en este tipo de productos.
Esta fuerte tendencia no es algo nuevo y si se echa la vista atrás (muy atrás) se ve que el deseo por un cutis blanco fue algo mucho más extendido en geografía y en cultura. Lo que también se esboza, sobre todo en el caso de China, es la raíz de que la belleza (y concretamente rasgos como la piel blanca) tengan aún hoy en día tanto peso.
Las ancestrales perlas de la estética
A nivel generalizado, durante la historia la tonalidad de la piel tenía una implicación social pese a ser algo genético (al menos en origen). La relación que se establecía era que una piel morena era sinónimo de una exposición al sol por trabajo (agricultura, obra, etc.), por lo que la tez blanca era se asociaba a pertenecer a una posición más acomodada. Es decir, el tono de piel era un símbolo de estatus, en este caso de pertenecer a una clase más alta.
Una asociación que no sólo se produjo en occidente, si bien en este caso además con el tiempo de hecho se invirtió. En China también cuajó esta relación, quedando de hecho como expresión Bai Fu Mei (白富美), es decir, "Blanca, rica y hermosa" como síntesis de la aspiración de cualquier mujer del país. Algo que leemos en China files, donde además mencionan costumbres como el típico maquillaje blanco que encontramos en varias figuras orientales como las geishas o las maikos, aplicándose este maquillaje desde el siglo XVI originalmente hecho a partir de pasta de arroz, plomo o tiza (blanco más puro, imposible).
Un requisito estético que echó raíz ayudado de poetas de la época dinástica de China que comparaban la piel blanca con jade blanco o perlas. Algo que, en contraposición con occidente, no sólo ha sobrevivido con los años, sino que la aspiración a tener un tono de piel blanco y el avance de la cosmética y la cirugía estética se han retroalimentado creciendo ambos aspectos. Ya lo hemos visto con el ejemplo de la cámara o los productos blanqueadores: si tus genes no te han dado un tono suficientemente albino, póntelo tú a base de talonario.
El poder de la mirada, de los pómulos y de mucho más
La apariencia física es algo con importancia desde tiempos inmemoriales, pero según regiones o ámbitos se ha sido más exigente y Corea es un ejemplo de que ser bello no es algo general ni probable. El estándar tradicional de belleza se componía de hasta treinta puntos, de modo que aquella persona que los tuviese en su totalidad era un caso singular de belleza:
- Piel, dientes y manos han de ser blancas.
- Pupilas, cejas y pestañas han de ser negras.
- Labios, mejillas y uñas han de ser rosadas.
- Cuello, cabeza y extremidades han de ser largas.
- Dientes, orejas y pies han de ser pequeños.
- Pecho, frente y punto medio de la frente han de ser amplios.
- Boca, cintura y tobillo han de ser estrechos.
- Cadera, muslos y pechos han de ser firmes y abundantes.
- Dedos, cuello y nariz han de ser delgados.
- Pezones, nariz y cabeza han de ser pequeños.
Con los años esta lista se ha diluido en tendencias que, si bien no son tan férreas, aún heredan algo de esta lista, como la de la cara aniñada o infantil (con ojos y pupilas grandes y nariz y orejas pequeñas) así como una figura estilizada (alta, delgada y con pechos voluptuosos). Existiendo dichos populares como "La apariencia es también una ventaja competitiva" dan una idea de la importancia de la apariencia que, según leemos a gente nativa, es uno de los principales factores en cuanto a conseguir un trabajo.
La importancia de la belleza desde un principio se sustenta por asociaciones místicas de la personalidad o el destino con el aspecto físico o, mejor dicho, la proporción y formas de la cara. Algo que probablemente ayudase a que la belleza ocupase un lugar tan determinante especiamente en las culturas asiáticas, y que parte de esto se haya mantenido hasta la actualidad. Así, en el mismo hilo de antes vemos una demostración del estándar de belleza tradicional chino por Wendy Ren que además explica algunas de esas antiguas creencias:
- Tener los pómulos demasiado marcados era un signo de predisposición a tener un mal destino, concretamente que el marido muriese pobre y joven.
