Como tantas otras grandes capitales, Ámsterdam afronta una creciente crisis de acceso a la vivienda. La presión turística, la influencia de los grupos de inversión, la presión demográfica y el estancamiento salarial ha provocado que numerosos neerlandeses no puedan pagar un piso. Los precios de compra han subido un 8% anual, mientras que los de alquiler han aumentado un 40% en los últimos 12 años.
El mercado obliga ya a invertir más de 1.160€ mensuales en vivienda.
Soluciones. De ahí que el ayuntamiento esté tanteando medidas drásticas para atajar el problema. La más reciente: si un comprador accede a una vivienda de nueva construcción tendrá que vivir en ella. Es decir, un fondo de inversión no podrá adquirir un piso recién edificado y derivarlo automáticamente al alquiler, detrayendo oferta del mercado de compraventa y disparando los precios en el camino.
Por el momento es un borrador. Llegará al pleno el próximo otoño.
Complejo. ¿Es una buena idea? Depende de cómo se ejecute. Se trata de una política de difícil aplicación y verificación, y quedan numerosos detalles por pulir. No está claro por cuánto tiempo deberá vivir el propietario en su nueva casa antes de ofrecerla en alquiler. Diversos analistas neerlandeses han advertido del revés que una decisión semejante supondría para el mercado de la vivienda local.
Ámsterdam sufre una escasez de casas. Su aplicación, afirman, desincentivaría nuevas inversiones.
Grave problema. El gobierno municipal observa con alarma la escalada de precios. Adquirir una casa en Ámsterdam exige, de media, una inversión de 448.000€. Es una dinámica que afecta a la totalidad de Países Bajos: el precio medio de venta supera hoy los 300.000€, muy por encima de los 230.000€ de 2015. De ahí que el gobierno de Rutte haya impulsado un "botón de emergencia" para las ciudades: podrán limitar los precios de compra y alquiler si lo juzgan necesario.
Acotación. Ámsterdam piensa utilizarlo. El ayuntamiento, controlado por fuerzas progresistas, desea que más familias de clase media se conviertan en propietarias, en detrimento de fondos privados y especulativos. Hace dos años trazó las líneas maestras de su plan: un 40% de la nueva vivienda tendrá que ir destinada al alquiler público, y otro 40% a salarios medios (entre 38.000€ y 60.000€).
Los precios de venta tendrán que ser más modestos. La ciudad quiere fijarlos entre los 175.000€ y los 300.000€, la media nacional, en función de sus condiciones y localización. Por su parte, el alquiler mensual no podrá superar el 3% del valor de la vivienda.
El turismo. Cuestión paralela es el turismo. Ámsterdam lleva buscando medidas preventivas cierto tiempo. El año pasado el ayuntamiento limitó a 30 días el periodo de tiempo en el que una vivienda no turística podía ofrecerse en AirBnb. El mes pasado, el consistorio rompía negociaciones con la plataforma y otras similares tras no llegar a acuerdo alguno sobre el modo de aplicar la política.
Imagen: Joël de Vriend/Unsplash
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