Hace unos días el país que alberga el recinto taurino más grande del mundo, anunciaba que se han acabado las corridas de toros. Hablamos de México, un país cuya fuerte tradición ha dado vida y luz a miles de espectáculos. En este caso, la Justicia ha considerado que el trato "degradante" a los animales viola varios derechos. En España, la situación parece ir por el mismo camino mientras un PP cada vez más debilitado en este terreno intenta defender la cultura taurina como puede. ¿Seguirá nuestro país el mismo destino que Plaza México?
The show must NOT go on.
México echa el candado. En la sentencia, el juez federal de Ciudad de México enumeraba todos los daños emocionales y físicos que experimentan los toros durante estas actividades. Es decir, "el dolor excesivo y agónico que culmina con la muerte por hemorragias severas o paros respiratorios". Y claro, la ciudad ha terminado concediendo la suspensión definitiva de su mítica plaza de toros y paralizado todas las actividades relacionadas.
¿Por qué? El juez ha dicho simple y llanamente que no es otra cosa que una actividad recreativa en la que se lastima, se tortura y se mata a un animal. Y argumentaba lo siguiente: "La sociedad se encuentra interesada en que se respete la integridad física y emocional de todos los animales porque son seres vivos que conforman los ecosistemas y existe un valor intrínseco que tienen en tanto seres sintientes".
De hecho, el país está cada vez más alineado en este sentido, ya que la Suprema Corte de Justicia de la Nación discute también sobre el decreto del Congreso de Nayarit de 2019 que declaró la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial y ahora se decanta por proteger el toro.
La situación en España. Sí, el arraigo de la cultura torera en decenas de regiones españolas es innegable. Solo hace falta ver las Fiestas de San Fermín y cómo las calles de Pamplona se llenan de miles de personas de todo el mundo. Pero lo cierto es que en los últimos años, el número de espectáculos ha disminuido considerablemente. Entre 2012 y 2021 las corridas de toros cayeron de alrededor de un 40%. Y cada vez más personas quieren su prohibición.
Actualmente, la cifra anual de festejos en plazas de toros es de 824, la de corridas es de 279 y el número de toreros con licencias vigentes es de 461. Si bien la pandemia ha sido detonante, esta industria ya experimentaba una crisis con una caída del 61% de los espectáculos en los últimos 12 años, según un análisis de AVATMA.
Movimientos antitaurinos. En 2013, la tauromaquia fue declarada Patrimonio Cultural de España por el Senado. Eso sí, sólo contaba con el apoyo del Partido Popular. Esta norma obliga a las administraciones públicas a "garantizar y desarrollar unas medidas de fomento". Sin embargo, no todas las comunidades apoyan la tauromaquia. De hecho, los movimientos a favor de los derechos de los animales han ido creciendo y han conseguido que en ciertos lugares de España dejen de celebrarse.
Prohibido en algunos lugares. Canarias, por ejemplo, es la única comunidad autónoma en la que por ley no se realizan corridas de toros. En 1991 se aprobó una ley que prohibe "utilizar animales en peleas, fiestas y espectáculos que conlleven maltrato, crueldad o sufrimiento". Cataluña siguió un camino similar en 2010: el Parlament aprobó la abolición de las corridas. Sin embargo, en 2016, el Tribunal Constitucional anuló esta prohibición, considerando que la tauromaquia es competencia del Estado.
En Galicia, el movimiento antitaurino crece y ahora mismo la feria de Pontevedra es la única que sigue celebrándose. En 2015, Palma de Mallorca quiso legislar y evitar que se celebrasen estos eventos. El gobierno municipal aprobó una moción para declararse ciudad antitaurina, aunque no pudo prohibir las corridas porque la licencia es autonómica.
Ayuso dice que es "el arte de vivir". La presidenta de la Comunidad de Madrid señalaba en un discurso reciente que cada toro que sale a la plaza es "una metáfora de la vida" y defendía esta práctica como "símbolo de Hispanidad y de convivencia", defendiendo que Madrid es la capital del toro. El PP lleva años impulsando la actividad. En Andalucía, por ejemplo, los populares plantean de cara a las elecciones elaborar una Ley de Tauromaquia para "garantizar su mantenimiento y crecimiento".
En otros lugares del país, los defensores taurinos se enfrentaban a la alcaldesa de Gijón, Ana González, que había decidido no prorrogar la concesión de la plaza de toros de El Bibio, acabando con la Feria Taurina de Begoña. Pues bien, horas después la alcaldesa de Santander, Gema Igual, decía que su ciudad pondría autobuses gratuitos a los gijoneses que vayan a los toros de su ciudad. Este es ahora mismo el panorama.
El coste del toreo. A todo el enredo hay que sumar no sólo cuánto aporta el toreo, económicamente hablando, sino lo que se invierte en él. El Ministerio de Cultura detallaba que sólo se destinan dos partidas presupuestarias a esta disciplina: 30.000€ para el premio Nacional de Tauromaquía, y otros 35.000€ como subvención a la Fundación del Toro de Lidia. Sin embargo, en un artículo reciente de El Español, se detallaba que sólo en Madrid Ayuso gastó 15.827.652 euros entre 2020 y 2021, además de otros 7,5 millones para 2022.
En el mismo artículo se investigó el caso andalúz y concluyeron que allí se concede una subvención de carácter excepcional a la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas Pedro Romero de 230.000 euros, además de los 172.5000€ que dan a la Fundación Toro de Lidia. En Extremadura más de lo mismo: 86.000 euros para la tauromaquia.
Imagen: Omar Bárcena (Flickr)