Pese a desconocerlos, hay idiomas que se incrustan en nuestra memoria auditiva de forma inmediata. Cuando un noble caballero germano se desenvuelve en la lengua de Goethe, somos capaces de identificar su cadencia y sus fonemas como "alemán". Cuando una dignísima señora rusa hace lo propio con el idioma de Chéjov, nuestro cerebro, pese a no entender gota de ruso, lo asocia a tan bello lenguaje.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando un parlante de quechua se planta frente a nosotros? ¿Seríamos capaces de diferenciarlo de un hablante de, pongamos, de nahuatl? Para responderse a esta pregunta, el investigador sueco Lars Yencken lanzó "The Great Language Game", un juego donde tú mismo pondrías a prueba tu habilidad para identificar idiomas. Durante varios años, Yencken recopiló más de 15 millones de encuestas.
Ahora, toda esa información se ha volcado en un estudio concienzudo (el primero de su clase) sobre la habilidad humana para asociar determinadas hablas a unos u otros idiomas. Los resultados son poco sorprendentes: el francés, el alemán, el español, el italiano y el ruso son los cinco idiomas identificados con mayor porcentaje de éxito (todos ellos por encima del 90%).
Lo más interesante, sin embargo, son las lenguas que con menos acierto asociamos. La peor parada fue el kannada, un idioma hablado por más de 40 millones de personas en el sur de la India. Le siguieron de cerca otras raras avis de la comunidad lingüística internacional: el fidjiano (41% de acierto), el shona (un idioma bantú, 43% de acierto), el dinka (un dialecto nilótico del sur de Sudán, 44% de acierto) y el maltés (único europeo, 47% de acierto).
Idioma | Acierto |
---|---|
Kannada | 39% |
Fidjiano | 41.5 |
Shona | 43.87 |
Dinka | 44.13 |
Hausa | 44.5 |
Tigriña | 45.53 |
Éfaté-Shepherd | 45.86 |
Dari | 46.38 |
Maltés | 47.98 |
Indonesio | 49.38 |
¿Por qué semejante disparidad? En el estudio, titulado "Why are some languages confused for others? Investigating data from the Great Language Game", se esbozan algunas respuestas.
La principal: aunque somos malos eligiendo entre dos idiomas similares, somos bastante eficientes identificando grupos de lenguas. Es decir, es probable que un camerunés sea incapaz de discernir entre el gallego y el napolitano, pero es factible que sepa diferenciar con claridad el polaco del aranés. Del mismo modo, los hablantes de lenguas romances no sabemos discernir entre el bengalí y el panyabí, pero sí entre el tamil y el surcoreano.
Es lógico. En nuestro entendimiento juegan factores que van desde los aspectos léxicos y fonéticos de un idioma concreto (el cómo suena) a condicionantes sociales que nos hacen más familiares en torno a unas lenguas frente a otras. La exposición de un idioma (el inglés, por motivos evidentes, se dejó fuera) juega un papel clave a la hora de reconocerlo. Su fama (el ejemplo más claro es el francés) es tan importante como su esencia.
El test pone a prueba todo lo anterior. Su mecanismo es muy simple: se proporciona un audio que dura unos treinta segundos y se dan varias opciones (entre dos y ocho: a menor rango de posibilidades, menor porcentaje de error). El oyente tiene que elegir entre ellas. A menudo, las opciones son algo tramposas: emparejan idiomas de similar sonido o muy cercanos en el mapa.
¿Qué provoca que tendamos a identificar erróneamente a unos idiomas por encima de otros? Los autores dan algunas pistas: la proximidad geográfica (por ejemplo, que tengamos que elegir entre dos idiomas del subcontinente indio); que haya una correlación histórica muy fuerte (como pueda ser el caso de los escandinavos); que tengan similitudes en sus fonemas; y que sean similares en su léxico. En el fondo, respuestas de sentido común.
Parece comprensible, no en vano, casi todos los encuestados sepan qué idioma es el coreano (más del 86% de los encuestados, un idioma muy próximo culturalmente a dos potencias como Japón o China), pero que muy pocos tengan nociones básicas sobre el maltés (el único idioma semítico del continente europeo). La cuestión, y lo encantador del juego, es si eres capaz de diferenciar el uno sobre el otro cuando tienes un audio ininteligible delante de ti.
En total, The Great Language Game incluye 400 audios con más de 78 idiomas distintos. Si tienes una tarde libre y te encantan los idiomas, es tu patio de recreo.