Hoy, Facua denunciaba que uno de los medicamentos para niños más utilizados hoy en día, Dalsy, omitía algunos efectos secundarios en su prospecto. Dalsy contiene un colorante alimenticio llamado E-110 (amarillo crepúsculo) y la Unión Europea exige que los alimentos que lo contengan avisen del posible impacto en la actividad y la atención de los niños.
Aunque no es peligroso para la salud en cantidades adecuadas, actualmente el E-110 está prohibido en Noruega. Y no es el único aditivo alimentario bajo sospecha. En un mundo donde cosas como la plata, la celulosa y el ácido clorhídrico son considerados aditivos alimentarios, nos hemos preguntado hasta qué punto estos productos pueden ser perjudiciales para la salud y qué se está haciendo para controlarlos.
Dalsy, el amarillo crepúsculo (E-110) y la hiperactividad
El amarillo crepúsculo (E-110) es un colorante muy utilizado en productos color amarillo anaranjado. Como decíamos el Reglamento (CE) 1333/2008 del Parlamento Europeo sobre aditivos alimentarios indica que los alimentos que usen ese y otros colorantes incluirán ésta información adicional: "puede tener efectos negativos sobre la actividad y atención de los niños". Y como Facua señala, esa frase no aparece en el prospecto de la Agencia Española del Medicamento. Más allá de la polémica
En 2007, la revista The Lancet publicó un estudio que relacionaba algunos aditivos (entre los que se encontraba el E-110, el E122, el E102, el E124 y el E211) con la hiperactividad en niños de 3 y 8 años. No era el primero que encontraba esta relación, pero sí era el más robusto. Casi en cascada, el reglamento de 2008 recogió la idea y la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) redujo la 'ingesta diaria admisible' de 2,5 mg/kg/día a 1 mg/kg/día.
En 2014, y tras revisar la última investigación, subió la 'ingesta diaria admisible' a 4 mg/kg/día. Es decir, tras un periodo de cautela, la Agencia no ha encontrado pruebas de su impacto negativo que aconsejen su prohibición. De hecho, Facua no afirma ni que el componente sea peligroso, ni que la dosificación se errónea. Simplemente denuncia que, según su criterio, la directiva de aditivos alimentarios debe aplicarse también en los medicamentos.
Una historia de los aditivos alimentarios
A partir de los años 50, los aditivos alimentarios se convirtieron en algo esencial para la producción de alimentos procesados y sin procesar. Conforme crecía su uso, también crecía la preocupación ciudadana entorno a sus efectos. Y con ella la desinformación. El caso más llamativo es la 'lista de Villejuif', un listado de aditivos que lleva circulando desde 1973 y que mientras califica al ácido cítrico (E-330) como peligroso y cancerígeno, califica de inofensivos a otros aditivos de uso restringido.
Es solo un ejemplo de que durante las últimas décadas se ha instalado cierto clima de desconfianza hacia los aditivos alimentarios que, aunque comprensible, es injusto. La certeza de que colorantes, conservantes, espesantes e intensificadores son necesarios para la producción de alimentos, hace que, sin lugar a dudas, los aditivos alimentarios sean uno de los ámbitos más regulados hoy en día.
Pero también uno de los más complejos. Todo lo que se añade a la comida, pero no es el alimento en sí es un aditivo. O sea, casi todo puede ser un aditivo alimentario. Los códigos E, el sistema de clasificación que suele usarse en la Unión Europea, tiene número para cosas insospechadísimas: el famoso glutamato tiene el E-621; la celulosa en polvo, el E-460 y la plata, el E-174. Y cada elemento es analizado minuciosamente. Aquí puedes ver todos los aditivos autorizados en la Unión Europea.
Esto hace que no todos los aditivos estén prohibidos en todos sitios. El azul brillante FCP (E-133) se usa, sobre todo, para dar color a helados, dulces y bebidas. Sigue prohibido en Suiza y lo estaba en muchos países de la Unión Europea porque, según parecía, podía provocar reacciones alérgicas en personas con asma. No obstante, Europa lo aprobó hace unos años y la mayoría de estudios aseguran que es inocuo si la ingesta máxima no excede los 12,5mg/kg/día.
También tenemos el caso de el butilhidroxianisol (E-320) y el butilhidroxitolueno (E-321). Estos dos antioxidantes se usan en Europa y Estados Unidos, pero en Japón (desde 1958) y Australia (para consumo infantil) los tienen prohibido. Durante mucho tiempo, se ha debatido su posible efecto cancerígeno, así como sobre el comportamiento de los niños y el asma. Y así podríamos seguir todo el día.
¿Es peligroso el Dalsy? ¿Son peligrosos los aditivos alimentarios?
Si queremos ser rigurosos, la respuesta es no. Y digo rigurosos porque no existen evidencias sólidas y contrastadas de que así sea. Ni el Dalsy, ni el resto de alimentos o medicamentos con aditivos alimentarios son peligrosos en las dosis que recomiendan las agencias reguladoras. Y, a decir verdad, los controles son muy exhaustivos.
En Europa, la autorización de cualquier componente requiere demostrar que no es dañino para la salud. Puede haber equivocaciones, claro. Y por eso, como nuestro conocimiento va cambiando, constantemente se realizan nuevas evaluaciones que regulan y cambian las dosis recomendadas para evitar posibles riesgos. A fuerza de mucho sufrimiento, hemos aprendido a ser cada vez mejores en el control de sustancias nuevas y desconocidas.
También es importante señalar que, en cierto sentido, el caso del E-110 es una anomalía. Según esa directiva, los únicos aditivos que requieren información adicional en el etiquetado son precisamente este grupo de aditivos relacionados, de alguna manera, con el comportamiento hiperactivo. El resto de aditivos autorizados no requieren información extra y bajo el criterio de la UE son seguros para los consumidores.
En los últimos tiempos, parece que el conjunto de las instituciones han perdido parte de su credibilidad, pero en estos temas donde la manipulación y los conflictos de interés campan a sus anchas, es donde más las necesitamos. Y por ahora, lo más razonable sigue siendo confiar en ellas.
Imagen | Facua
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