Hoy en día tener una cuenta bancaria y no pagar comisiones por ella se está volviendo misión imposible. Y más ahora que estamos asistiendo a una era de subidas generalizadas de las comisiones en los bancos principales. La crisis del coronavirus y el prolongado escenario de bajos tipos de interés junto con una frenada en seco de los créditos hipotecarios que afecta a su rentabilidad ha llevado al sector a incrementar, y cada vez más, las exigencias que le reclaman a los clientes si quieren evitar esas comisiones.
Ahora, los clientes ya se preparan para otra subida generalizada de las comisiones para el mes de junio en una tendencia que no tiene pinta de revertirse.
Lo que se viene. Todas las entidades financieras españolas cobrarán el próximo mes comisiones por el mantenimiento de las cuentas corrientes a los clientes menos vinculados. Podría decirse que más de 10 bancos se han puesto de acuerdo a la vez para cambiar sustancialmente la libre competencia. Es parte de una tendencia existente a incrementar estos precios en los últimos años. Durante el primer trimestre del año, los cinco principales bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter) ingresaron 2.134 millones de euros en comisiones netas.
Endurecer las condiciones. Y no sólo es eso, los bancos están también endureciendo las condiciones por las que el usuario deja de pagar comisiones por tener una cuenta con ellos. BBVA, por ejemplo, justifica esta estrategia por "la situación económica tras la crisis sanitaria, así como la evolución de los mercados financieros". Concretamente, a partir de junio, para beneficiarse de una cuenta sin comisiones en la entidad será preciso tener domiciliada una nómina o ingresos periódicos superiores a 800 euros o una pensión de al menos 300 euros. O bien tener un mínimo de cinco cargos por recibos domiciliados o una tarjeta de débito activa con movimientos en los últimos cuatro meses.
Hay otra vía, sí, la que no le hace gracia a nadie: tener contratado algún producto adicional como préstamos, hipotecas, seguros o productos de inversión con un importe mínimo de 5.000 euros.
No se libra nadie. Como BBVA todos los bancos están llevando a cabo estrategias similares. En Sabadell, los clientes de la Cuenta Expansión, la más popular del banco, pagarán una comisión trimestral en junio de 30 euros si no cumplen las condiciones de la cuenta, al igual que los de Unicaja o Kutxabank, lo que supone al año un gasto de 120 euros. El Banco Santander aplica una comisión de 20 euros al mes desde principios de este año a los clientes que no cumplen ningún requisito del nuevo programa Santander One. En total, estos clientes pagan hasta 240 euros al año, el banco más caro junto con CaixaBank.
Bankia cobrará una comisión mensual, que puede alcanzar los 14 euros si el cliente no cumple ninguna condición del programa Por Ser Tú. Abanca es otra de las entidades que liquida sus comisiones por el mantenimiento de la cuenta de forma semestral, aunque esta entidad cobra algo menos (50 euros al semestre). Al año, el banco gallego cobra un total de 100 euros a los que incumplen las condiciones de su programa Cero Comisiones.
Penalizar a quien se desentiende. Al sector bancario se le ha exigido durante la pandemia que respondiese a las demandas sociales que existían, como el adelanto de las pensiones o las moratorias en el pago de los créditos, y respondieron de una manera sorprendentemente positiva. Sin embargo, ahora vuelven a sus planes iniciales y buscan clientes más vinculados con las entidades, con el objetivo de que se abandone la antigua costumbre de tener varias cuentas en distintos bancos.
¿Un modo de fidelizar clientes? Penalizando a los usuarios menos vinculados con las entidades, es decir, aquellos que tienen pocos productos contratados (tarjetas, cuentas, seguros), para que decidan si les compensa ampliar su nivel de compromiso con el banco o si prefieren mantenerse pero pagando una cuota anual de hasta 240 euros, como ocurre en el banco Santander o CaixaBank.
¿Por qué lo hacen y de cuánto hablamos? Con este tipo de medidas también se pretende desincentivar el depósito de grandes cantidades de dinero, para que los clientes lo trasladen a productos que generan mayor rentabilidad a la entidad como, por ejemplo, los fondos de inversión.
Ileana Izverniceanu, portavoz de la OCU, explicaba en este artículo de EL PAÍS que “una cuenta sin domiciliaciones de ingresos ni gastos, que no esté condicionada a una operativa exclusivamente online, con un perfil de uso definido por un saldo medio de 2.500 euros, tarjeta de débito y crédito asociadas, y sobre la que se realizan una docena de transferencias anuales de 500 euros cada una, tiene unos costes medios que en algunos casos pueden llegar a 240 euros al año”.
La era de tipos bajos. El sector bancario lleva años sufriendo reveses en su rentabilidad. Los bajos tipos de interés y los mayores requerimientos de capital llevan tiempo mermando a un sector fundamental para la economía. Muchos expertos explican que la salud del sector es clave para que el crédito siga apoyando a la economía real y por ello ven con preocupación las amenazas a las que se enfrenta la banca en los próximos meses y años.
Entra en juego el hecho de que los intereses negativos a las cuentas de ahorro están cada vez más cerca y que nuestro dinero está perdiendo valor en el banco. Y aunque es un problema para los ahorradores, también lo es para las entidades, que deben responder ante el BCE. Es decir, los bancos están perdiendo dinero con nuestros ahorros. Y claro, eso nos repercute a nosotros en los costes.
El crepúsculo de los bancos. El cierre de sucursales, la venta de activos tóxicos, las fusiones y la digitalización no ha hecho otra cosa que acrecentar ese problema de rentabilidad. Para que os hagáis una idea: desde la crisis de 2008 se han cerrado la mitad de las oficinas de banca y ha perdido casi 100.000 empleos, el 35% del total del país, según datos del Banco de España. Hemos hablado de ello en Magnet.
Un negocio que se ha ido resquebrajando aún más con el impacto económico de la pandemia y que les ha llevado a revisar sus alternativas de negocio. Sin ir más lejos, algunas entidades se han estrenado en la venta de productos electrónicos y electrodomésticos como móviles, televisores, coches e incluso lavadoras. Algo que nos da pistas de la situación que atraviesa el sector.
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