- Una verrugas en el ojo en la zona del lacrimal se asociaba también con un destino fatídico (como si la verruga perpetuase la lágrima).
- Unos ojos demasiado llamativos (de tipo peach blossom, es decir, con ligero prolapso palpebral en el ángulo ocular) podían ser demasiado seductores y, por tanto, predisponer a sufrir por amor.
- Las mejillas coloradas eran un signo de buena salud.
- Los tres signos de la arrogancia: esto es un dicho tradicional que sin embargo perdura en la actualidad a tenor de la proporción del iris, la pupila y la esclerótica (parte blanca del ojo). Una pupila demasiado pequeña hace la proporción con el resto de elementos configure un tipo de ojo y mirada que se considera arrogante.
Las Cuatro Bellezas y el efecto Disney
Este canon, tanto el original como la posterior adaptación, fue algo extendido a otros países asiáticos como China y Japón. En China por ejemplo compartían el considerar atractivos rasgos como una boca pequeña ("de cereza") o una piel blanca y sin ángulos o "imperfecciones" como pecas en la cara y, casi por encima de todo, los pies pequeños. También en este caso con el tiempo estas exigencias se han ido adaptando, posiblemente influenciadas por la globalización, tendiendo por ejemplo a inclinarse por ojos menos rasgados y más redondos, como en la cara aniñada que se busca en Corea.
De hecho, el que se busque una cara de bebé o infantil encaja con la teoría sobre la evolución de los peluches que plantea P.J.B. Skinner en su libro "El comportamiento animal" (algo que nosotros también somos, aunque se nos olvide convenientemente). Matizaba el hecho de que los osos de peluche empezasen teniendo hocico puntiagudo y patas largas y que progresivamente habían tenido la frente más amplia y la nariz más chata, como los bebés.
Algo que relaciona con lo que Konrad Lorenz (médico y doctor en biología) afirmaba en su obra Tierpsychologie sobre el "instinto infantil" que los animales adultos (incluidos nosotros, por supuesto) parecemos mostrar en base a nuestra atracción hacia individuos jóvenes con ciertos rasgos en común: cabeza grande, frente alta, ojos enormes, mejillas prominentes y nariz pequeña. Rasgos que presentan las crías de muchas especies y, por ejemplo, los personajes de Disney (otra muestra de adaptación de la moda).
La preferencia por los rasgos aniñados la podemos observar de manera más gráfica con las representaciones de las Cuatro Bellezas chinas. Unos personajes entre mito y realidad cuya historia se ha transmitido de generación en generación, y cuya fama se debe a que por su gran belleza influyeron sobre los emperadores y reyes (afectando, por tanto, a la historia del país). Ésta es una representación tradicional de las Cuatro bellezas:
Ésta una representación adaptada a la era moderna (fijaos sobre todo en los ojos y la forma de la cara):
Cuando ser bello no tiene precio
El afán por adaptarse a un determinado canon o a una de sus características en concreto ha llevado a que se den casos como el de la India, lanzándose productos para tener la piel blanca también en las regiones más íntimas. O los carakinis en China, una especie híbrido entre pasamontañas y bikini que evita que los rayos de sol bronceen la piel.
En China, de hecho, existe un estilo de vida llamado Mei Bai (belleza blanca), algo que por supuesto alimenta la demanda, y tiene su respuesta por parte de la industria (con los productos que comentábamos) y las tiendas especializadas en este estilo. Así, probablemente la cámara de los 1.000 dólares no sea el último producto que se revalorice hasta cantidades tan llamativas viendo lo arraigado y potente de este deseo por tener la piel blanca, o en general por satisfacer ciertos requisitos en el canon de belleza
Imágenes | Daum
En Magnet | The Atlas of Beauty: más de 60 países, más de 60 tipos de belleza distintos
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