Juego al FIFA desde que tengo uso de razón. Empecé marcando goles con Raúl en las canchas de fútbol sala del FIFA 98 y hoy, veinte años después, me frustro tratando de jugar usando la táctica del tercer hombre con Roberto, Messi y Rakitic.
En estos veinte años he disfrutado durante incontables horas de casi todos los títulos. Miles y miles de partidos, de sprints, de entrenamientos a balón parado, de torneos online. Frente a la CPU, frente a otro humano de cualquier lugar del mundo o junto a amigos y conocidos. Horas que me han servido para entretenerme, para abstraerme, incluso para sociabilizar. Con una interrupción: el tiempo en el que jugar al FIFA se convirtió en un gasto que casi me lleva a la ruina. Pero antes de esa historia, hay que entender la mecánica del juego.
Malditos sobres
Esta historia no se entiende sin la de las loot boxes, cuyo nombre puede variar en función de la arquitectura de cada juego que las use: sobres, cofres, cajas de la suerte... Cada título integra como mejor le conviene este sistema, que viene a entregar al jugador la posibilidad de conseguir ciertos ítems de manera aleatoria abriendo uno de estos elementos. Las hay en la mayoría de juegos populares recientes, para móvil (Clash of Clans, Clash Royale, Brutal Age...) y están comenzando a ser un problema en las consolas, como ocurrió recientemente con Star Wars Battlefront. El abuso de los micropagos.
En el caso de FIFA, están integrados en Ultimate Team, también llamado FUT, el modo en el que uno puede construir su propio equipo, con los jugadores que quiera y algunas reglas para optimizar el rendimiento del equipo. Hay quien se pasa muchísimo más tiempo construyendo estos equipos que jugando con ellos. Incluso hay quien, sobre todo niños, pasa horas y horas abriendo sobres de jugadores en aplicaciones móviles que imitan a FUT. El encanto se ha trasladado de los partidos a la apertura de sobres.
¿Dónde está el truco? En que para abrir estos sobres hay dos vías:
El desarrollo natural del juego. Es lento, los sobres se abren muy poco a poco. A los que más probabilidades ofrecen para conseguir a grandes jugadores es imposible llegar por esta vía.
El parné. Pasar por caja asegura poder abrir de una tacada varios sobres. Las compras dentro del juego van desde 0,99 euros hasta 99,99 euros. Cuanto más dinero gastemos, más barato nos saldrá cada sobre.
Si algo nos ha enseñado la psicología a través del perro de Pavlov y las cajas de Skinner es que nuestro cerebro asocia ciertas acciones a ciertas recompensas, y que cuando la llegada de la recompensa es aleatoria, la liberación de dopamina se duplica y dura hasta que se determina si la recompensa ha llegado... o no.
Dame veneno que quiero morir, dame veneno
Agitar la campanita para obtener un trozo de queso gusta, pero jugar a la tragaperras esperando al jackpot engancha. Es la anticipación del placer, término acuñado por el científico Robert Sapolsky. Bienvenidos al FIFA moderno y sus sobres.
En FIFA, jugar con Messi, Neymar o Ronaldo es tan sencillo como escoger a sus respectivos equipos o selecciones en cualquiera de los modos de juego, online u offline. Armar un equipo combinándolos tampoco tiene misterio, siempre que sea offline. Dar el paso al online se llama FUT, y conduce a esa misma anticipación del placer.
Es prácticamente imposible poder comprar a esas estrellas del fútbol únicamente jugando partidos. Vamos a hacer una pequeña simulación con Cristiano Ronaldo.
- Ronaldo tiene un precio, en diciembre de 2017 y en su versión normal (luego hablamos de las versiones), de 1.900.000 monedas.
- En una temporada (diez partidos, en algunos casos pueden ser menos) podemos ganar, en promedio, unas 9.000 monedas. 600 por partido y 3.000 por finalizar. Recalcamos: es un promedio.
- Tendríamos que jugar 211 temporadas para poder comprar a Ronaldo sin gastar dinero real. Eso son 2.110 partidos (repetimos, es un promedio). Unas 50.000 minutos, unas 833 horas de juego.
- A cuatro horas diarias de lunes a domingo, 205 días. Más de la mitad del ciclo del juego.
- Es una aproximación mínima, ya que en ese tiempo habremos necesitado mucho dinero extra para pagar los contratos que nos permiten jugar partidos con nuestros futbolistas, así como curaciones de lesiones y demás.
EA, que se las sabe todas, añadió versiones especiales de los jugadores, liberadas temporalmente cuando juegan un gran partido y destacan en Europa, cuando logran una hazaña o baten un récord, cuando ingresan en el equipo del año o ganan el Balón de Oro, etc. Además, lo promocionan con los propios futbolistas en la vida real. Todos los caminos llevan a FUT.
