China ya no compra los residuos de Europa, así que el viejo continente se ahoga en su basura

Por si no fueran suficientes, Europa acaba de sumar un nuevo problema a su largo listado de quebraderos de cabeza: la basura. Los europeos generan muchísima, y hasta ahora la solución más sencilla había consistido en ponerse una venda en los ojos. Gran parte de los restos producidos por el viejo continente terminaban en China, donde empresas especializadas los reciclaban y los devolvían a Europa en forma de embalajes, cajas y otros enseres.

¿Y ahora qué ha pasado? Que China se niega a seguir importanto basura europea. Aunque no lo parezca, el negocio y el mercado de los residuos es gigantesco y multimillonario. Pero también muy problemático. La creciente economía china y su progresiva preocupación medioambiental ha provocado que el gobierno haya prohibido la compra de basura. A partir de ahora, China se ocupará de reciclar y dar salida a sus propios restos, que no son pocos.

¿Quién quiere mi basura? Y para los países europeos, la situación ha tornado en dramática. Ya en 2017 el volumen de ventas de plásticos y papeles a China descendió de forma drástica. En 2018 se han quedado prácticamente sin mercado. ¿Solución? En parte, vender a otros países: como ilustran estos gráficos de Politico, Vietnam, Indonesia y Malasia están comprando cada vez más residuos europeos. A largo plazo, sin embargo, su política se acercará a la China.

Europa al cuello. Pero como ninguno de los nuevos países compra tanto como importaba China, numerosos estados europeos se han sumergido en una auténtica crisis de gestión de residuos. Aquí se cuenta cómo Irlanda se ha quedado sin vender el 95% de su basura, y sus centros de reciclados, bastante pequeños, ya no dan abasto. En Reino Unido sucede algo parecido. Europa se había acostumbrado a tirar su basura al mar y confiar en que llegar a buen puerto.

Ya no vale.

Reciclar es buena idea. Así que el futuro pasa, lo más probable, porque el viejo continente se ponga a reciclar su propia basura. Países como Suecia o Países Bajos son muy buenos haciéndolo (la separan con eficiencia) y han creado pequeños negocios de ello. La Comisión Europea, sin embargo, bajara diversos planes. Uno es impulsar la creación de plantas de reciclaje en todo el continente para generar puestos de trabajo y hacerse cargo de sus propios residuos. Otro trucar el mercado con impuestos que penalicen a los productos creados con plásticos nuevos.

¿Y si no funciona? Las consecuencias de la nueva política china son graves. Si Europa no se pone las pilas, gran parte de su basura será incinerada (contaminante) o enterrada (casi peor). Alguien tiene que reciclar todo lo que generan sus consumidores. O se lo tragará la Tierra.

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