Si tuviésemos que dividir a la población desde el punto de vista de la gestión del tiempo habría dos grupos claramente diferenciados: los que llegan tarde y quienes acuden antes de la hora acordada Sin embargo, aunque a veces tachemos a los tardones de egoístas o poco responsables, la realidad es más compleja de lo que parece: hay cerebros más preparados para la puntualidad que otros.
Impuntualidad predeterminada. Según una encuesta realizada a la población estadounidense, entre el 15 y el 20% de los entrevistados llega tarde "constantemente". A la hora de analizar las razones que les llevan a no llegar a tiempo, expertos consultados por La Vanguardia apuntan a que puede deberse a un comportamiento adquirido por aprendizaje familiar. Es decir, aquellas personas educadas en ambientes impuntuales tienen más probabilidad de serlo.
77 segundos. Un experimento realizado en el año 2006 llegó a una conclusión muy reveladora sobre la concepción del tiempo. Así y tras estudiar a dos grupos de personas (puntuales e impuntuales) se dieron cuenta de que aquellos que tendían a llegar tarde a los sitios tenían la sensación de que un minuto dura más segundos de los que realmente lo componen. Para ellos, en lugar de 60, un minuto transcurre en 77 segundos.
Al preguntar a los participantes cuánto tiempo creen que tarda en consumirse un minuto, el grupo de los puntuales percibió que la aguja del minutero tardaba en recorrer la esfera del reloj 58 segundos, mientras que los impuntuales sentían que el tiempo les pasa más despacio. Es decir, se evidenció que, realmente, había personas que tienen una especie de reloj interno incorporado y otras no.
Optimismo y relajación. Lo que en la mayoría de los casos suele ser una garantía de buena salud, en términos de gestión del tiempo está asociado con la impuntualidad. Según un estudio realizado por la Universidad de Harvard, las personas impuntuales tienden estar más relajadas que aquellos que se organizan para llegar en hora. Es decir, los efectos de la procastinación y la mala gestión del tiempo influyen menos en el estado de ánimo de los optimistas.
En esta línea, expertos consultados por la BBC apuntan a que las personas optimistas y con bajos niveles de autocontrol tienden también a ser más impuntuales que quienes llegan a tiempo.
TDAH. Trastornos del carácter como el del déficit de atención, también están relacionados con el hábito de la impuntualidad. Se ha demostrado que, al menos, la mitad de este tipo de pacientes presenta un deterioro de funciones cerebrales como la planificación, la organización, el control o la regulación emocional, lo que les lleva a tener que convivir con una anomalía en la gestión del tiempo.
El caso de Japón. Si en términos generales en la sociedad occidental ser impuntual está mal visto, en Japón, la mala gestión del tiempo raya la obsesión. No solamente porque los japoneses tengan fama de ser muy muy puntuales, sino porque además cuando no lo son elevan el arte de la disculpa a terrenos que en España serían impensables. Uno de los últimos ejemplos lo protagonizó la compañía ferroviaria que tuvo que emitir una disculpa pública porque uno de sus trenes había salido 20 segundos antes de la hora fijada.
Imagen: Fabrizio Verrecchia