En España hay unos 3.000 pueblos abandonados, con sus respectivas iglesias, y muchos edificios que tuvieron usos institucionales de diferentes tipos quedaron vacíos y a merced del deterioro del tiempo en cuanto dejaron de ser útiles. Las iglesias no se salvan de ese abandono, pero hay más maneras de recuperarlas que convertirlas en restaurantes de moda.
Una de ellas es abrir un skatepark. Y eso es justo lo que hizo Church Brigade, un colectivo asturiano de skaters que dio un nuevo uso a la iglesia de Santa Bárbara, en Llanera. La amplitud del espacio, los altos techos y el contraste de las rampas de skate con su arquitectura neo-románica impulsaron a estos patinadores a convertirla en un templo a su afición.
Una iglesia de arte urbano
El principal artífice del proyecto es Ernesto Fernández Rey, que le compró en 2007 la desacralizada iglesia a la empresa que gestionaba el polígono industrial donde se encontraba. Fernández explicaba al diario The Guardian que "(la iglesia) estaba básicamente en ruinas cuando empezamos el proyecto. Las paredes estaban manchadas, la pintura estaba descascarillada y había polvo por todas partes".
Ellos mismos restauraron el edificio y construyeron las rampas hace ya unos años, y le dieron los toques definitivos este mismo año, cuando el artista urbano Okuda San Miguel pintó todo el interior con un enorme mural lleno de colores kaleidoscópicos. La reinauguración de La Iglesia Skate, bautizada como Kaos Temple, hasta acogió un evento skate de Red Bull.
Okuda reconoce que este proyecto es "como mi Capilla Sixtina personal", y se encargó de lanzar una campaña de crowdfunding para conseguir el dinero necesario para pintar el skatepark. El resultado es tan espectacular y diferente, que Kaos Temple ha dado el salto a periódicos y televisiones de todo el mundo.
De fábrica de armas a templo skater
La Iglesia Skate también es interesante por la historia pasada del templo. Se construyó en 1912 para los empleados de la fábrica de armas Santa Bárbara, y era el centro del pequeño poblado construido alrededor de la factoría para esos trabajadores. Como apuntaba Fernández en otra entrevista, "junto a ella estaban las casas de los trabajadores, el economato, las escuelas, la iglesia".
Sin embargo, los terrenos dejaron de usarse después de la Guerra Civil, incluida la iglesia, que quedó desacralizada y abandonada. También fue lo único que se mantuvo en pie de todas las edificaciones construidas alrededor de la fábrica, y cuando Church Brigade la compró, iban a utilizarla para montar un negocio, algo que no pudieron hacer porque les pilló la crisis, en 2008.
Así que optaron por montar en su interior un skatepark que permita patinar todos los días en una zona tan lluviosa como Asturias. Y lo hicieron a pesar de las leyendas de que la iglesia está maldita, encantada, que algunos creen que se inventaron para dar mayor relevancia al lugar. Desde luego, le da otro toque especial al templo del skate.
Imagen | Red Bull Media House
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