El pasado 25 de marzo, el primer ministro indio Narendra Modi decretó un confinamiento completo a lo largo y ancho de todo el país. A pesar de que actualmente la cifra de positivos en coronavirus se sitúa en los 1.440 casos, el riesgo a que la transmisión comunitaria del virus se llegue a descontrolar es mayor que en Europa o Estados Unidos, principalmente porque la India es el segundo país del mundo con más personas bajo el umbral de la pobreza.
Confinamiento completo. La cuarentena que ha puesto en marcha el gobierno tendrá una duración de 21 días y limita completamente el movimiento. Desde la medianoche del 25 de marzo los indios tienen prohibido salir de sus casas y, a pesar de que los supermercados, las farmacias, las gasolineras, los bancos y los hospitales continúan abiertos, ciudadanos consultados por The New York Times denuncian que no pueden salir a comprar comida sin que la policía les golpee.
Igualmente, la mayoría de los servicios de transporte público han quedado suspendidos lo que ha motivado que miles de personas hayan retornado a pie a las zonas rurales, después de que les despidiesen de sus trabajos como consecuencia del actual bloqueo.
Distanciamiento social y teletrabajo. Estas son dos de las condiciones principales que rigen la cuarentena en la india. Sin embargo, pedir que se mantenga una distancia de dos metros en un país como la India donde cientos de millones de ciudadanos son indigentes (alrededor del 4% de la población total) o viven en barrios muy poblados se vuelve complicado. En la misma línea, el Ejecutivo de Modi ofrece el teletrabajo como alternativa para minimizar el contacto social, pero mantener la actividad económica.
¿Problema? El 80% de los indios trabajan en la economía sumergida y en empleos no cualificados que no se pueden llevar a cabo desde casa, de ahí que muchos los residentes de las zonas más marginales corran el riesgo de salir a la calle en busca de comida o un ingreso económico mínimo. De hecho, según las últimas cifras publicadas, solo el 43% de la población cuenta con acceso a internet.
El papel de la policía. Desde que se estableció el confinamiento circulan por redes sociales varios vídeos donde puede verse a las fuerzas de seguridad indias castigando físicamente a los ciudadanos que se saltan el aislamiento para salir a comprar comida, acudir a algún templo religioso o regentar su puesto de trabajo en el mercado. Las reprimendas a pie de calle van desde golpes, hasta torturas físicas compuestas por sentadillas o flexiones.
Hacinados. A pesar de que la medida de confinamiento pretende reducir el contacto entre las personas, la extrema pobreza en la que actualmente viven 96 millones de indios obliga a familias enteras a compartir una única habitación. Para hacernos una idea y según recoge The Indian Express teniendo en cuenta el último censo de 2011, el 40% de la población habita en este tipo de viviendas
Déficit sanitario. India no solo carece de un sistema sanitario universal, sino que el acceso a un médico está altamente cotizado. Por ello, el gobierno ha reservado una ayuda por valor de 150.000 millones de rupias (unos 1.800 millones de euros) para fortalecer la infraestructura sanitaria. Aun así y por el momento, la realidad sanitaria del país asiático es estremecedora para un total de 1.300 millones de habitantes: hay un hospital público por cada 55.000 personas, 40.000 respiradores, una cama en planta por cada 1.826 ciudadanos y una cama en UCI por cada 84.000.
Imagen: Rafiq Maqbool/AP
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