En 2012 se publicó un metaanálisis de un equipo de la Universidad de Stanford que investigaba si los alimentos orgánicos son más saludables y nutritivos que los normales. De los 50.000 papers disponibles a lo largo de medio siglo de investigaciones, tomaron en consideración los estudios de 137 de ellos, lo que consideraron “más relevantes”. La conclusión: "no hay evidencia de una diferencia en la calidad de los nutrientes entre los alimentos producidos de manera orgánica y convencional".
Europa opina lo mismo, como recogió el Parlamento Europeo en otro informe de elaboración propia de 2016, aunque añadían dos peros con los que está de acuerdo la mayoría de agentes. El primero, que siguen faltando “estudios bien diseñados que involucren a una población suficientemente grande” y a largo plazo para dirimir esta cuestión y que la evidencia científica sigue siendo incompleta. La otra es que los alimentos orgánicos presentan, en promedio, un 30% menos de riesgo de residuos de pesticidas, aunque los alimentos convencionales siempre se encontraban dentro de los límites de seguridad. Ahora bien, como “hay datos sustanciales que apuntan a que el cerebro en desarrollo [de bebés] es muy vulnerable a la exposición a plaguicidas y pesticidas”, los alimentos orgánicos pueden ser más recomendables para los más pequeños.
¿Más nutritivos?
Como decíamos, el trabajo de 2012 decía que no había encontrado una cantidad de nutrientes superior para los productos vegetales y animales de estos dos modos de cultivo. Sí encontraron mayores niveles de omega-3 en la leche orgánica. Otro de 2014 decía que los alimentos orgánicos tenían niveles más altos de antioxidantes y menos pesticidas o metalcadmio, aunque ese mismo estudio hablaba de que sus cosechas tenían niveles más bajos de proteínas y aminoácidos. Sobre los antioxidantes, se trata de una de las grandes y probadas patas de beneficio del orgánico, pero este beneficio no se traduce en un beneficio a la salud humana. Otras investigaciones encuentran niveles más altos de fósforo para los productos orgánicos, pero muy poca población tiene déficit de este elemento.
Expertos como el secretario de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición opinan que esas diferencias no afectan de forma significativa a la salud de los individuos. Es decir, que, aunque lo fueran, el valor nutricional de los alimentos comunes ya es lo suficientemente alta como para aportar una buena alimentación, y a un precio más bajo.
Se sabe de otros hechos, como que las personas que comen alimentos orgánicos tienden a tener dietas más saludables que la media poblacional, y por eso se tiende a poner en entredicho la mayoría de estudios que hablan sobre el impacto positivo de los alimentos orgánicos en la salud individual. Se trata del clásico correlación no implica causalidad.
En respuesta a la creciente concepción errónea de que aquello que lleva la etiqueta de “orgánico” en el supermercado es mejor, la FAO hizo una publicación en 2021 que concluía que los alimentos orgánicos son un estándar de certificación y comercialización, pero no un estándar referido a la salud o lo ambiental.
Hay intereses en la industria tradicional y química en financiar estudios pro industria convencional, mientras que también se han encontrado injerencias del frente orgánico para promulgar sus virtudes vía estudios de dudosas conclusiones. Los alimentos orgánicos son un negocio al alza, y el precio medio de sus alimentos es entre un 10 y un 50% más caro que el de la industria tradicional.
¿Qué es orgánico?, a todo esto. Pues como exponen en este vídeo de El País, un término legal que vale también para los alimentos ecológicos y que se refiere a todos aquellos que se hayan producido cumpliendo con las normas de producción expuestas en el reglamento europeo 834 de 2007. Puedes leer aquí todas las especifidades, pero su factor decisivo implica que no se usen pesticidas “sintéticos”, aunque sí se usan fertilizantes, herbicidas o pesticidas siempre que sean de origen natural, como son el estiércol, el azufre y el cobre. De la misma manera, aunque la etiqueta de ganadería orgánica no permite el uso de hormonas, sí puede usar medicamentos, incluidos los antibióticos, en las cantidades mínimas necesarias.
¿Y si es peor para el medio ambiente?
Esa es la otra gran discusión sobre todo esto, y tampoco tiene una respuesta clara. Por un lado, esa etiqueta de “orgánico” no conviene que sea necesariamente consumo de cercanía: puedes comer tomates orgánicos traídos desde Brasil, así que el coste medioambiental del transporte queda aquí fuera de la ecuación. También hemos visto aquí previamente que la huella de carbono del transporte no es la más importante para el daño medioambiental de lo que comemos, siendo lo más importante cuánta carne comemos (y en especial, ternera). También es cierto que, como lo orgánico directamente no usa de fertilizantes sintéticos, se ahorra todo el ciclo de producción de los mismos y de gestión de sus desechos, dañinos para las aguas.
Ahora, si nos fijamos en lo bueno o malo que es para las tierras el cultivo estándar o el orgánico, nos encontramos con que hay un conflicto añadido. Sí, las cosechas eco pueden fomentar la rotación de cultivos, pero, según un meta-análisis de 2012 publicado en Nature, la agricultura ecológica produce, de media, y bajo condiciones comparables, un 25% menos de cosecha que la convencional. También sabemos que "el mayor uso de la tierra en la agricultura orgánica conduce indirectamente a mayores emisiones de dióxido de carbono, gracias a la deforestación". Esto es algo que afectaría sobremanera a, por ejemplo, las zonas de los trópicos, con una biodiversidad natural tan rica que cualquier cultivo es peor que ningún cultivo.
El estudio de Nature también contemplaba que se requiere el doble de espacio en lo tocante a la ganadería ecológica para producir un litro de leche, y otros estudios recientes apuntan a que, como las vacas bio no están hormonadas, producen menos carne, por lo que su huella medioambiental es, por kilo de carne, similar a la ganadería convencional. Eso sí, las vacas de los ganaderos ecológicos tienden a vivir más felices, un factor que no hemos de infraestimar en lo respecto a las preferencias de los consumidores.
La FAO defiende que hay suficientes tierras cultivables para alimentar a todo el planeta incluso si todas las cosechas fuesen ecológicas.
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