Pese a los grandes errores cometidos durante la primera fase de la pandemia, España ha gestionado con éxito la campaña de vacunación. A día de hoy el 78% de la población presume de pauta completa, un porcentaje inigualado por cualquier otro país del mundo con más de 10.000.000 de habitantes. Aunque consideremos este umbral arbitrario, lo cierto es que el sistema sanitario español ha funcionado muy bien allá donde otros no lo han hecho (o donde funcionó muy mal en marzo del año pasado).
¿Por qué?
El tratamiento. La pregunta no nos la hacemos nosotros sino la prensa alemana. Un reportaje de DW se ha viralizado durante los últimos días en las redes sociales españolas. "¿Cómo lo han hecho?", se pregunta la presentadora tras explicar que España está al borde del 80% de la población totalmente vacunada sin haber impuesto restricciones a los no-vacunados o sin haber ofrecido recompensas a cambio. El contraste con países como Francia, Estados Unidos o Alemania, donde al estancamiento de la campaña le han seguido medidas de incentivo/exclusión, es claro.
Las respuestas. Las ofrece el propio reportaje. "Algunas son específicamente españolas, pero otras pueden funcionar en otros países", anticipa la presentadora. Una clave es la confianza de los españoles en el sistema sanitario. "Siempre ha habido una relación muy próxima entre la población y los médicos de cabecera o los centros de salud", argumenta Daniel López-Acuña, experto en salud pública. Es algo que ya tratamos en su momento. Los españoles hemos mostrado muy poco escepticismo en la campaña de vacunación. Cuando el sistema, "el médico", esa fuerza viva, nos marcó el camino lo seguimos sin rechistar. Porque nos fiamos de él.
El sistema, los lazos. También hay un componente que puede fascinar a poblaciones más septentrionales. Los españoles somos muy familiares. Vemos a nuestros padres y abuelos con regularidad. Esto ayudaría a explicar por qué la pandemia se expandió tan rápidamente... Y por qué hemos decidido vacunarnos (no queremos poner a nuestros seres queridos en riesgo). Un dato es ilustrativo: el 90% de los adolescentes españoles está vacunado frente al 35% de los alemanes.
El trauma del coronavirus ha jugado en favor de la campaña.
El diseño. Hay un último factor y se encuentra en la base del sistema sanitario: es muy fuerte en Atención Primaria y en medicina preventiva, o lo que es lo mismo, tiene un contacto muy próximo y regular con el paciente. Esto le ha permitido movilizar a grandes bolsas de españoles de forma rápida y con una logística simple, dado que ya existía. No hemos tenido que hacer nada diferente para vacunarnos más que recibir una cita y acudir a nuestro centro de salud. Lo que llevamos haciendo toda la vida cada vez que nos relacionamos con el sistema sanitario.
Como un reloj. En septiembre, otros dos medios alemanes trataban el éxito de España de forma similar. La revista Focus titulaba de esta forma tan sugerente: "Ni siquiera los expertos se explican el milagro español". En el cuerpo del texto incluía frases que harían sonrojar al más funcionario prusiano más prejuicioso: "Como el sistema funciona bien, la confianza en la sanidad pública es alta (...) Además, la campaña de vacunación se lanzó sin grandes retrasos o escándalos". Excepto en Murcia, recordemos.
Hemos vivido lo suficiente como para que la prensa alemana mire a España y descubra perpleja que funciona como un reloj. También en septiembre Tagesschau ponía el foco sobre el estricto protocolo elaborado por Sanidad: "Las citas se asignan centralmente por llamada telefónica o SMS. Nadie se ha tenido que preocupar de la vacuna de forma independiente". Al vacunar por grupos de edad, muchos grupos sociales (amigos, familia, colegas) se inmunizaban a la vez. Y nadie se quiso quedar fuera.
El resto. El desplome de la IA y de los fallecidos por coronavirus, al igual que en otros países muy avanzados, son el testigo del éxito español. Al menos en esta parcela. Mientras Estados Unidos (57% ya no sabe qué regalar para conseguir que casi un tercio de su población escéptica acuda al centro de vacunación, Francia (67%) o Alemania (65%) experimentan con desincentivos tales como restringir la vida social (cine, estadios, restaurantes) al no vacunado. Muchos de ellos se están estancando. Y por eso miran a aquellos que no.
Imagen: GTRES
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