Una de las mejores películas de Walter Hill, ‘Forajidos de leyenda’ (‘The Longriders’, 1980) nos sirve para intoducirnos en el mundo de los forajidos en el western. Hoy elegiremos cinco representantes únicos, englosando todas las características de tan admirados personajes y que muchas veces sustentan una película con su sola presencia. Sin más dilación, cinco de los mejores forajidos por excelencia del cine.
Liberty Valance
De una de las obras maestras del gran John Ford, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ (‘The Man Who Shot to Liberty Valance’, 1962), surge este odioso personaje interpretado de forma magistral por un Lee Marvin que empezaba a destacar.
Probablemente el forajido por excelencia, por cuanto representa la maldad más pura, un egoísmo atroz y un gusto por la violencia que realmente llega a repugnar. La leyenda que se forma alrededor de su muerte es una de las más bonitas que ha dado el cine en su existencia, no en vano, gracias a esta película, una de las más líricas de su director, una de las más bellas.
Josey Wales
Todo lo contrario al anterior, Josey Wales se convierte en forajido a la fuerza, después de que su mujer e hijo sean asesinados en la guerra civil y más tarde traicionados por el enemigo cuando compañeros suyos iban a rendirse. ‘El fuera de la ley’ me parece el mejor western dirigido por Eastwood, aquel en el que se encuentran todos los elementos del género, sin excepción.
Con la rabia en su interior y nada que perder, Wales se convierte en una leyenda, muy del estilo de los grandes personajes de Eastwood; el mejor en matar, y su condición de forajido es a los ojos de la mal denominada justicia. Memorable la secuencia de enfrentamiento con varios soldados de la Unión, y el posterior razonamiento de Wales explicando el orden de disparo.
Frank
El gran Sergio Leone convirtió a Henry Fonda, uno de los actores más queridos por el público, casi siempre por interpretar personajes íntegros y llenos de bondad, en uno de los asesinos más implacables de todo el séptimo arte. Los nobles y radiantes ojos azules del actor adquieren otro sentido más siniestro con Frank, el pistolero que aspira a seguir haciendo de las suyas pero sentado en un despacho y con cargo político, llevándose por delante a todo aquel que lo quiera impedir.
Sin conciencia alguna Frank tendrá antes que rendir cuentas con su pasado cuando este aparece bajo el sonido de una profética armónica. ‘Hasta que llegó su hora’ (‘C’era una volta il West’, 1968) supone una de las cumbres del género. Impresionante el duelo final con Ennio Morricone hurgando en nuestras emociones.
Pike Bishop
Cuando el western cambiaba a marchas forzadas gracias a las muy personales miradas de directores como Sergio Leone y Sam Peckinpah, este último sorprendía con su visceral y poética ‘Grupo salvaje’ (‘The Wild Bunch’, 1969). William Holden, por aquel entonces con serios problemas personales, incluido el alcohol, resultó perfecto para encarnar a Bishop, el líder del grupo del título, un asesino, ladrón y pistolero de mirada amarga y con el imposible sueño de haber querido ser una buena persona.
Un superviviente anclado en los viejos tiempos y a punto de ser engullido con sus compañeros por un nuevo mundo que se abre camino a pasos agigantados con el progreso técnico. Su catarsis se produce en el impresionante tramo final, uno tiroteo que forma ya parte de la antología del cine.
Butch Cassidy y Sundance Kid
Al final son seis forajidos porque es imposible separar a Butch Cassidy de Sundance Kid, los dos hombres sin destino del título español y que representan un ejemplo perfecto de compenetración interpretativa entre dos actores. Los rostros de Paul Newman y Robert Redford, amigos también en la vida real, resultan perfectos para estos dos entrañables forajidos, ladrones de trenes que huyen hacia Bolivia con la ley en los talones.
Alegres y desenfadados, como el tono de la película, tienen tiempo en medio de sus tropelías de descansar al son del mítico ‘Raindrops keep falling on my head’ de Burt Bacharach y que se convirtió en uno de los temas musicales más escuchados en aquella época. Secuencia para el recuerdo: el salto al río.