Durante años el ruido se ha descartado como un mal menor de las ciudades y no como el problema importante de salud que es. El 70% del ruido en una ciudad proviene de los coches y los humanos no se han acostumbrado a él, aunque pensemos lo contrario. Es un daño que padecemos igual de tóxico que la propia contaminación: empeora enfermedades cardiovasculares, la depresión o la diabetes y hace que los niños aprendan peor. No sólo eso, también afecta a la calidad del sueño y a la audición.
El ruido. Un usuario de Reddit publicaba una imagen que ilustra el mapa acústico de la ciudad de Barcelona, en él se puede comprobar cómo los niveles más altos de sonido se encuentran cercanos a las calles por donde transitan más coches. La imagen venía acompañada del texto: "Las ciudades no son ruidosas, los coches lo son".
No anda desencaminado. De media, los coches que se mueven a alrededor de 45 km/h producen niveles de sonido que oscilan entre 33 y 69 decibelios. Ese es el rango entre una biblioteca en silencio y un lavavajillas a todo trapo. Para los que viajan a 90 km/h, los niveles de sonido alcanzan los 89 decibelios. Lo equivalente a dos personas gritándose entre sí.
Causa 30 muertos al año en Barcelona. En la capital catalana, más de 210.000 barceloneses sufren una "molestia intensa" ya sea emocional, psicológica o social debido al ruido; y más de 60.000 un trastorno grave del sueño a causa de la exposición continuada al tráfico, según la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Indican que después de la contaminación, el ruido es el "segundo factor ambiental" que más impacta en la salud. Hasta el punto que atribuyen a la contaminación acústica 300 casos al año de cardiopatía isquémica del corazón y el 3% anual de los muertos por esta causa. Es, el ruido en Barcelona causa 30 muertos cada año.
Un problema global. El ruido de los coches también es incesante en ciudades como Madrid, Valencia o Málaga. En la primera, cada año unos 8.000 ingresos hospitalarios a corto plazo son atribuibles al NO2 y unos 5.000 al ruido. Supone "un estrés diario, constante, aunque nos parezca de baja intensidad”, explicaba María Foraster, epidemióloga experta en ruido del Instituto de Salud Global (ISGlobal).
El problema es mundial: hasta 60 millones de adultos en Europa están sometidas a un nivel de ruido perjudicial por el tráfico, según un estudio del ISGlobal. En Madrid supera el 43% de los habitantes. En Barcelona, el 55%. En Francia, un estudio del Consejo Nacional del Ruido y la Agencia de Transición Ecológica determinó que el coste anual que supone el ruido en gasto sanitario es de 156.000 millones de euros.
Los nuevos radares de ruido. El país galo sabe que la contaminación acústica es un problema y por eso hace unos meses colocó los primeros radares de ruido para detectar y multar con 135 euros a los vehículos más ruidosos. En España acaban de llegar, aunque aún en fase de prueba. Estos dispositivos tienen un micrófono de alta precisión y una cámara de 180 grados que hace fotos a los coches que superen los límites. Sin embargo, a diferencia del proyecto francés, en España no habrá sanciones de momento.
El cambio al eléctrico. Lo cierto es que si todos los conductores recibieran un vehículo eléctrico gratuito, las ciudades no sonarían igual. Es lo que se desprende de este interesante artículo de The Conversation, que analiza cómo los eléctricos e híbridos emiten sonidos más bajos porque no tienen motores de combustión interna que produzcan ruido y vibraciones. Pero para garantizar que los peatones escuchen que se acercan coches, se requiere que emitan sonidos que van desde 43 a 64 decibelios.
Sin embarto, en muchos casos los coches eléctricos están fuera del alcance de las familias de bajos recursos porque cuestan bastante más que los de gasolina. Eso refleja también una desigualdad ambiental: no todos tienen el mismo grado de protección contra los peligros ambientales y de salud.
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