Esas versiones especiales son mucho más anheladas por los jugadores, y también mucho más caras. Jugando de forma normal ya es absolutamente imposible acceder a ellas. Quedan para los que trampean con la compra de monedas en el mercado negro o para los que gastan grandes cantidades de dinero real en comprar sobres.
Hablemos de números
Cuando abre un sobre, todo jugador de FUT espera ser agraciado con alguno de los mejores futbolistas. Ronaldo, Messi, Ramos, Suárez, Neymar... O directamente los iconos, antes leyendas: Ronaldo Nazario, Maradona, Pelé, Henry... (aún más caros). ¿Qué probabilidad real hay de obtenerlo en un sobre?
EA no proporciona esta información, así que asumamos que cada jugador tiene las mismas probabilidades de salir (cosa muy improbable: muchos jugadores me salieron muchas veces repetidos, Messi o Ronaldo jamás). Hay unos 5.000 en el juego. Con los datos de Barbra Dozier (en su blog están ampliados los cálculos), la probabilidad de obtener a un gran jugador (con puntuación de 90 o superior) es inferior al 0,01%: tan solo el 0,00424%. La de obtener a un jugador concreto, como Ronaldo o Messi, baja hasta el 0,000714%. Y aún tenemos fe en que nos toque. Es mucho más probable que nos toque un pellizco en el sorteo de lotería de Navidad.
Esta relación de probabilidades entre la lotería de Navidad y los sobres de FIFA no es casual. Cuando compramos un décimos de lotería, no solo estamos pagando por la probabilidad de obtener el premio, sino por el valor intrínseco de permitirnos fantasear con ello desde que lo compramos hasta que comprobamos que no nos ha tocado nada. Pensar en qué haríamos con ese dinero y comentarlo con los amigos son actos privados y sociales muy cotizados y valiosos.
Algo parecido ocurre con FUT. Prácticamente se puede sentir en el cerebro el chute de dopamina. Comprar los FIFA Points -con dinero real- que nos van a permitir pasar un rato abriendo sobres es todo un ritual. Hay quien lo hace de forma colectiva, rodeado de amigos, y hay quien lo hace solo, bien porque sus amistades no comparten esa afición o bien porque en el fondo sabe que es un acto que no dista mucho de la ludopatía cuando se llega a ciertos niveles. En el proceso, una ensoñación con jugadores top en nuestro equipo obtenidos con los sobres. **El momento cumbre, pulsar X para abrir el sobre y ver la animación que aparece antes de que se revelen los jugadores.
A quien escribe estas líneas le pasó justo eso último: gastó más de lo que sabía que debía. Chutes dopamínicos en estado puro. El problema era que aunque la recompensa que llegase fuese negativa (un jugador mediocre), la aleatoriedad convierte la mala experiencia en buena. Incluso puede dar la sensación de que con cada fracaso se está más cerca del éxito final. Si a eso le unimos la conexión que podemos sentir emocionalmente con futbolistas admirados, el resultado es catastrófico.
Quevedo escribió que "lo mucho se vuelve poco sólo con desear un poco más". Esa viene a ser la esencia de abrir sobres cuando llevas cientos de euros gastados de una forma no infructuosa -al fin y al cabo siempre aparece algo-, pero sí insuficiente para la gallina que hemos tenido que soltar.
Finalmente, tras muchos euros dejados por el camino, acabé asumiendo las pérdidas y decidiendo que se acabó FUT para siempre. Quizás si tuviese diez años menos, sin apenas responsabilidades y mucho más tiempo libre, podría plantearme jugar a FIFA de forma tan intensiva que pudiese llegar a ciertos niveles sin tener que pasar por caja. Por supuesto, descartando la idea de hacerme jamás con ninguno de los jugadores top.
Como este no era el caso, mi historia con FIFA siguió al margen de FUT, jugando como hace unos años, limitándome a los partidos normales online, algún modo carrera y los partidos en local con amigos al lado. Mirar el apartado de FUT es como mirar a un viejo amigo que se aprovechó de nosotros.
Nunca llegué a saber cuánto dinero me gasté en total en FUT porque en una ocasión empecé a hacer cuentas y cuando iba por una cantidad que me avergonzaba, decidí parar sin saber cuánto podía faltar para el total. Lo que es seguro es que la cantidad que gasté mientras me sentía como una marioneta en manos del titiritero de EA -posiblemente, un equipo de psicólogos y sociólogos- superó las cuatro cifras.
Hoy las loot boxes están siendo motivo de debate, también para los reguladores. Apple anunció recientemente que haría obligatorio incluir la probabilidad de premio en ellas, Konami las incluye desde hace tiempo en la saga PES.
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