Los dos municipios de Sevilla acogen importantes empresas que comercializan productos como dildos o vaginas de látex y han logrado destacar en el sector
Statista calcula que en 2026 el mercado global de juguetes sexuales sumará 52.700 millones de dólares
Andalucía es un importante destino turístico y parte esencial del sector agrario español y el mapa nacional de las energías renovables, pero su economía toca otros muchos más palos. En la provincia de Sevilla se localiza quizás el más llamativo: la industria de los dildos y succionadores de clítoris. Allí, entre las localidades de Dos Hermanas y Carmona, no muy lejos de Sevilla capital, se concentra lo que algunos ya denominan "la milla de oro de los juguetes sexuales" en España.
Tal peso ha ganado el sector que durante la pandemia hubo quien, tirando de sorna, aseguraba que sus ventas suponían un "consuelo" en la crisis.
La (otra) industria local. Dos Hermanas y Carmona, dos localidades muy próximas a Sevilla, son conocidas por sus casas de fachadas blancas, patrimonio histórico y campos de girasoles. Bastante menos conocida es la próspero industria de los juguetes sexuales que acoge, una que mueve millones de euros al año.
En el Parque Logístico de Carmona tiene sus instalaciones International Dreamlove, que se define a sí mismo como un "fabricante y distribuidor" de "productos eróticos, juguetes sexuales, lencería y cosmética para la salud sexual". En Dos Hermanas se localiza Fleshlight, que en su página web europea anuncia una amplia gama de vaginas artificiales, vibradores y dildos y precisa que su punto para devoluciones y pagos se sitúa en un área industrial de la urbe sevillana.
Cuestión de placer... y euros. Se dedica al placer, pero la industria de los juguetes sexuales es en realidad un negocio. Uno enorme, jugoso, en crecimiento y con muy buenas perspectivas. Statista calcula que en 2019 su mercado mundial se valoraba en 28.640 millones de dólares y en 2021 pasaba de los 34.000 millones como parte de una curva creciente que espera alcanzar los 52.700 en 2026.
Los negocios sevillanos no son ajenos a esa demanda. Dreamlove asegura en su web que registra 31 millones de pedidos al año, cuenta con más 150 trabajadores y maneja hasta 80.000 productos cada día. En cuanto a Fleshlight International, El Correo de Andalucía asegura que facturó 18,5 millones en 2021 tras registrar un aumento de pedidos considerable, del 15%. Al menos en 2018 El Confidencial lo presentaba de hecho como el primer productor europeo de vaginas de látex.
El efecto del COVID-19. Aunque el negocio andaluz de los juguetes eróticos atraía interés ya antes de la pandemia, el COVID hizo que cobrase una importancia peculiar. El motivo: los confinamientos forzados parecieron sentarle bien. En abril de 2020, poco después del decreto del estado de alarma, Fleslight reconocía a Efe estar experimentando un alza considerable de pedidos. Su portavoz, Juan Ziena, hablaba en concreto de un incremento del 33% en comparación con el mismo mes de 2019. Destacaba el aumento de encargos desde Italia, un 52% mayor.
"Son meses en los que las personas salen menos, se relacionan menos con otras personas, y estos productos tienen una mayor salida", reflexionaba Ziena: "Se nota mucho que la gente está en casa y buscando en Internet cómo hacer la cuarentena más llevadera". El Correo precisaba que en noviembre ese alza llegó al 155,92% y en 2021 la compañía aún disfrutaba de una tendencia positiva, con un 15% más de pedidos. En Dreamlove International hablan también de un "crecimiento orgánico", con subidas anuales de ventas a un ritmo de más del 40%.
Objeto de deseo (ilícito). Tan interesante es la industria que no ha tardado en despertar pasiones muy diferentes a las que buscan caldear Fleslight o Dreamlove. En febrero unos ladrones se colaron en la nave de esta última firma, en Carmona, y se hicieron con un botín sorprendente... y valioso: varios consoladores chapados en oro de 24 quilates y valorados cada uno en más de 15.000 euros, otros dildos fabricados en acero inoxidable y aproximadamente 25.000 euros de la caja.
Fleshlight también ha protagonizado crónicas que poco tienen que ver con el erotismo. Al menos directamente. Hace unos años presentó una demanda contra antiguos directivos por lo que consideraba una competencia desleal y revelación de la fórmula secreta del material con el que elabora sus juguetes sexuales. En 2020 ABC publicaba que el juzgado había desestimado parcialmente su querella.
Remontándose al origen. La pregunta del millón llegados a este punto es… ¿Por qué están allí ambas empresas? ¿Cómo se explica el peculiar polo del placer erótico creado a escasos kilómetros de la ciudad de Sevilla? ¿Qué hacen allí dos compañías que suelen citarse entre los mayores distribuidores y fabricantes de juguetes sexuales? La historia de ambas compañías son diferentes, aunque comparten una trayectoria de crecimiento en un sector en alza.
Detrás de Fleslight está el estadounidense Steve Shubin y su esposa Kathleen, quienes la lanzaron en 2010. Al menos en 2018 contaba ya con una producción anual de 350.000 vaginas de plástico en Dos Hermanas, facturaba 50 millones de euros y contaba con una fábrica también en Austin, Estados Unidos, y centros de distribución situados en Canadá y Australia. Sus ventas rondarían por entonces los tres millones de vaginas artificiales, lo que las convertían —aseguraba la empresa— en el juguete sexual para hombres más exitoso tras la muñeca de plástico.
Derribando tabúes e innovando. ¿El origen de todo? Steve, expolicía en Austin, decidió crear un primer modelo inspirándose en la forma de una linterna cuando un embarazo de riesgo impidió a la pareja mantener relaciones sexuales. Aficionada al mundo equino, el matrimonio optó por Andalucía tras visitarla y conocer a quien acabaría convirtiéndose en director general de la firma.
Los orígenes de Dreamlove los relataba hace poco su gerente, Mario Romero, quien detectó un "vacío empresarial" en el que decidió ahondar para un trabajo de su carrera, en la universidad. "Al principio no le vi salida laboral, requería mucha inversión", confiesa. Pero sí lo tenía. Y el proyecto creció hasta llevarlo a Alcalá de Guadaíra y una planta de Carmona. "En España se consumen muchos productos eróticos. Cuando empecé era complicado hablar del asunto, la imagen del sector era muy oscura", recuerda. Ahora celebra que hayan dejado de ser un "tabú".
Imagen de portada: Turismo de Sevilla
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