En diciembre de 2018 la oficina nacional de estadística británica publicó un preocupante informe que lleva persiguiendo a la actualidad política desde entonces: en ese año se habían producido 732 homicidios frente a los 690 sufridos el año pasado. De ellos, el incremento había sido amplísimo en el grupo de los cometidos con puñales y cuchillos, la peor cifra desde 1946. La mayoría de ellos ocurren en los barrios marginales de Londres, una de cada cuatro víctimas era un varón de entre 18 y 24 años, y los individuos de comunidades africano-caribeñas son más propensos a ser perpetradores o víctimas.
Se llamó a considerarlo una “emergencia nacional”.
Mano dura: buena parte de la opinión pública, de los políticos conservadores y de las fuerzas del orden piden penas más duras y más discrecionalidad y amplitud de recursos para los agentes para actuar. En estos años el gobierno de May ha reducido el número de efectivos y puso límites a la doctrina del “stop and search”, la política de cacheo de la policía rodeada de acusaciones de sesgo racista por parte de los agentes.
Política de puentes: el Instituto de Policía británico, el organismo gubernamental que trabaja por la efectividad en la aplicación de la ley, ha publicado un estudio enviado a todas las fuerzas en Inglaterra y Gales para luchar contra la delincuencia juvenil por arma blanca. Hay varios descubrimientos importantes: las bandas de criminales, la mayor preocupación de la opinión pública, sólo realizan el 5% de los apuñalamientos, y el 75% del total de agresores no reincide.
Fuck the police: el “stop and search” puede ser contraproducente. Las confiscaciones y cacheos no parecen tener efecto a largo plazo en la evitación de los crímenes, sólo en la disposición momentánea (aunque ojo, hay otros estudios estadounidenses que no comparten estos resultados).
También indican que, dado que se ha demostrado que esos cacheos, al menos en Londres, son especialmente sesgados (se registra mucho más a personas negras de entornos deprimidos en cifras mucho mayores incluso que la proporción de ofensores de este grupo), ello produce una desmotivación de los grupos de riesgo en creen en la policía como un cuerpo a su servicio. “Dado que la policía está en mi contra”, piensan, “voy a tener que protegerme yo mismo, con lo que necesito portar un arma”.
Por último, el Instituto afirma que se ha encontrado que pasar por un centro de menores es un factor de riesgo mucho mayor de lo esperado para que los jóvenes vuelvan a reincidir. Es decir, que, según la versión del estudio, pasar por la cárcel incentiva mucho más a cometer nuevos delitos que recibir otro tipo de sanciones, como servicios a la comunidad, reparación de víctimas, vigilancia comunitaria o postratamiento.
Palos y zanahorias. En lugar del “stop and search” o de las penas más largas, el informe aboga por aplicar otra política probadamente exitosa en algunos núcleos de Estados Unidos y Escocia llamado “tirado de palancas”: primero, se selecciona minuciosamente a los individuos en riesgo de criminalidad de la comunidad (pandilleros), sin practicar una vigilancia generalizada del barrio (para no provocar sentimientos de persecución policial entre toda la comunidad) , y después se les disuade, tanto con una amenaza de las duras consecuencias de delinquir como ofreciendo herramientas y consejeros conocedores de la comunidad para salir de esas dinámicas.