La energía solar está de moda. La progresiva toma de conciencia internacional por los efectos del cambio climático, irreversibles a largo plazo de no cumplirse los objetivos fijados en la cumbre de París, ha hecho que diversos gobiernos observen con mejores ojos la inversión en energías renovables. De entre todas ellas, ninguna está gozando de tanta popularidad, durante los dos últimos años, como la solar. No sólo en países tradicionalmente avanzados en renovables, sino también en las grandes potencias del mundo y, atención, en los gigantes emergentes que aún dependen en gran medida del carbón.
Es el caso de la India, cuya inversión en energía solar comienza a ser bastante rentable. El país cuenta con un importante déficit de electricidad en numerosas regiones del subcontinente. Cientos de millones de indios aún no tienen acceso a electricidad corriente, algo que los sucesivos gobiernos han tratado de paliar utilizando, fundamentalmente, un montón de carbón para generar electricidad. Pese a que, como vimos en este reportaje, el carbón sigue siendo demasiado barato (tanto que impide ser competitivo a gran escala a otras fuentes de electricidad), la India ha buscado diversificarse. El futuro pasa por ahí.
Y en ese proceso de reconversión del sistema eléctrico del país, la energía solar ha tenido un papel destacado. Lo cuenta CNN hoy: mientras el carbón aún representa el 60% del mix eléctrico de la India, el ejecutivo de Narendra Modi ha afirmado querer aumentar en 100 gigavatios (un millón de vatios) la capacidad de producción (veinte veces más que los actuales), además de generosas inversiones en la modernización de las plantas actuales. El objetivo de reducir la influencia del carbón es claro, pero había dudas sobre la rentabilidad de las renovables. Esas dudas comienzan a evaporarse poco a poco.
¿Por qué? Porque la energía solar es bastante competitiva, llegando, en ocasiones, a resultar tan o más barata que las centrales térmicas de carbón. Los cálculos de algunos expertos prevén que, para 2020, la energía solar podría ofrecer precios un 10% más baratos que las muy contaminantes centrales térmicas repartidas por todo el país. Así que, de momento, a la India su inversión en energía solar le está saliendo redonda. La tendencia es global, y por fortuna se extiende a aquellos países que más carbón consumen.
En China también se han lanzado a por ella
El otro ejemplo es China, claro, cuyos problemas contaminantes hemos visto tanto aquí como en este post donde exploramos los nocivos efectos de la niebla tóxica que cubre habitualmente Pekín y otras ciudades del gigante asiático. Las autoridades chinas saben que tienen un problema, y que el carbón, aunque aún demasiado barato como para desprenderse de él, no es una solución a largo plazo. Por eso, están apostando por la energía solar y eólica. Ambas han crecido de forma consistente en el último año.
La solar, en concreto, ha observado un repunte del 74%. En perspectiva se entiende mejor el impacto de esta cifra: si bien el país ha apostado de forma algo más decidida por el sector eólico (ostenta el récord mundial de gigavatios generados: 32,5), su crecimiento interanual ha sido sólo del 34%. El aumento de la capacidad solar ha contribuido, por otro lado, a que las energías renovables representen ya el 30% del mix eléctrico de China, mientras el carbón, aunque aún predominante, ha caído un 3% (la tendencia es a la baja).
Al otro lado del Pacífico, Estados Unidos es otro de los países donde la energía solar está viviendo un momento dulce. 2016 será un año de récords: el decretado fin de los subsidios a la energía solar ha provocado que, antes de que se agoten, las inversiones se multipliquen. Así, a lo largo de estos doce meses el país observará cómo se instalan casi 10 gigavatios, ligeramente por encima tanto del gas natural (el penúltimo grito) y de otras energías renovables. Esa cifra, además, sólo cuenta a las plantas dedicadas a la producción de energía a gran escala, y deja fuera a las placas de hogares particulares, también en ascenso.
En total, la capacidad solar de EEUU podría escalar hasta los 15 gigavatios más en 2016. La cifra puede inducir a cierto engaño: pese a lo anunciado, el gobierno ha extendido el cheque de subsidios a la instalación de plantas solares hasta 2019, lo que casi con total seguridad provocará que el crecimiento se reduzca en 2017 (pero que repunte otra vez dentro de tres años). El progresivo atractivo de la energía solar se enmarca dentro del plan general de Obama y de otras organizaciones privadas de finiquitar el carbón para siempre.
Es una fiebre, pero aún muy pequeñita
El camino, pese a la fiebre solar, es aún muy largo: el año pasado, sólo representaba el 0.4% del mix eléctrico de Estados Unidos.
Porque en el fondo, la energía solar sigue siendo muy minoritaria a escala global. En perspectiva, Alemania sigue siendo el líder mundial por potencia instalada, pero las placas fotovoltaicas sólo generan el 5,7% de la electricidad total del país. China y Estados Unidos están invirtiendo más que nadie, al igual que Japón, pero la relevancia práctica de la solar es aún reducida en proporción a las fuentes de suministro clásicas. España, por cierto, está entre los diez mayores productores: representa alrededor del 5% total.
En cualquier caso, las apuesta también es clara, y las altas posibilidades tecnológicas de la energía solar está provocando que se planteen proyectos de lo más audaces. Japón, por ejemplo, que es uno de los grandes responsables de la supervivencia del carbón mundial, está planteando toda clase de ideas alrededor de las plantas solares: desde construirlas en medio del mar dada su carencia de terreno hasta reconvertir sus numerosos campos de golf en centrales de producción de energía solar. Todo sea por experimentar.
La cuestión es que la naturaleza misma de la energía solar permite augurar toda clase de innovaciones en el futuro. The Guardian contaba el domingo cómo hay empresas inventando placas solares fácilmente transportables que se enrollan como una alfombra, ideales para consumidores privados y para transportarlas a zonas pobres y remotas donde la construcción de infraestructura es más complicada. Por no hablar de su ubicuidad, algo que está provocando que incluso Arabia Saudí se haya lanzado de forma notable a dar mayor protagonismo a las placas solares en su muy poco eficiente mix eléctrico.
De modo que, para el futuro, cabe esperar aún más y mejor inversión en energía solar.
Imagen | James Moran, Marufish,
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